El mundo
Cuando digo que el mundo es una fuente de peligro
para el cristiano, no me refiero al viento, la tormenta, los rayos, el mar y
el desierto, cosas que son hermosas y maravillosas. Estos no son los peligros
de los que debemos precavernos. Sé que los rayos suponen un peligro, pero no es
el peligro real en el que pensaba David en el Salmo 18.
En el Salmo 18, a David no le preocupaban
los peligros del mundo natural. Pensaba como un hombre espiritual, y es posible
pensara en sus enemigos físicos; pero David siempre veía la pureza espiritual
de las cosas. El Espíritu Santo no puso este salmo en su Palabra para
recordarnos que en la naturaleza encontramos peligros. Puedes destruir un
cuerpo humano, pero no perjudicar en absoluto su espíritu. Puedes derribar el
templo, pero dejar intacto el espíritu que habita en él. Puedes dejar tirados
los huesos de un hombre en el desierto, pero su espíritu no puede ser dañado en
la presencia de su Padre y Dios. Los peligros reales son aquellos que llegan
hasta el alma y el espíritu de un hombre.
Los soldados decapitaron a Juan el Bautista,
pero no pudieron hacerle daño. Cuando nuestro Salvador murió en la cruz, su
cuerpo fue maltratado, fue partido por nosotros; pero el hombre Cristo Jesús,
fue protegido en el seno de Dios. Lo mismo pasó con Pablo cuando le cortaron la
cabeza. El apóstol dijo: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia,
la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también
a todos los que aman su venida” (2 Ti. 4:8). Cuando lo ejecutaron, Pablo
obtuvo esa corona, no una derrota. A un hombre no se lo puede herir de verdad
en su cuerpo físico, solo en su alma.
Entonces, ¿qué queremos decir con “mundo”
cuando afirmamos que los verdaderos peligros asaltan al cristiano desde el? La
amenaza procede de la sociedad humana que está fuera de la voluntad de Dios.
Mientras permanezca el pecado, la sociedad humana será una amenaza para el alma
del cristiano. El pecado la incredulidad, las distracciones, las ambiciones de
la sociedad humana, por muy astutamente que se disfracen, son una amenaza para
el alma del cristiano.
Por eso la Biblia es tan severa e insistente
cuando habla del mundo. Muchos líderes cristianos se excusarán, cederán terreno
y querrán estar a bien con el mundo. Pero en la Biblia no encontramos otra cosa
que una insistencia firme en que deberíamos renunciar al mundo y no vernos
contaminados de ninguna manera por su pecado, su incredulidad, sus
distracciones, sus ambiciones o su espíritu mundano. Los peligros que acechan
al cristiano vienen de este mundo.
Muchos han estado viviendo a costa del
mundo, montados sobre el cadáver del mundo, y cuando este se va derecho a la
cloaca, se alejan de él con elegancia justo a tiempo. “¿Hasta dónde puedo
llegar sin deslizarme? ¿Qué puedo hacer sin acabar perdiéndome? ¿Hasta qué
límites puedo llegar?”. Cualquier día la persona que hace esto se encontrará
atrapada en el mundo y no tendrá ninguna estrategia viable para huir de él.
A.W.Tozer, Los
peligros de la fe superficial, pág., 88-90.
No hay comentarios:
Publicar un comentario