miércoles, 6 de noviembre de 2019

LECCIONES DE LA LUNA

Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche. Génesis 1.16

Con la llegada de los astronautas a la luna, el mundo científico está en la expectativa de aprender cosas hasta ahora ocultas. Sin duda habrá mucha especulación, como por ejemplo la sugerencia de un seudocientífico que dijo que la luna era un continente de esta tierra. El opina que ella se despegó de este globo y llegó a ser otro astro. Rechazamos ideas vanas como ésta, aceptando el testimonio claro de la Biblia, donde leemos que Dios hizo dos grandes lumbreras.


El sol, la lumbrera mayor, es más de mil veces el tamaño de la tierra. Es un tipo de nuestro Señor Jesucristo, quien se llama en Malaquías 4.2 el Sol de justicia. La lumbrera menor es la luna, cuyo tamaño es aproximadamente la cuarta parte de lo que es la tierra. Es un tipo de la Iglesia. Los tamaños relativos son una ilustración de la pequeñez de la Iglesia en relación con la grandeza de Cristo.
Notemos ahora las siguientes comparaciones entre el sol y la luna, entre Cristo y su Iglesia:
·        Luz:  La luna no tiene luz propia, sino refleja la del sol; la Iglesia no tiene luz propia pero refleja la de su Señor. “... para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”, 1 Pedro 2.9.
·        Propósito: Dios creó la luna para resplandecer en la oscuridad de la noche. Precisamente, nosotros de la Iglesia debemos ser “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”, Filipenses 2.15.
·        Ambiente:  La luna se retira cuando sale el sol. Dice la Palabra: “La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”, Romanos 13.12. Desde que este mundo rechazó a Cristo, quien es la luz del mundo, han reinado las tinieblas. Como las horas más oscuras de la noche son las que preceden el alba, así este mundo va poniéndose más y más oscuro hasta que venga Cristo en su gloria para introducir el día del Señor. Mientras más oscura sea la noche, más brillante y agradable debe ser la luz de la luna que es su Iglesia.
·        Importancia: “Sirvan de señales para las estaciones, para días y años”, Génesis 1.14. La luna es como una guía para los hombres, y así es la Iglesia en su testimonio para su Señor. Ella señala a todos el verdadero camino al cielo.
·        Influencia: Moisés bendijo a la descendencia de José “con el rico producto de la luna”, Deuteronomio 33.14. Ella ejerce una influencia poderosa sobre los mares y la vegetación. Desde su principio, la Iglesia ha sido una fuerza potente, influyendo en las vidas particulares y sobre la humanidad en general en todas partes. La Iglesia es la sal del mundo, que impide la corrupción total. Después de la venida del Señor para llevar la Iglesia a la gloria, este mundo se precipitará vertiginosamente hacia la desintegración moral y el dominio de las potestades de las tinieblas.
·        Firmeza: Desde la creación hasta el día de hoy, la luna ha permanecido exactamente en el lugar donde su Creador la colocó. Lleva sobre su superficie muchas cicatrices, indicando que ha soportado golpes duros y mucho sufrimiento, pero nunca ha retrocedido ni se ha desviado de su órbita.
Así es la historia de la Iglesia verdadera (no la iglesia falsa de Roma). Los emperadores paganos querían aniquilarla y apagar su luz, pero todo en vano. La sangre de los mártires fue la almáciga de la Iglesia, y más la persecución, más aumentaba y prosperaba.
·        Eclipse: Cuando se interpone la tierra entre el sol y la luna, no se puede ver la luz de la luna. Así cuando el mundo se interpone entre el creyente y su Señor, ella no puede reflejar la luz; hay un apagón espiritual.
·        Diferencia: El sol siempre se ve igual, pero con la luna hay creciente y menguante. Así es la historia de la Iglesia: ella fluctúa en su amor, testimonio y poder. Una ilustración de esto la tenemos en las cartas a las siete asambleas de Asia.
·        Porvenir: “Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna. ... Así también es la resurrección de los muertos”, 1 Corintios 15.41,42. Cuando venga el Señor para llevar a su Iglesia, ella será glorificada con él. En la ciudad celestial no habrá necesidad de luz de sol ni de luna, porque la gloria de Dios la iluminará.
Queridos hermanos, nuestra oportunidad para brillar es ahora mismo. La luz de una vela no se nota bajo los rayos del sol, pero cuando todo es oscuro se sabe apreciar su luz. Mientras más oscura sea la noche, más clara se ve la luz de la vida. ¡Que no se apaguen nuestras lámparas como en el caso de las cinco vírgenes!
S. J. Saword, Sana Doctrina, Venezuela

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