LA ELECCION DEL COMPAÑERO DE LA VIDA
A las señoritas cristianas yo les digo que,
si un hombre no muestra señales de verdadera piedad y moralidad durante el
noviazgo, deben recordar que mostrará menos aún después del casamiento. No
permitáis que ningún joven, aunque profese ser cristiano, se tome libertades contigo.
No debes permitir abrazos ni besos mientras no te hayas comprometido. Que el
primer beso sea cambiado cuando el joven te pida que seas su esposa, y tú,
sintiendo que es la voluntad de Dios, aceptes su proposición. Luego durante el
período de tu compromiso, cuida que tu noviazgo se limite a aquellos besos y
abrazos que permite la decencia.
Las niñas deben tener cuidado de la manera
en que se visten y de las posturas que adoptan, a fin de no ser tentación ni
presa de ningún joven. La manera en que se visten hoy en día las mujeres, aún
algunas de las que dicen ser cristianas, es tan provocativa que no es de
extrañarse que los hombres pierdan el dominio de sus pasiones, y que existan
tantas transgresiones sexuales. El joven cristiano difícilmente, quizás, se
sienta tentado a cometer actos sexuales con una mujer extraña, y mucho menos
con una ramera, pero ciertamente puede estar en circunstancias con la niña a
la cual corteja y ama, que le han de llevar a caer en la fornicación. El
noviazgo es un período muy importante de tu vida, y por ello debes cuidar de no
dar pasos en falso.
Una buena costumbre para los jóvenes que
están noviando es la de orar juntos cada vez que están en compañía. El hacerlo
ha de contribuir más que ninguna otra cosa a resguardarles en lo emocional y
en lo moral.
Las relaciones
sexuales antes del matrimonio son pecaminosas en cualquier circunstancia. La
Biblia siempre denomina “fornicación” a estos actos. El entregarse a dichas
relaciones no sólo es contrario a la Palabra de Dios, sino también hace que
desaparezca el verdadero afecto y respeto que deben existir entre el hombre y
la mujer después del casamiento. Ningún hombre siente el mismo respeto por sí
mismo, cuando lleva al altar a una niña cuya castidad ya ha violado. Ninguna
mujer siente la misma emoción al ir al altar, que tendría en condiciones
normales, si antes de hacerlo ha tenido relaciones con el hombre que va a ser
su esposo. Su unión después de la ceremonia matrimonial no tendrá mayor
significado para ninguno de los dos. La verdadera emoción y el verdadero gozo
de las relaciones matrimoniales han sido desfigurados y quebrantados. La vida
nunca podrá ser como hubiese sido de otro modo.
No hay nada más
hermoso ni más puro en la tierra que la unión de dos jóvenes cristianos de
iguales ideales y vocación, que se unen en la noche de bodas para entregarse
completamente, y con pureza, el uno a la otra. Pero también es cierto que no
hay nada que pueda contribuir más a la desconfianza mutua y a la amargura en
los días por venir, que el que el uno o la otra haya violado su cuerpo mediante
relaciones indebidas antes del casamiento. Demás está decir, desde luego, que
en el caso de que un hombre y una mujer hayan caído en el pecado de la
fornicación, lo único que les queda es casarse inmediatamente, y luego ser
leales el uno a la otra durante el resto de sus vidas. Pero la verdad es que un
casamiento de esta clase nunca será para ellos lo que hubiese podido ser si se
hubieran mantenido castos.
Quizás debamos decir
una palabra más a las señoritas. Hay veces en que ellas están tan preocupadas
por casarse, que permiten que cualquiera que se fije en ellas, las lleve al
altar. Pero a las cristianas serias quisiera recordarles unas palabras que me
fueron dichas hace años por una señorita de edad: “Prefiero ser solterona, que
desear serlo”. Tal vez haya algo de humorismo en estas palabras, pero también
hay una buena dosis de sabiduría. Si no puedes confiar en Dios para que te
consiga un marido, no tienes la fe necesaria para confiar en que él te ayude a
vivir en la vida del matrimonio. Si Dios quiere que tengas esposo, él te lo ha
de conseguir, pero si es su voluntad que permanezcas soltera, ha de ser una tragedia
que te cases en contra de lo que él desea. Creemos que el mayor número de los
fracasos matrimoniales se debe más que otra cosa al apresuramiento. La gente no
está dispuesta a esperar que Dios disponga en cuanto al que ha de ser el
compañero de la vida. “Esperad en Jehová”.
Nuevamente deseo advertir a las niñas
cristianas acerca de la necesidad de que tengan cuidado en cuanto a la manera
de vestir y de comportarse, a fin de evitar que puedan caer en las trampas de
los hombres malignos, o servir de tropiezo a hombres que son realmente
cristianos. La locura nudista que ha invadido nuestra generación es de origen
pagano. Antes el nudismo lo asociábamos únicamente con el paganismo, pero
ahora lo vemos caminando por los pasillos de nuestras iglesias, o invadiendo el
coro de las mismas. La niña que se mantiene apartada del mundo cubre su cuerpo
modestamente y conserva el cutis en el estado en que Dios se lo ha dado, si
espera casta y sinceramente en Jehová, recibirá un día un esposo con el cual
podrá vivir en paz y bendición, si es ésta la voluntad divina para su vida.
Un matrimonio feliz y un hogar dichoso son
una anticipación de lo que ha de ser el cielo. Un matrimonio infeliz, y una
familia desdichada, pueden ser un infierno en miniatura.
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