El
principio de la separación del mal, como por ejemplo salir de Babilonia (figura
de un sistema religioso falso), puede ser hallado a lo largo de toda la Biblia.
Lo observamos al principio, en el llamamiento que recibió Abram para salir de
Ur de los caldeos (Génesis 11 y 12) y, hacia el final, en la exhortación de
Apocalipsis 18: “Salid de ella, pueblo mío”.
Separarse
de aquello que no está de acuerdo con la voluntad de Dios es el aspecto
negativo de la cuestión. Separarse hacia Dios, volverse a Dios y a su Palabra,
es el aspecto positivo.
En
los tiempos de Esdras y Nehemías, esta separación implicaba subir a la tierra
prometida y, particularmente, a Jerusalén, el lugar que había sido establecido
por Dios mismo como el centro donde se debía adorar.
Este principio sigue teniendo
vigencia para nosotros, creyentes del Nuevo Testamento, pero debemos aplicarlo
ahora en el orden espiritual. Es muy importante que logremos un genuino
avivamiento espiritual, un retorno a la Palabra de Dios revelada y a Su
voluntad. Muchas veces, sin embargo, el valor de todo esto debería ser
apreciado desde un punto de vista colectivo. Lutero, en su época, hablaba de la
cautividad babilónica en la que estaba la Iglesia y exhortaba a regresar a la
sola Palabra de Dios. Toda la Escritura nos ha sido dada para nuestra
instrucción, como por ejemplo aquellos pasajes que nos relatan el retorno desde
Babilonia de un remanente de las doce tribus. El llamado a salir que
encontramos en 2.ª Corintios 6: 17,18, es, de hecho, una cita de Isaías 52:11
que alude claramente al remanente que partía de Babilonia hacia Jerusalén
llevando los utensilios del Señor, elementos santos del templo.
En relación con este tema, los
libros de Esdras y Nehemías nos ofrecen una clara enseñanza acerca de su
aplicación. La verdad de la Iglesia como la Casa de Dios, el templo del Dios
vivo, debería ser puesta en práctica. Cristo mismo debería ser el centro de los
suyos. Aquellos santos utensilios del templo hablaban de Él. Cristo mismo
debería ser el centro de las reuniones de la asamblea. Hay muchos otros pasajes
de las Escrituras que nos ofrecen pensamientos similares en cuanto al principio
de salir a Él para reunirnos a sus pies como su rebaño. Consideremos los
siguientes pasajes:
1.
Como cristianos, nos reunimos en o hacia Su nombre (Mateo 18:20). Él está allí,
en medio de los suyos. El Señor nos llama hacia Él mismo como el centro de la
reunión.
2.
La salida de las vírgenes en la parábola de Mateo 25 nos brinda una enseñanza
muy clara. Deberíamos caminar hacia el encuentro del Señor con lámparas
encendidas: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” (v. 6).
3.
El buen Pastor conduce a sus ovejas fuera del redil judaico (Juan 10). En Su
presencia hallamos seguridad, alimento, libertad y vida en abundancia.
4.
Debemos salir a Él fuera del campamento del judaísmo (Hebreos 13:13). El Señor
es el verdadero sacrificio y el verdadero altar; el centro de la adoración
cristiana. Este es el motivo del siguiente llamamiento: “Salgamos, pues, a él,
fuera del campamento, llevando su vituperio”
5.
Debemos limpiarnos de los utensilios para usos viles que hay en medio de la
cristiandad, a fin de ser instrumento para honra, santificado y útil al Señor
(2.ª Timoteo 2:21).
Por
Hugo Bouter
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