miércoles, 6 de noviembre de 2019

LA PALABRA "SALVACIÓN" EN LAS ESCRITURAS



Pregunta: ¿Cuáles son, en la Escritura, los diferentes sentidos de la palabra «salvación»?
RespuestaEn la Escritura, la palabra «salvación» se emplea en diferentes sen­tidos. Es importante que no los confundamos y que no omitamos ninguno de ellos, pues debido a ello, muchas almas llegan a turbarse o inquietarse.


1.- LA SALVACION DEL ALMA. Cuando, en la cárcel de Filipos (Hechos 16) el carcelero, espantado y temblando se postró a los pies de Pablo y de Silas diciéndoles: "¿qué debo hacer para ser salvo?", ellos contestaron: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo." Así es como Jesús da al alma que gime bajo el peso de sus pecados una salvación perfecta y eterna, adquirida en la cruz del Calvario. Es la ma­ravillosa certidumbre que nos da Juan 3:36, "El que cree en el Hijo tiene vida eterna."
Es bueno que el alma que cree en Jesús como Salvador comprenda también la verdad siguiente: que su salvación no descansa sobre sus propios méritos o sus sentimientos, sino únicamente sobre la obra de Cristo; y esta obra ha satisfecho completamente a todas las exigencias de la justicia divina. Dios ha dado la prueba de su entera satisfacción, resucitando a Jesús de los muertos. De manera que, para la fe, Cristo resucitado es la prueba de nuestra perfecta justificación delante de Dios. (Romanos 4: 24-25).
2.- LA SALVACION DEL ANDAR CRISTIANO. La Palabra nos habla de otra salvación, en la cual la responsabilidad del creyente juega un papel importante. Aquel que, redimido por la sangre de Cristo, ha llegado a ser un hijo de Dios, corre a cada instante el peligro de caer en las nu­merosas trampas que Satanás y el mundo ponen en su camino. Debe tener mucho cuidado en «mirar con diligencia como anda.» (Efesios 5:15). Es en el mismo sentido que el apóstol Pablo decía a los Filipenses: "ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor." (Filipenses 2:12). Él había combatido jun­tamente con ellos (Filipense 1: 27-30), y luego, durante su ausencia, ellos mismos tenían que trabajar, no para conseguir la posición de hijos de Dios, ad­quirida por la obra de Cristo, sino para alcanzar cada día la victoria so­bre el enemigo hasta el fin de su carrera en este mundo.
Es, también, en este mismo sentido que el apóstol escribía a Timoteo: "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello; pues ha­ciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren." (1 Timoteo 4:16).
Aunque nuestra responsabilidad interviene en esta salvación, no ol­videmos nunca que sólo la realizaremos contando con «Aquel que es po­deroso para guardarnos sin caída.» (Judas 24).
3.- LA SALVACION (O REDENCIÓN) DE NUESTRO CUERPO. Otra salvación es prometida a los que han aceptado a Jesús como Salva­dor. Es la "redención de nuestro cuerpo", la cual deseamos ardientemen­te, gimiendo dentro de nosotros mismos. El apóstol habla de dicha salva­ción en Romanos 8:23. Esta salvación del cuerpo es también obra de Cristo. Será completamente realizada cuando Cristo vuelva para buscar a los suyos. "Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una sola vez, para llevar los pecados de muchos, la segunda vez, sin pecado, aparecerá para la salvación de los que le esperan." (Hebreos 9:28 - VM). Actualmente, esta salvación es el objeto de la fe del creyente: "porque en es­peranza somos salvos" (Romanos 8:24 - RVR1909), y es lo que le desprende, le aparta de las cosas terrestres y le hace fijar los ojos en un Salvador resucitado, ahora en los cielos, pero que volverá en breve. "Porque, al contrario de ellos, nuestra ciudadanía está en los cielos; desde donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo; el cual transformará nuestro vil cuerpo, para que sea hecho semejante a su cuerpo glorioso." (Filipenses 3: 20, 21 - VM). ¡Qué maravillosa esperanza!

Revista "VIDA CRISTIANA", Año 1953, No 3.

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