miércoles, 19 de enero de 2022

Hermosas tiendas

 ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel! Números 24.5


            Estas palabras de Balaam no nacieron de su propio corazón, sino que Dios las puso en su boca. En apariencia eran tiendas ordinarias: tenían ya casi cuarenta años aguantando los ventarrones de arena y tierra en el desierto, habiendo sido desarmadas múltiples veces para ser levantadas en otro paradero.

            Entonces, ¿en qué sentido eran tiendas hermosas?

   1. Porque simbolizaban el carácter peregrino del pueblo de Dios. Él no tenía su delicia en la residencia del rey de Moab ni en las mansiones de los ricos de la tierra. Su interés estaba en aquellas tiendas humildes de un pueblo que Él había redimido del mundo por la sangre del cordero y separado de la condenación en Egipto. Sin duda la casa de Lot había guardado mejor apariencia que la tienda de Abraham. Parecía estar mejor construida, pero repentinamente fue destruida por las llamas, y su amo tuvo que refugiarse en una cueva. En cambio, la tienda de Abraham fue perpetuada por Isaac y Jacob, según leemos en Hebreos 11.9.

            Hay mucha diferencia entre las magníficas catedrales que los hombres construyen y lo que es una verdadera iglesia local de Dios. Esta última se compone de piedras vivas y el Señor está en medio de ellas.

2. Porque había orden divino en aquel campamento. Cada tribu ocupaba su debido lugar, con su bandera desplegada. Dios es de orden. Satanás es el autor de confusión, quien siembra discordia entre hermanos. Su mayor producción es Babilonia la grande, de la cual leemos en Apocalipsis 17 y 18. La palabra significa la confusión. En realidad, la Babilonia simbólica es una gigantesca mezcolanza de prácticas paganas, religión pomposa y amor al lucro. Es un sistema de ritos y ceremonias que apelan a la soberbia del hombre, pero son contrarias a las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles. A Dios le agrada la sencillez.

3. Porque las tiendas estaban en torno del tabernáculo donde habitaba Dios. Él estaba en medio de su pueblo y esas tiendas en derredor evidenciaban devoción y fidelidad. Lo que agrada a nuestro Señor en el día de hoy es ver a un pueblo separado de los sistemas del mundo religioso, congregado en el nombre de su Señor.

Veamos ahora que algunas tiendas perdieron su hermosura.

1. Las de Coré, Datán y Abiram, por causa de la rebelión. Con la excepción de los hijos de Coré, estos tres hombres y sus familias, con sus tiendas, fueron tragados vivos cuando la tierra se abrió y todos descendieron al abismo con gritos espeluznantes. La historia está en Números 16.27 al 34.

2. Las de muchos en Israel, por la abominación en Moab. ¡Cuán trágico aquel día cuando Israel dejó sus hermosas tiendas para prostituirse moral y espiritualmente con las hijas de Moab! Esas mujeres “invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses”, Números 25.1 al 10.

            Al saber de un caso extremo, el sacerdote Finees fue tras cierto varón y su mujer madianita “a la tienda, y los alanceó a ambos ... y cesó la mortandad de los hijos de Israel”. Pero, “murieron de aquella mortandad veinticuatro mil”.

3. La de Acán, consecuencia de la codicia. En Josué 7 leemos de Acán y su tienda contaminada. El enterró en ella artículos malditos, los cuales había tomado en expresa desobediencia a la palabra de Dios. Ese hombre también murió, y con él su familia.

            En Hechos 5 leemos de una pareja en la iglesia primitiva que sufrió la muerte por ese mismo pecado de la codicia y por el engaño. Oremos sin cesar para que Dios guarde a cada testimonio a su nombre de perder su hermosura espiritual, sea por rebelión contra la autoridad establecida, como en el caso de Coré; por juntarse con el mundo, como aquellos muchos en la tierra de Moab; o por codiciar y luego ocultar el pecado, como Acán.

Santiago Saword

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