¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel! Números 24.5
Estas
palabras de Balaam no nacieron de su propio corazón, sino que Dios las puso en
su boca. En apariencia eran tiendas ordinarias: tenían ya casi cuarenta años
aguantando los ventarrones de arena y tierra en el desierto, habiendo sido
desarmadas múltiples veces para ser levantadas en otro paradero.
Entonces, ¿en qué sentido eran
tiendas hermosas?
1. Porque simbolizaban el carácter peregrino del pueblo de Dios. Él no
tenía su delicia en la residencia del rey de Moab ni en las mansiones de los
ricos de la tierra. Su interés estaba en aquellas tiendas humildes de un pueblo
que Él había redimido del mundo por la sangre del cordero y separado de la
condenación en Egipto. Sin duda la casa de Lot había guardado mejor apariencia
que la tienda de Abraham. Parecía estar mejor construida, pero repentinamente
fue destruida por las llamas, y su amo tuvo que refugiarse en una cueva. En
cambio, la tienda de Abraham fue perpetuada por Isaac y Jacob, según leemos en
Hebreos 11.9.
Hay mucha diferencia entre las
magníficas catedrales que los hombres construyen y lo que es una verdadera
iglesia local de Dios. Esta última se compone de piedras vivas y el Señor está
en medio de ellas.
2. Porque había orden divino en aquel campamento. Cada
tribu ocupaba su debido lugar, con su bandera desplegada. Dios es de orden.
Satanás es el autor de confusión, quien siembra discordia entre hermanos. Su
mayor producción es Babilonia la grande, de la cual leemos en Apocalipsis 17 y
18. La palabra significa la confusión. En realidad, la Babilonia simbólica es
una gigantesca mezcolanza de prácticas paganas, religión pomposa y amor al lucro.
Es un sistema de ritos y ceremonias que apelan a la soberbia del hombre, pero
son contrarias a las enseñanzas de Cristo y sus apóstoles. A Dios le agrada la
sencillez.
3.
Porque las
tiendas estaban en torno del tabernáculo donde habitaba Dios. Él estaba en
medio de su pueblo y esas tiendas en derredor evidenciaban devoción y
fidelidad. Lo que agrada a nuestro Señor en el día de hoy es ver a un pueblo
separado de los sistemas del mundo religioso, congregado en el nombre de su
Señor.
Veamos ahora que algunas tiendas perdieron su
hermosura.
1.
Las de Coré,
Datán y Abiram, por causa de la rebelión. Con la excepción de los hijos de
Coré, estos tres hombres y sus familias, con sus tiendas, fueron tragados vivos
cuando la tierra se abrió y todos descendieron al abismo con gritos
espeluznantes. La historia está en Números 16.27 al 34.
2.
Las de muchos
en Israel, por la abominación en Moab. ¡Cuán trágico aquel día cuando Israel
dejó sus hermosas tiendas para prostituirse moral y espiritualmente con las
hijas de Moab! Esas mujeres “invitaban al pueblo a los sacrificios de sus
dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses”, Números 25.1 al 10.
Al saber de un caso extremo, el
sacerdote Finees fue tras cierto varón y su mujer madianita “a la tienda, y los
alanceó a ambos ... y cesó la mortandad de los hijos de Israel”. Pero,
“murieron de aquella mortandad veinticuatro mil”.
3. La de Acán, consecuencia de la codicia. En Josué 7 leemos de Acán y su
tienda contaminada. El enterró en ella artículos malditos, los cuales había
tomado en expresa desobediencia a la palabra de Dios. Ese hombre también murió,
y con él su familia.
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