martes, 29 de agosto de 2023

LEYENDO DIA A DIA EFESIOS (5)

 

2.11 al 22: Acuérdense … pero ahora … paz


“Por tanto, acordaos”. Es provechoso reconocer cuán lejos de Dios estábamos. Hacemos bien en tomar a pecho lo de Isaías 52.1: “Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados”. Aquella a quien mucho ha sido perdonado, ¿acaso no va a amar mucho? Lucas 7.47. Todo pecador está muy alejado de Dios y la salvación es como sacar al pobre y mendigo de su abandono y sentarlo entre los príncipes para heredar el trono de gloria.

Los gentiles no podían siquiera reclamar las promesas de un Salvador hechas a Israel. Estos eran “israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas”, Romanos 9.4. Además, los mismos mandamientos de Dios fueron diseñados para salvaguardar a Israel de la idolatría e inmoralidad de las naciones. Pero esto fue abusado para alimentar el orgullo judío y la envidia gentil. De los arraigados prejuicios nacionales y los odios tribales que han sido un flagelo a la humanidad, ninguno era mayor que la barrera entre judío y gentil. Pero la cruz anuló todo esto; ahora ambos han sido reconciliados a Dios. El resultado es paz con Dios y paz entre hombre y hombre. La disfrutamos.

“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies … del que trae la paz!” Isaías 52.7. ¿Cómo podría traer buenas noticias de paz un mensajero trepando los cerros de Judá? Porque la victoria había sido ganada. Así el mensaje del Señor después del triunfo de la cruz fue: “Paz a vosotros”, Juan 20.19.

Ahora Cristo ha hecho del judío y del gentil un solo cuerpo, completamente nuevo. Somos todos ciudadanos de la Ciudad celestial, todos miembros de una misma familia, hijos con acceso al mismo Padre, incorporados juntos como un edificio donde Dios mismo tiene su morada por el Espíritu.

Guardemos en mente siempre el contraste, y la gracia de Dios que ha efectuado el gran cambio. En un tiempo estábamos separados de Cristo, excluidos de las promesas hechas a Israel, sin ninguna esperanza del futuro, y enteramente sin Dios. Ahora hemos sido traídos cerca, y más cerca no podríamos estar. “En Cristo Jesús” nos coloca junto al corazón de Dios, y “por la sangre de Cristo” asegura que vamos a estar allí por siempre jamás, 2.13.

 “Bien coordinado … para ser un templo santo en el Señor”.

K.T.C. Morris 

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