2.11 al 22: Acuérdense … pero ahora … paz
“Por tanto, acordaos”. Es provechoso reconocer cuán lejos
de Dios estábamos. Hacemos bien en tomar a pecho lo de Isaías 52.1: “Mirad a la
piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis
arrancados”. Aquella a quien mucho ha sido perdonado, ¿acaso no va a amar
mucho? Lucas 7.47. Todo pecador está muy alejado de Dios y la salvación es como
sacar al pobre y mendigo de su abandono y sentarlo entre los príncipes para
heredar el trono de gloria.
Los gentiles no podían siquiera reclamar las promesas de
un Salvador hechas a Israel. Estos eran “israelitas, de los cuales son la
adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las
promesas”, Romanos 9.4. Además, los mismos mandamientos de Dios fueron
diseñados para salvaguardar a Israel de la idolatría e inmoralidad de las
naciones. Pero esto fue abusado para alimentar el orgullo judío y la envidia
gentil. De los arraigados prejuicios nacionales y los odios tribales que han
sido un flagelo a la humanidad, ninguno era mayor que la barrera entre judío y
gentil. Pero la cruz anuló todo esto; ahora ambos han sido reconciliados a
Dios. El resultado es paz con Dios y paz entre hombre y hombre. La disfrutamos.
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies … del que
trae la paz!” Isaías 52.7. ¿Cómo podría traer buenas noticias de paz un
mensajero trepando los cerros de Judá? Porque la victoria había sido ganada.
Así el mensaje del Señor después del triunfo de la cruz fue: “Paz a vosotros”,
Juan 20.19.
Ahora Cristo ha hecho del judío y del gentil un solo
cuerpo, completamente nuevo. Somos todos ciudadanos de
Guardemos en mente siempre el contraste, y la gracia de
Dios que ha efectuado el gran cambio. En un tiempo estábamos separados de
Cristo, excluidos de las promesas hechas a Israel, sin ninguna esperanza del
futuro, y enteramente sin Dios. Ahora hemos sido traídos cerca, y más cerca no
podríamos estar. “En Cristo Jesús” nos coloca junto al corazón de Dios, y “por
la sangre de Cristo” asegura que vamos a estar allí por siempre jamás, 2.13.
“Bien coordinado …
para ser un templo santo en el Señor”.
K.T.C. Morris
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