Cuando los setenta discípulos enviados por el Señor regresan a Él con gozo porque hasta los demonios se les sujetaban en su nombre, les responde: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lucas 10:18). ¿Qué significan estas palabras tan extrañas?
El envío de los setenta era un último llamamiento al pueblo judío antes de la cruz. El Señor se veía ya rechazado, pero enviaba una vez más a esa nación, por medio de los setenta, el mensaje de gracia y paz. Al mismo tiempo, tuvo que reprender la incredulidad de las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros. El juicio estaba a la puerta.
Cuando los setenta regresaron al Señor, gozosos porque los demonios mis-mos les obedecían, el Señor tenía en mente un acontecimiento futuro. En aquella época había, y hay hoy en día, potestades enemigas en el cielo (véase Efesios 6:10-13). Cuando decimos “cielo” no pensamos, en este caso, en la casa del Padre o en la luz inaccesible en la cual Dios habita (1 Timoteo 6:16), sino en Satanás que tiene acceso al cielo (véase Job 1:6-12), y allí es el “acusador de nuestros her-manos” (Apocalipsis 12:10).
Sin embargo, esta situación anormal no subsistirá siempre. El Señor Jesús establecerá su reinado de paz aquí abajo, y uno de los acontecimientos preliminares será que, tres años y medio antes, el diablo será expulsado del cielo y arrojado a la tierra (Apocalipsis 12:7-12).
Durante el tiempo, limitado, que se le concederá, engañará a los hombres de la tierra mediante el despliegue de todo su poder. “Con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” los levantará contra el Señor del cielo. Pero, entonces, Cristo aparecerá en gloria. Pondrá de lado el poder de Satanás y establecerá su reinado. El diablo será arrojado al abismo (aún no al “lago de fuego”) y allí será atado por mil años (Apocalipsis 20:1-3). Después del reinado milenario será “suelto de su prisión” por un breve período y, finalmente, “lanzado en el lago de fuego y azufre” por la eternidad (v. 7, 10).
Cuando el Señor Jesús dice que ve “a Satanás caer del cielo como un rayo”, ve por anticipado ese triunfo final sobre Satanás y sus ángeles. Como acabamos de señalar, la victoria completa sobre Satanás se lleva a cabo en varias etapas. La primera etapa, fundamental, ya se realizó en la cruz. Allí, el Señor Jesús destruyó “por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14). Lo que vivieron los setenta discípulos era un anticipo de lo que sucederá al comienzo del reino milenario. Satanás será, un día, expulsado del cielo para siempre. El hecho de que los demonios obedecían a la palabra de los discípulos, constituía la señal precursora.
Creced 2008, N’1
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