El Salmista decía: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmos 119:18) y dedicaba sus días al estudio profundo de ellas. Y el apóstol Juan escribía referente a lo que en la Biblia está retratado de nuestro Señor Jesucristo: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31). Por tanto es nuestro deber buscar en las Escrituras lo que Dios nos quiere decir.
La Escritura se dirige a cada uno de nosotros, hombre o mujer, joven o anciano, cualquiera sea nuestra condición social. Cada vez que abrimos este Libro, Dios tiene algo que decirnos. Y si estamos dispuestos a recibir su mensaje, nuestra lectura nos esclarecerá. He aquí algunos consejos para abordar este libro único:
1. Empezar preferiblemente por el Nuevo Testamento: Los evangelios, los He-chos de los apóstoles y las epístolas.
2. Es mejor hacer una lectura seguida que leer al azar.
3. No dejarse detener por un pasaje que parezca difícil, sino proseguir la lectura.
4. No dar de entrada una explicación o interpretación de un texto: la comprensión de la Escritura irá en aumento a medida que se va leyendo. La Biblia se interpreta mediante la misma Biblia.
5. Leer "las Sagradas Escrituras" regularmente; es un alimento espiritual que debe ser absorbido cada día.
6. Leer con oración y respeto: pedir a Dios que nos revele el sentido de lo que leemos.
La lectura de la Biblia es un medio extraordinario para acercarnos a Dios, pues de este modo él se revela a nosotros y nos manifiesta su amor. La Biblia es un libro cerrado para un corazón cerrado, pero si usted busca la verdad, hará el descubrimiento de su vida.
(Tomado de La buena Semilla 2009, Enero 2)
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