Mi estimado lector, yo le ruego de su gentileza, que Ud. me acompañe en algunos pensamientos que tienen que ver con el título que hoy nos ocupa y que pretende una muy sincera reflexión.
¿Vamos...?
El Señor, en su bondad y misericordia, por su magna obra en la cruz formó su Iglesia, a la que pertenezco. ¡Posición bendita y privilegiada! Ahora bien, nos hemos preguntado en los años que tenemos de cristianos, si realmente ¿LLEVO FRUTO? Yo le invito a que, detenidamente, lea San Juan 15:1-11. ¿Que es muy conocido? Por supuesto, pero... no menos significativo y de gran actualidad. Veamos: Según yo entiendo, el LLEVAR FRUTO, no es optativo. Es... imperativo. O sea, el Señor mandando. ¿Cómo es mi vida cristiana? ¿Insípida, infructífera, apocada, famélica, enfermiza? ¡CUIDADO con el v.2!, "lo quitará" (Judas), "lo limpiará" (Saulo). Según este versículo, al estar el pámpano estrechamente ligado a la vid, es... FRUTO, y su propósito es que lleve más FRUTO. Luego en el v.5, la pretensión del Señor aumenta y quiere de nosotros: Mucho Fruto.
¿Has pensado alguna vez en el T.C.? Lo digo con toda reverencia. No es la sigla Turismo Carretera. Sí... es Tribunal de Cristo. Allí se ajustan las cuentas y cada uno tendrá que dar razón a Dios de sí. No hay escapatoria. ¿Entonces? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? El tiempo corre y apenas si sólo asiste a los cultos, das tu ofrenda, y... ¿la pasividad te embarga? Hermano lector, te digo como consiervo que el Llevar Fruto no es optativo, es IMPERATIVO. Debes dar, tienes que dar FRUTO.
Como expresé al comienzo, deseo que me acompañes a transitar 5 pasos (entre otros) que nos darán la brújula para esta realidad.
VEAMOS:
1) OBEDIENCIA: Dice Juan 3: 24, así: "Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios y Dios en él". Sin duda que esto es muy importante. Mire. Hay muchos expertos en explicar lo que no hacemos y deberíamos hacer. Hemos de ser Obedientes, pues dice en San Juan 15:10: "Si guardareis mis mandamientos, permaneced en mi amor". ¿Quieres alegrar el corazón del Señor? ¡OBEDECE!
2) DESCUBRIR AL ESPÍRITU SANTO: Dice en la. Juan 4:13, así: "En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu". ¿Por qué digo descubrir al Espíritu Santo? ¿Quién es? ¿Qué hace en mí? ¿Sólo es una idea o una influencia? Lector querido, descubrir al Espíritu Santo es tenerlo como compañero, amigo, guía. Es la tercera persona de la trinidad y es... PODER. Vive en nosotros pero quiere hacerlo en plenitud. No lo tengas en un rincón... por favor.
3) CONFESION: Dice en 1ª Juan 4:15, así: "Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios". ¿Sabe una cosa? Mi vida y la suya, debe ser un testimonio inequívoco de su personalidad. Quizá más allá de mis labios, es mi vida quien debe hablar de El. Sólo así llevamos fruto.
4) AMOR: Dice en 1ª Juan 4: 16: "Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. DIOS ES AMOR. Y... el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él" ¡Qué realidad! ¡Qué claridad prístina! Debe ser, tiene que ser un amor obstinado (mantenerse en su resolución). La máxima cualidad de Dios, es... precisamente el AMOR. ¿Quiero llevar fruto? Debo amar a Dios sobre todas las cosas, para luego ser un cristiano fructífero.
5) COMUNION: Dice en San Juan 6:56: "El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y yo en él". Sin lugar a dudas, tiene que ver con la Cena del Señor. ¿La tenemos? ¿HAY UNIDAD-COMUNION permanente?
Por favor no tenemos la Cena como la máxima reunión si no existe una estrecha relación entre mi vida y su voluntad. Si yo hablara en términos eléctricos, te diría mi amigo lector, así: 'Ten cuidado que no se te quemen los fusibles, pues seguro quedarás a oscuras".
Ya concluyo. Puede que compartas o no en algunos conceptos vertidos con todo amor y dependencia de Dios. Pero, al margen de eso tu pregunta sincera debe ser: ¿LLEVO FRUTO? Frente a una sociedad deteriorada y un mundo sin rumbo, el Señor te necesita a ti y a mí, para que seamos LUZ y SAL.
Que tú y yo lo entendamos para la gloria de su nombre. Amén.
(Senda de Luz, Enero-Febrero 1987)
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