"Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas" (Deuteronomio 30: 14).
Cuan importante resulta tener el fundamento dado por la Palabra en el respaldo de todas las acciones y doctrinas, que sostenemos y anunciamos. De lo contrario caminaremos por las vías del fracaso y la más vergonzosa ruina. Por esto todo verdadero creyente debe siempre contender por esta palabra, que esta "muy cerca" de cada uno para que no sea privativa solo de algunos. Las fuentes están abiertas para todos aquellos que desean beber de ellas y recibir los benditos resultados que son refrescantes al alma.
Debemos notar que en este versículo la palabra está en la boca y en el corazón, dos cosas muy necesarias. Las cuales no deben estar desasociadas la una de la otra. Vemos que la confesión y el corazón con fe tienen su valor en nuestra responsabilidad frente a la palabra. "Que si confesares con tu boca al Señor Jesús (como Señor tuyo), y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo" (Ro. 10:9 V.M.) Estos versículos nos muestran que nada está fundamentado en nosotros, ni nada proviene de nosotros, sino todo en el testimonio de Dios por medio de su Hijo. El olvido de esta verdad elemental ha dado sus tristes frutos en la apostasía que resulta ser la rebelión del hombre ante todo el testimonio de Dios. Rebelión que se manifiesta en varios aspectos, las cuales no importando su grado de acción son siempre ofensivas a Dios.
El principio de la apostasía es siempre hacer primar la propia voluntad uniéndose al curso de este mundo, abandonando la voluntad de Dios, tal como podemos verlo desde el Edén hasta nuestros días "se envanecieron en sus razonamientos" (Ro. 1:21). Es dejar de lado voluntariamente el lugar que nos corresponde como criaturas ante el Creador, "no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis" (Num. 15:39) Habíamos visto que la Palabra estaba cerca del corazón, pero este verso nos advierte ante la eventualidad de dejar la verdad de la Palabra y dirigirse a las codicias del corazón, las carnales satisfacciones y las vanidades de los hombres. En tal condición nuestros pasos serán llevados en seducción a la idolatría, pues el mal está en nuestros corazones, lo cual lleva al ser humano a la acción voluntaria de cambiar la verdad de Dios por la mentira (Rom.1:25). Esto puede ser visto en la condición del hombre en su ruina moral por el pecado a través de la historia y se ha demostrado con creces que sin la guía segura de Dios, este ha caído en las oscuridades más horrendas de la idolatría. "Por lo mismo que, cuando conocieron a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; sino que se hicieron vanos en sus razonamientos, y entenebrecióse su fatuo corazón... y trocaron la gloria del Dios incorruptible en una semejanza de imagen de hombre corruptible..." (Ro. 1:21,23 V.M.) Aquí vemos una grave consecuencia, que se deriva de hacer primar la voluntad propia, como antes mencionamos, pero también observamos otro grave riesgo que consiste en aceptar el ingreso en la mente de pensamientos que llevan a rechazar los fundamentos de la verdad de la Palabra y la autoridad Divina. Es tan grave todo esto que la Palabra declara "Dios los entregó" a la inmundicia en las concupiscencias de sus corazones, pasiones vergonzosas y a una mente reprobada; para hacer todas aquellas cosas que no convienen y en tal condición atraer tras de sí a muchos que se mantienen puros de tales infamias. Cuando en el desprecio de los principios divinos y en el deseo de seguir la mentira los resultados serán siempre los mismos, la corrupción moral y la apostasía.
En los males de despreciar o agregar a los principios de la Palabra con mentiras, es la validación de la razón (reprobada) puesta a los intereses del hombre, cuanto más se establezcan estos como hábitos, más crecerá el deseo de seguir realizándolos y por tanto más se estará enajenado a la voluntad perfecta de Dios. Sin embargo al evitar estos males se hallará el gozo y se tomará conciencia de la justicia de Dios "Pues no somos como los muchos que conocéis que hacen un comercio de la palabra de Dios; sino al contrario, como hombres de sinceridad, y como de Dios, delante de Dios, hablamos de Cristo" (2Cor.2:17 V.M.) Dos aspectos notables que definen el que hacer de los simple profesantes y de los verdaderamente creyentes, una advertencia clara "hacen comercio de la Palabra de Dios", que triste condición, pero necesaria para pavimentar el piso por donde transitará el hombre de pecado. Pero de los fieles se dice que hablan de Cristo "delante de Dios", el temor reverente está en sus corazones y hablan de toda revelación que ha sido dada por el Espíritu Santo, gozosa condición y necesaria para que Cristo reine en medio de los corazones de este remanente fiel.
La apostasía en su manifestación natural en todos los hombres, tiene su respuesta de Dios en Cristo Jesús por medio de su salvación provista desde la Cruz del Calvario; en su manifestación religiosa en la Cristiandad, la respuesta de Dios es El Señor Jesucristo donde los verdaderos creyentes están unidos a Él; y en su manifestación usurpadora en Israel hacia todas las naciones, la respuesta de Dios es Cristo en sus derechos gloriosos al sacerdocio y a Su realeza. "Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31).
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