PELIGROS
QUE DEBES EVITAR
Antes de terminar este librito, deseamos
señalarte algunos peligros que es necesario evitar si deseas andar con Cristo.
Es mejor hacer frente desde el comienzo de tu vida cristiana, al hecho de que
habrá algunos tropiezos en el camino. No hay nadie que haya andado en
perfección desde el momento de su conversión hasta que haya ido al encuentro de
su Señor. Así que, si llegas a tropezar, no dejes que Satanás te desanime ni
te mantenga abatido. Levántate, confiesa tus pecados, pídele al Señor que te dé
más de su gracia, y sigue adelante. Avanza hacia el blanco, al premio de la
suprema vocación de Dios, por medio del Señor Jesucristo.
El Tropiezo Número
Uno:
No te fijes demasiado en los hombres.
Recuerda que hace mucho tiempo dijo David: “Mejor es esperar en Jehová, que
esperar en el hombre” (Salmo 118: 8). Muchos cristianos jóvenes se han
desanimado por tener sus ojos puestos en algún otro creyente al cual consideraban
casi perfecto; luego cuando esta persona caía en alguna falta, no podían
entenderlo. Es bueno que observemos la vida de otros creyentes, especialmente
si son mayores y más fuertes que nosotros y si nos pueden prestar ayuda, pero
debemos recordar siempre, que hasta el mejor de los cristianos no es sino un
ser humano, que podrá causarnos una gran desilusión.
Sé que recibes un golpe
terrible cuando alguien al que has respetado como cristiano, quizás un
predicador del evangelio cae en pecado; pero si tienes los ojos puestos en
Jesús y no en un mero hombre, por más que te sientas desilusionado, no has de
caer. El Apóstol Pablo dijo: “Dejando todo el peso del pecado que nos rodea,
corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el
autor y consumador de la fe, en Jesús” (Hebreos 12: 1, 2). Hay quienes se
convierten a algún predicador, en lugar de convertirse a Cristo. Los que así
hacen, son candidatos para una caída. Mientras mantengas los ojos puestos en
Jesús, no te sentirás decepcionado.
Tropiezo Número Dos: No pongas demasiado, ni tu corazón ni tus
deseos, en las cosas materiales. Recuerda que las Escrituras dicen que “el
amor del dinero es la raiz de todos los males” (la. Timoteo 6: 10). Al
escribirle estas palabras el Apóstol Pablo al joven Timoteo, le advirtió
también que “los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en
muchas codicias locas y dañosas” (versículo 9). A través de todas las
Escrituras, se le señala al hijo de Dios, el peligro de las riquezas y de la
prosperidad material, y con frecuencia habló Jesús de las dificultades que
encontraría un hombre rico para entrar en el reino de los Cielos. Al explicar
a sus discípulos la parábola del sembrador y la simiente, el Señor dijo: “Los
cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en
las otras cosas entrando ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Marcos 4:
19). Las riquezas materiales, son por cierto engañosas. Cuánto más bienes
materiales acumulemos, tanto más hemos de querer acumular.
Algunos cristianos se han preocupado tanto
con el aspecto material de la vida, que han descuidado la oración, la lectura
bíblica, la asistencia a la iglesia, el trabajo de ganar almas, y toda otra
actividad espiritual. Están muy atareados tratando de “atender sus empleos.”
Pero detrás de esta preocupación, al parecer tan inocente, está el deseo
insaciable de acumular las riquezas de este mundo, cueste lo que cueste. En
otra parte del evangelio, el Señor Jesús dijo: “No hagáis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; más
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6: 19, 20).
Cuando sientas que el dinero empiece a
dominarte, ve a Cristo en oración y pídele que te conceda la victoria sobre
esta debilidad. Un solo deseo debes tener en lo que a ganar dinero se refiere:
el de emplearlo primordialmente para la gloria de Cristo, utilizando para tus
gastos normales y el cuidado de tu familia, solamente lo indispensable.
Tropiezo Número Tres. No entables amistad íntima con personas que
no sean espirituales. Ya hemos hablado acerca de las amistades, en un
capítulo anterior, pero quisiéramos recordarte que no debes ser demasiado amigo
de personas que se preocupan más de las cosas del mundo que de las de Cristo.
Una persona que no es espiritual, aunque sea cristiano profesante, puede
arrastrarte hacia abajo espiritualmente, alejándote de la senda recta y angosta
del andar con Dios. Cuando veas que la influencia de una persona te esté alejando
de Cristo, procura tener menos intimidad con ella.
Tropiezo Número Cuatro. No adquieras el hábito del chisme y de la
crítica. Muchos cristianos han arruinado sus vidas espirituales por medio
de estas cosas. Es muy fácil criticar y chismear, pero hará mucho daño a tu
bienestar espiritual. Un predicador del evangelio me dijo en cierta ocasión:
“Cuando siento que estoy criticando demasiado, lo miro de frente a Jesús.
Tropiezo Número Cinco. Ten cuidado de evitar el orgullo, de no ser
presumido, y de no tener demasiada confianza en ti mismo. Para ampliar este
pensamiento, séame permitido citar algunos pasajes de las Escrituras: “Digo
pues por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no
tenga más alto concepto de sí que el que debe tener”. (Romanos 12: 3).
“Humillaos delante del Señor, y él os ensalzará” (Santiago 4: 10). “Antes del
quebrantamiento, es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”
(Proverbios 16:18). “Altivez de ojos, y orgullo de corazón ... son pecado”
(Proverbios 21: 4). “Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga” (1 Corintios
10: 12). “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago
4:6).
Y, para terminar, he aquí una palabra final
de exhortación y aliento: “Así que hermanos míos amados, estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro
trabajo en el Señor no es vano”.
G. Christian Weiss
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