"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro» lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay
virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y
recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz será con
vosotros." (FILIPENSES 4:8-9 RV1909)
El pensar y el hacer conforme a este pasaje son las condiciones según
las cuales puede o no el Dios de paz morar en el corazón. Pensar bien y hacer
bien — estos dos traerán la santa paloma celestial a anidarse en tu alma. Como
toda la grandiosa selva está en germen en la bellota, así todo en la vida
tiene su origen en los pensamientos. Las mismas Escrituras recalcan esto, pues
el sabio Salomón dice: "Sobre toda cosa guardada, guarda, tu corazón,
porque de él mana la vida", y ''Cual es su pensamiento en el alma, tal es
él" (Prov. 4.23 y 23:7). En este contexto notamos ya que la paz de Dios
debe guardar nuestros pensamientos, y aquí otra vez dice el texto: "En
esto pensad". Él control de tu pensar, el gobierno de tu mente es, pues,
de suma importancia, y por tres razones.
(1) Porque al pensar en las cosas
que hacer te estás preparando para hacerlas. Luego de revolver un asunto en
la mente, dándolo vueltas y considerándolo bajo todos los aspectos, viene a ser
fácil ejecutarlo. Es como si los pensamientos colocasen los rieles para que
caminara el tren de la acción, o si tendiesen los alambres telegráficos sobre
los cuales correrán luego los mensajes. Muchos de vosotros habréis experimentado
alguna vez que al llegar a una crisis en la vida, la habéis podido sobrellevar
con facilidad por haberla anticipado a menudo en la mente; cuando llegó el
momento para obrar estabais ya tan preparados como si hubieseis ya pasado
anteriormente por esta experiencia. Es, por tanto, de suma importancia que
cuidéis el pensar, porque el pensamiento es el precursor, el heraldo, de la
acción.
(2) El
pensamiento es importante también porque afecta todo el carácter. Cual
piensas, tal eres, casi sin darte cuenta.
Si uno acaricia pensamientos malos no puede sino deteriorarse
moralmente. El apóstol expreso una filosofía profunda en el capítulo uno de Romanos,
donde dice que, como no quisieron tener a Dios en su noticia, sino se
encendieron en sus concupiscencias, Dios los entregó a inmundicia, a afectos
vergonzosos, "para contaminar sus cuerpos entre sí, etcétera." Si un
hombre está continuamente abrigando en su corazón pensamientos indignos,
impuros y falsos, él mismo llegará a ser indigno, impuro y falso; pues el
carácter asume la tez y el tono del pensar interior. Si, en cambio, un hombre
cultiva siempre pensamientos nobles no puede menos que ser noble; si es
generoso en el pensamiento lo será en el acto; si es bondadoso y cariñoso en su
pensamiento lo será en su porte. Los pensamientos son los telares de la vida
íntima, que funcionan día y noche, tejiendo las vestimentas del alma. Si pones
cuidado en lo que piensas, los pensamientos moldearán inconscientemente tu
carácter.
(3) El
pensamiento importante porque de las ideas vienen los ideales.
Cada uno sigue en pos de su ideal. Colón, tras mucho pensar, se
convenció de que la tierra era redonda, y esa convicción le determinó a echar
su barco al mar y tomar su rumbo al occidente. Washington pensó que el gobierno
debiera basarse en el sufragio universal y el libre voto del pueblo, y esta
idea resultó en la formación de los Estados Unidos. Wilberforce luchó por la
abolición de la esclavitud, porque creyó que cada ser humano es libre delante
de Dios, creado para ser responsable solo a su Creador, sin coerción de parte
de sus semejantes.
Puede ser que estas palabras sean leídas por hombres y mujeres jóvenes
en cuyos cerebros se están formulando grandes pensamientos. Si habéis de llegar
a ser más que meros entusiastas soñadores inútiles, tendréis que llegar al
momento, como dice Emerson, de uncir el carro de vuestro pensamiento a la
estrella de vuestro ideal. Únicamente así se erguirá delante de vuestros
semejantes una vida noble que dejará huellas de bendición en el mundo. Joven
amigo, si quieres ser algo más que soñador visionario, tu pensamiento debe
expresarse en industria y energía hasta bañar tu frente de sudor o culminar en
sufrir el martirio.
Es notable cómo Bunyan hace decir a Ignorancia, mientras caminaba al
lado de los dos peregrinos de más experiencia: "Mi corazón es tan bueno
como el de cualquiera", y agrega, "en cuanto a mis pensamientos, no
les hago caso." Probablemente existen muchas personas que no hacen caso
de sus pensamientos; dejan la puerta de su alma abierta de par en par, para que
entre cualquier intruso, sea del cielo o del infierno. De modo que los
pensamientos del mundo, de vanidad, de impureza, pensamientos inspirados por
demonios pero revestidos de traje de ciudadano respetable, irrumpen por esta
puerta ancha y arrasan el patio adentro llenándolo con su bulliciosa turba. Tales
personas, sin discernimiento, ni cuidado, ni atención de su parte, permiten que
los invadan y se posesionen de ellos pensamientos de que debieran
avergonzarse, que entran y salen y hacen a su gusto. Es por esta razón que tú
encuentras a veces Heno de pasiones tu corazón, pues algún conspirador se ha
metido disfrazado en la ciudadela con explosivos escondidos debajo de sus ropas.
Es así que se llenan nuestros corazones algunas veces de odios, malicia, rencores,
con sentimientos malos contra Dios y nuestro prójimo, porque hemos dejado de
poner guarda a la entrada principal.
Pensad con cuidado, pensad con reverencia, dice el apóstol; poned mucha
atención en cómo pensáis. Casi se pudiera decir, podéis vivir como queréis con
tal que cuidéis vuestro pensar. En los grandes hospitales se revisa a los que
llegan en días de visita para evitar que se introduzcan algunos comestibles
perjudiciales a los enfermos, que malograrían el tratamiento médico. Ojalá tuviésemos
siempre un vigilante a la puerta del corazón para escudriñar cada pensamiento
antes que entre. Cuántas veces descubrimos que algún pensamiento, aparentemente
respetable, era en realidad un traidor del mismo abismo que intentaba entrar
para encender en nuestro corazón el fuego del pecado.
Posiblemente esto es lo que quiso decir Pablo cuando habló de ser
crucificado con Cristo; el luchar contra las huestes de malos pensamientos que
nos atacan. Para el recién convertido no hay nada que hace sufrir más que aquel
choque entre los pensamientos intrusos y el nuevo principio divino que ya
quiere imperar. Si tan sólo por unas horas te pones en guardia a la puerta de
tu corazón, verás cómo con cuánta dificultad, casi con dolor, se lucha para
excluir a los que ya tienes por sospechosos. En sostener esta lucha se
aprende, quizás por primera vez, lo que significa la cruz de Cristo. Hasta te
puede hacer sudar el esfuerzo tan intenso para resistir ciertos pensamientos
tentadores — tan fascinadores, atractivos, tan halagadores, que se presentan
con suma gracia. Anteriormente cuando uno no tenía normas tan elevadas, cuando
se daba menos cuenta de lo insidioso de la tentación tras ciertos pensamientos
muy atrayentes, se les había franqueado la entrada, pero ahora ya se libra un
conflicto tremendo a la puerta del alma para cerrar el paso no sólo contra los
pensamientos atrevidos y malos, sino contra los más placenteros y seductores.
Pero si fuésemos librados a esta constante vigilancia y esta terrible
lucha contra pensamientos malos, la vida se volvería casi insoportable
Acordémonos entonces, que no solo lo negativo pero también lo positivo, no solo
la destrucción sino también la construcción, constituyen la regla de la vida
cristiana. No la tumba de Cristo, sino el poder de su resurrección es la base
de nuestra esperanza; por lo cual Pablo sigue y nos dice en que debemos ocupar
la mente, dándonos seis clases de pensamiento de modelo:
1.
"Todo lo que es verdadero".
Desechando de tu mente lo falso, admite lo verdadero solamente, puesto que
toda vida individual, todo gobierno, todo negocio y empresa comercial, que no
estén fundados en la verdad se desmoronarán tarde o temprano. Si se pudiera
visitar este mundo siglos más tarde, se hallaría que las mentiras que ahora se
blasonan en el escenario y parecen tan vigorosas como los cardos de primavera,
se habrán desvanecido del todo. Medita pues en lo verdadero.
2. "Todo lo honesto". La palabra honesto en griego significa — "serio, digno de
reverencia, lo que merece respeto" — todo lo que es respetable, que se
granjea respeto. Excluye de tu mente lo deshonesto y admite solo lo que es
digno de Dios.
3. "Todo lo justo". Sé siempre justo en tu estimación de otros, acordándoles lo que
merecen. Si son tus superiores, sé justo al criticarlos; sin son iguales,
trátalos como quisieras que ellos te traten a ti; si son tus inferiores, sé
justo y compasivo con ellos. Elimina todo lo injusto en tu hablar u obrar,
cultiva todo lo justo.
4. "Todo lo puro." Aquí entra la lucha del joven para contrarrestarlo impuro, por más disimulado
y acicalado que aparezca y admitir en el corazón solamente lo que es bien puro,
como el lirio, como la luz.
5. "Todo lo amable". Aquello que es de acuerdo con el amor descrito en 1 Cor. 13, aquello
que emana del corazón amoroso y que sirve para derretir el hielo del egoísmo
que se ha formado en otros corazones.
6. "Todo lo que es de buen
nombre". Como aquellos siete hombres de buen testimonio (Hechos
6:3); como María de quien testificó el Señor. "Ella ha hecho lo que podía";
como el siervo con los diez talentos a quien el Señor dijo, "Bien hecho,
buen siervo y fiel" — todo lo que hay en el prójimo de virtuoso y que
merece la aprobación de Dios, en esto, dice el apóstol, en esto pensad.
Que se pongan estas seis centinelas ante la entrada de tu corazón, para
recusar cada pensamiento que se presenta, y admitir solo los que se pueden
aprobar de verdadero, justo, puro, amable, y de buen nombre. Oh Dios, manda a
estos seis centinelas en nuestras almas para que de hoy en adelante, todo el
gobierno de nuestro ser esté bajo su fuerte, saludable y sereno dominio; que
todo lo que no sea de su agrado sea sojuzgado, y todo lo aprobado de ellos sea
aceptado para llenar el corazón y hacer allí morada permanentemente.
Quizás me dirás que el ideal es demasiado alto. Sí, es alto, pero
escúchame: tenemos que creer que cada uno de estos atributos fue ganado por
Cristo para cada uno de nosotros — ganado por él. En él eran innatos, pero él
los adquirió, porque los ganó por medio de la tentación. Los retuvo como suyos
mientras encaró las tentaciones más terribles que se hayan presentado a ser
humano. Habiendo soportado todo, murió, resucitó, y llevó a la diestra de Dios
una perfecta humanidad en que estos atributos eran eternamente inherentes, y
entonces envió a su Santo Espíritu para reproducir esta humanidad resucitada en
cada uno que cree en él. La fe es el medio por el cual recibimos mediante el
Espíritu Santo la naturaleza de Jesucristo en nuestros corazones: de modo que
en vez de hablar justicia, pureza y templanza, como de tantas cualidades
abstractas, hablemos de aquel en quien estos atributos son encarnados. Por la
fe le recibimos a él, y habiéndole recibido a él, recibimos aquellas cualidades.
Deja que el Espíritu Santo reproduzca a Cristo en ti.
Acabamos de decir "Pónganse estas seis centinelas a la puerta para
probar todos nuestros pensamientos." Pero es mucho mejor decir: "Que
se ponga el Señor Jesús a la puerta para probarlos", pues él puede, no
sólo hablar sino hacer retroceder las huestes de malos pensamientos. "Deja
que Cristo guarde tus pensamientos, probándolos, desbaratando todos los malos,
y llenando el alma con su gloriosa presencia."
Este es el secreto de la presencia inmanente del Dios de paz. El puede
morar solo donde el corazón está guardado libre de pensamientos feos y llenado
del Espíritu de su Hijo. "El Dios de paz será de vosotros.".
No hay comentarios:
Publicar un comentario