miércoles, 1 de agosto de 2012

La Oración y los cultos de oración


Capítulo 1
¿Ha estado alguna vez en una reunión de oración donde un hombre de rodillas se pone a explicar principios, desarrollar doctrinas, que sonaba más como un predicador que un penitente? Y seguramente se habrá preguntado si le estaba hablando a Dios o a la gente.
¿Ha estado alguna vez en un lugar donde la vida espiritual parece tan estéril, donde nunca se oye de una conversión y donde un formalismo dañino se ha establecido?
¿Ha escuchado oraciones largas, indefinidas y tan apagadas que lo cansan y hacen que la reunión no tenga sentido ni poder?
¿Ha deseado alguna vez que la gente haga oraciones cortas, fervientes y específicas pidiendo lo que quieren, y esperando lo que piden? Tal vez se pregunte cómo se podría lograr esto.
Hay porciones bíblicas que nos dicen cómo orar, expresar nuestra necesidad, y luego esperar la bendición. Hay una base Escritural donde están las condiciones para la oración. Podemos alcanzar los mismos tesoros de los cielos, para nuestro propio beneficio, el de nuestra familia, para toda la iglesia del Señor, y para la viña de Cristo.
La Palabra de Dios nos dice: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho" (Juan 15:7). "Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él" (1 Juan 3:21,22). Cuando el apóstol deseaba que los creyentes oraran por él, les presentó la condición moral de su ruego al decir: "Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo" (Hebreos 13:18).
Estos versículos enseñan que la oración efectiva se basa en un corazón obediente, una mente limpia y una buena conciencia. Si no estamos en comunión con Dios, si no permanecemos en Cristo, si Sus santos mandamientos no nos gobiernan, si no somos honestos de corazón, ¿cómo podemos esperar las mejores respuestas a nuestras oraciones? Estaríamos haciendo lo que Santiago dice: "Pedís mal, para gastar en vuestros deleites" (4:3). ¿Cómo puede Dios, siendo un Padre Santo, concedernos tales peticiones? ¡Imposible!
Necesitamos reconocer la base moral en que presentamos nuestras oraciones. ¿Cómo podía el apóstol Pablo pedirles a los hermanos que oraran por él si él no hubiera tenido una buena conciencia, un corazón honesto, y una mente limpia? Esto nos demuestra claramente el deseo de Pablo de vivir honestamente en todo. ¿Qué de nosotros?

Corazón y mente
Podemos caer en el hábito de pedirles a otros, a la ligera y regularmente, que oren por nosotros, sin darle la debida importancia. No hay nada más precioso que saber que el amado pueblo de Dios está orando por uno. Pero, ¿le damos la debida importancia a la base moral? Cuando decimos "Oren por nosotros, hermanos", ¿podemos decir como en la presencia del que examina los corazones, "pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo"? De la misma manera, cuando nos inclinamos ante el trono de gracia ¿tenemos un corazón honesto que no nos condena, y manos limpias? ¿Permanecemos de veras en Cristo y cumplimos Sus mandamientos?
Estas preguntas nos examinan. Van a lo más profundo del corazón, a las verdaderas raíces de las fuentes morales de nuestro ser. Pero es bueno que nuestras oraciones nos examinen espiritualmente. Hay mucha falta de realidad en nuestras oraciones. Hay una falta triste de base moral, una gran cantidad de "malas peticiones" o "peticiones al aire" que hacen que nuestras oraciones no tengan poder ni efectividad. David dijo: "Si en mi corazón hubiese yo mirado la iniquidad, el Señor no me habría escuchado" (Salmo 66:18). ¡Qué grandioso! Nuestro Dios quiere la realidad de las cosas. El desea la verdad. El es verdadero con nosotros. El quiere que vayamos a El como somos en realidad, con lo que verdaderamente buscamos.
¡A menudo, nuestras oraciones privadas y públicas no son así! Nuestras oraciones son más como discursos que peticiones; más como exposiciones doctrinales que expresiones de necesidad. Es como si quisiéramos explicarle los principios a Dios y darle grandes cantidades de información.
Estas cosas les dan una influencia deprimente a nuestras reuniones de oración y les roban la frescura, interés y valor. Los que saben lo que es la oración y que se dan cuenta y experimentan su valor van al servicio de oración a orar, no a escuchar discursos, conferencias y exposiciones de personas que están de rodillas. ¡Para ellos el culto de oración es el lugar para expresar las necesidades y esperar la bendición!
Es el lugar donde se expresa la debilidad y se espera el poder. Esta es su idea del lugar donde se acostumbra orar. Cuando estos cristianos van allí, no están dispuestos ni preparados para escuchar largas predicaciones en las oraciones.
Esto está escrito claramente porque se siente una profunda falta de realidad, sinceridad y verdad en nuestras oraciones y reuniones de oración. ¿Qué puede ser más doloroso que escuchar a una persona de rodillas explicar principios y desarrollar doctrinas? ¿Está la persona habiéndole a Dios o a nosotros? Si le está hablando a Dios, nada puede ser más irreverente o profano que tratar de explicarle estas cosas a El. Si la persona nos está hablando, entonces, no es oración y lo más pronto que se levante de la "oración" tanto mejor porque sería más provechoso que diera una conferencia de pie y nosotros en nuestros asientos.

Arrodillarse para orar
¿Debemos permanecer sentados durante ratos santos y solemnes de oración? Reconocemos que la gran necesidad en la oración es tener la actitud correcta en el corazón. Sabemos que muchos de los que van a las reuniones de oración son de edad, están enfermos, delicados, y que no se pueden arrodillar por ratos largos, si es que lo pueden hacer. En otros casos hay falta de campo para arrodillarse.
Estos son asuntos que requieren soluciones prácticas. Sin embargo, hay una lamentable falta de reverencia en muchos cultos de oración. Tratemos de arrodillarnos siempre que nos sea posible. Esto expresa reverencia. El bendito Maestro, "puesto de rodillas oró" (Lucas 22:41). El apóstol Pablo hizo lo mismo. "Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos" (Hechos 20:36).

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