sábado, 1 de diciembre de 2012

21 de Diciembre de 2012


                   Se ha hablado incansablemente sobre lo que marca esta fecha para la humanidad. Se ha hablado que corresponde al inicio de un nuevo ciclo, se ha hablado  que corresponde al fin de los tiempos. En fin, se ha dicho tantas cosas que son sólo palabras para confundir. Es un arma más que usa el maligno para engañar a la humanidad y así lograr que se alejen de las  Palabras que dan vida y del verdadero camino. Porque los incautos seres humanos prefieren creer cualquier cosa que tenga olor a místico y que no les recuerde que son seres pobres, ciegos, miserables y desnudos (cf. Apocalipsis 3:17), que son seres que van camino a la perdición (cf. Proverbios 14:12; Mateo 7:13; 2 Tesalonicenses 1:5-10). Prefieren creer ilusamente que tienen posibilidad por si mismo de lograr algún tipo  de redención, están construyendo su propia babel (cf. Génesis 11:1 ss.),  pero Dios los juzgará.
            Para el creyente la fecha no debe significar nada, porque tenemos la seguridad que sea el arrebatamiento y, por consiguiente del inicio de la gran tribulación, lo sabe sólo el Padre, es una fecha que sólo Él designará, es una fecha que ni el Hijo eterno, nuestro Señor Jesucristo, sabe (Mateo 24:36; Marcos 13:32). Si la palabra revelada por Dios nos dice esto ¿cómo es posible  que un pueblo totalmente idolátrico pueda tener tal revelación, que pueda indicarnos la fecha que ni su Hijo sabe? ¿Es que hay otra revelación que desconocemos? ¡Imposible! ¡No hay otra! Dios tiene una sola revelación, que es su Palabra escrita, y las demás son mentiras. Sólo Dios el Padre sabe la fecha y es soberano para decidir, tal como el Señor Jesucristo lo dijo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones,  que el Padre puso en su sola potestad…” (Hechos 1:7).
S.K.R

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