Oí la voz del Salvador
Decir con tierno amor:
“¡Oh, ven a mí, no temas más,
Cargado pecador!”
Tal como fui, a mi Jesús
Cansado acudí,
Y luego, dulce alivio y paz
Por fe de él recibí.
Oí la voz del Salvador
Decir: “Venid, bebed;
Yo soy la fuente de salud
Que apaga toda sed.”
Con sed de Dios, del vivo Dios,
Buscando a Emanuel,
Lo hallé; mi sed él apagó,
Y ahora vivo en él.
Oí su dulce voz decir:
“Del mundo soy la luz;
Miradme a mí y salvos sed,
Hay vida por mi cruz.”
Mirando a Cristo, luego en él
Mi norte y sol hallé;
Y en esa luz de vida, yo
Feliz siempre andaré.
Horatius Bonar
(19 Diciembre de 1808- 31 de Mayo de 1889)
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