Un Nuevo año hemos iniciado, y esperamos con anhelo
que este sea el que el Señor tiene designado para venir a buscarnos de acuerdo
a su promesa (Juan 14:1-3; 17:24 cf. 2 Pedro 3:9; 1 Corintios 15:23: 1 Tesalonicenses
2:19; 3:13; 4:15). Pero mientras esperamos, no seamos como el mayordomo que
descuidó sus obligaciones y se entregó a otras que no le correspondían (Lucas
12:45).
Nuestra obligación es
predicar el evangelio a toda persona, ya sea en forma directa o indirecta. Es
decir, por medio de la predicación formal, por medio de una conversación o por
la entrega de literatura que hablan acerca de la Salvación que el Señor logró
en la cruz del Calvario. Y en forma indirecta, por medio de nuestra vida diaria
y comportamiento intra y extra familiar (o laboral).
Respecto a lo anterior,
en una conversación con una persona que nunca ha leído la Biblia, mencionó la
siguiente expresión: “El cementerio está lleno de personas que no
querían morir”. ¡Y cuánta verdad hay en sus palabras! Porque
instintivamente el hombre que no tiene a Cristo no desea morir porque no sabe
que le deparar al cruzar el “rio” de la muerte. Como cristianos sabemos que nosotros,
como dice el himno, “tenemos un futuro esplendor” porque hemos aceptado a
Cristo como Salvador Personar y es Señor de nuestras Vida, porque hemos creído
a su Palabra (Juan 5:24; 8:31; 8:51) y pasamos de las tinieblas a la luz. Ahora
somos luz en el mundo (Mateo 5:14; Juan 8:12; Hechos 13:47). Como luminarias
debemos cumplir ese objetivo, no debemos ocultarnos (cf. Mateo 5:15; Lucas
8:16). Es verdad que recibiremos oprobio y desprecio por serlo, pero nuestro
Señor nos dio ejemplo (y también sus discípulos ayer y ahora) de seguir
adelante a pesar de tener al mundo en contra (Juan 15:18).
No podemos excusarnos
que no tenemos la suficiente capacidad para predicar o anunciar el evangelio,
ya sea porque nuestro nivel de estudio no fue completo o porque somos “duros de
cabeza” y no retenemos lo que nos enseñan. “Y si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Por lo cual, no
seamos como los receptores de la carta a los Hebreos que no habían avanzado en
nada en su crecimiento cristiano (Hebreos 5:12-13).
El objetivo de esta publicación es
que crezcamos en el conocimiento de la fe, por lo cual los incita a estudiar
las Escrituras y tengáis un apoyo en los estudios que hermanos fieles han hecho,
con objeto que estéis capacitados para divulgar el evangelio.
Fijémonos que de toda oportunidad
perdida se nos pedirá cuenta y si no avisamos oportunamente y un alma se pierde
por no haberle predicado pudiendo hacerlo, se nos demandará (vea Ezequiel 33:6;
34:10; y Lucas 12:48). Tenemos una responsabilidad inmensa y debemos cumplirla.
Y si queremos que el Señor, cuando estemos en su tribunal (1 Corintios 5:10),
nos diga “buen siervo y fiel” (Mateo 25:21,23), entonces debemos cumplir lo que
nos manda (Mateo 28:19).
El Señor los Bendiga en este año nuevo.
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