Usamos este título en el sentido de lo que parece grande en los ojos del
hombre natural, cuando empieza a pensar que él tiene importancia y está inclinado
a confiar en sí mismo.
De Uzías, rey de Judá, leemos que se activó en el fortalecimiento de su
reino y fue prosperado en gran manera "hasta hacerse fuerte. Más cuando
fue fortificado, su corazón se enalteció hasta corromperse" (2 Crónicas.
26:15, 16), y se aventuró en el templo para unir el oficio de sacerdote con el
de rey: el orgullo se apodero de él, y Dios le hirió de lepra. La prosperidad
constituye una prueba de carácter más fuerte que la adversidad.
Otro caso es el de Ezequías, el que había tenido experiencia maravillosa
de la intervención divina a favor del reino de Judá, y después en su enfermedad
física, curándole Dios en contestación a su oración. Parece que el rey se dejó
vencer por la soberbia, e hizo ostentación de su poder y riquezas ante los
embajadores de Babilonia. (2 Reyes 20:13 y 2 Crónicas. 32:25.) Es con alivio
que después leemos de su humillación delante de Dios, y la consiguiente restauración
de su alma al Señor. ¡Qué peligroso es el engreimiento! ¡Cuánto daño produce!
Esto se puede ver también en la experiencia del apóstol Pablo en 2 Corintios
12:7-10. Habiendo recibido semejantes revelaciones en su traslado "hasta
el tercer cielo", había peligro de altivez de espíritu. El Señor en su
misericordia permitió una debilidad física para que el gran apóstol no se
levantara descomedidamente, y llegó a la condición de ánimo en que podía
gloriarse más bien en sus flaquezas, "porque habite en mí —decía— la potencia
de Cristo". Y ¡cuánto ha ganado la iglesia porque el apóstol fue mantenido
en humildad para que el Señor le usara!
Podemos ver asentado el mismo principio en Jueces 7:2 "El pueblo
que está contigo es mucho... porque no se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi
mano me ha salvado". El gran ejército de 32.000 hombres tiene que
reducirse a un grupo de 300, porque en estas condiciones no hay lugar para la
jactancia del hombre. Su imaginada fortaleza es un peligro. Y el jefe, Gedeón,
es el menor de la casa de su padre y miembro de la mitad de una tribu: éste es
el instrumento de que Dios se puede valer para derrotar al enemigo.
La imagen que se describe en Daniel 2, ¡qué grande e imponente es! El
poderío del imperio humano parece invencible. Pero una piedra "cortada
sin manos" cae sobre los pies de la imagen, y todo se reduce a un montón
de escombros que el viento lleva como tamo. Y este es el propósito fundamental
de Dios, como se lee varias veces en Isaías: "La altivez de los ojos del
hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová sólo
será ensalzado en aquel día". (Isaías 2:11.)
Y todavía los hombres se empeñan en formar algo grandioso y poderoso:
Las Naciones Unidas; La Unión Soviética; El Concilio Mundial de las Iglesias;
y otras cosas por ti estilo que contribuyen a glorificar a la humanidad: todo
esto está en boga en el día de hoy, Hacernos bien en alejarnos de tales entidades
y seguir adelante en quietud, pero con tesón, procurando conocer cada vez más
de la voluntad de Dios para ponerla por obra.
Sendas de
Vida 1977.
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