viernes, 2 de enero de 2015

¿Cuándo?

¿Dónde está la promesa de su advenimiento? (2ª Pedro 3:4)

EN EL PRIMER capítulo de 2 Pedro se acentúa el valor de "la Palabra Profética más permanente" (2 Pedro 1: 19). El capítulo siguiente predice el juicio terrible de los que se desvían de las Escrituras y sus amonestaciones. El capítulo tercero en el cual se en­cuentra la pregunta, ¿Dónde está la promesa de Su advenimiento? trata de los burladores de los postreros días, quienes niegan completamente las ver­dades de las Escrituras. Dicen, "¿Dónde está la promesa de Su adveni­miento? porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas per­manecen así como desde el principio de la creación."
Evidentemente estos burladores no son los irreligiosos, desechados de la sociedad, porque tal gente no habla de "los padres". No, son líderes religio­sos que no solamente se ha desviado, sino que niegan lo que se enseña cla­ramente en la Palabra de Dios — la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Pablo es el gran expositor de la ve­nida del Señor para Sus santos, mien­tras que Pedro habla más del reino, y la venida en gloria con Sus santos. El último tema, distinto del primero, es uno que luce mucho en las páginas del Antiguo Testamento, tanto como en el Nuevo. Profetas, sacerdotes, reyes, y hombres justos en todos los siglos tenían puestos sus ojos ansiosos hacia el Este, si quizá pudieran tener la pri­mera ojeada de aquella "Estrella de Jacob" mencionada en Números 24:17, como Cristo Mismo nos asegura en Lucas 10:24. Otra vez Él dice, "Abraham se gozó por ver Mi día; y lo vio, y se gozó" (Juan 8:56). Job habló de ella con certidumbre cuando en medio de su prueba severa dijo, "Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo. "Todo el Salmo 72 es­pera este evento tan glorioso, y halla­rá su completo y literal cumplimiento en aquel día. En verdad, no solamen­te un artículo corto, sino un libro podrían escribirse sobre las referencias en el Antiguo Testamento, la promesa del Señor, "Yo vendré otra vez, " bri­lla como un faro que ha dado ánimo a los corazones de multitudes sin núme­ro, y ha inspirado muchos de nuestros himnos más preciosos, y canciones de alabanzas.
Pero en cambio, esos rayos amonestadores iluminan el futuro de todos aquellos que rechazan el evangelio de Dios y continúan en sus pecados. Para ellos sólo hay "una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios" (Hebreos 10: 27). Porque "El Señor Jesús se mani­festará del cielo... en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocie­ron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales serán castigados con eterna perdi­ción" (2 Tesalonicenses  1:7-9).     
Sendas de Luz, 1969

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