Capítulo 2
A Tito se le encarga ocuparse de que todos estén de
acuerdo con propiedad moral y relativa: el peligro de olvidar la gracia y el
orden santo entre los cristianos
Versículos 1-10. A Tito, que no sólo debía designar a otros para el
propósito, sino que, estando allí revestido con autoridad, él mismo debía velar
sobre el orden y el andar moral de los Cristianos, se le encomendó (tal como es
el caso a través de estas tres epístolas) ver que cada uno, conforme a su
posición, anduviese en concordancia con una propiedad moral y que guarde
relación - una cosa importante, y que protege de los ataques de Satanás, y de
la confusión en la asamblea. La verdadera libertad reina en la asamblea; el
orden moral la asegura; y el enemigo no encuentra mejor ocasión para deshonrar
al Señor y arruinar el testimonio y arrojar a todos en el desorden dando así
ocasión al mundo para blasfemar, que el olvido de la gracia y del orden santo
entre los Cristianos. No nos engañemos: si estas cualidades no se mantienen (y
ellos son bellos y preciosos), entonces la libertad (es hermosa y preciosa, y
desconocida para el mundo, quienes ignoran lo que la gracia es), la libertad
excelente de la vida cristiana, da lugar al desorden que deshonra al Señor y
arroja confusión moral en todas las cosas.
Hombres destruyendo la libertad
Cristiana donde hay desorden: el remedio verdadero: el Espíritu reconociendo
cada relación con Dios como formada: los Cristianos han de actuar de forma
adecuada a la relación
A menudo, al percibir que la debilidad del hombre brinda la ocasión al
desorden donde reina la libertad cristiana, en lugar de buscar el verdadero
remedio, los hombres han destruido la libertad; ellos destierran el poder y la
operación del Espíritu - pues donde está el Espíritu, hay libertad en todo
sentido - el gozo de las nuevas relaciones en las cuales todos son uno. Pero,
mientras separa cada vínculo por causa del Señor cuando es necesario, el
Espíritu reconoce cada relación que Dios ha formado; incluso cuando nosotros la
rompemos - así como la muerte lo hace - a través de la exigencia del
llamamiento de Cristo, que es superior a todas ellas. Pero mientras estemos en
ellas (el llamamiento de Cristo aparte), hemos de actuar de manera apropiada a
la relación. La edad y la juventud, marido y esposa, hijo y padre, esclavo y
amo, todos tienen que mantener sus propias propiedades esenciales para mantener
el orden el uno hacia el otro, y un comportamiento en concordancia con la
posición en que estamos.
La sana doctrina manteniendo todas las propiedades
morales: el fundamento de la conducta de los santos
La "sana doctrina" tiene en
cuenta todo esto, y, en sus advertencias y exhortaciones, mantiene todas estas propiedades.
Esta es la enseñanza que el apóstol da aquí a Tito, con respecto a los
ancianos, las ancianas, las mujeres jóvenes (en relación a sus maridos, sus
hijos, y su vida entera, que debería ser doméstica y modesta); a los jóvenes,
para quienes Tito debía ser siempre un modelo; a los esclavos, con sus amos; y
luego, los deberes de todos hacia los magistrados, y, en realidad, hacia todos
los hombres. Pero, antes de ocuparse de este último punto, él establece los
grandes principios que son el fundamento de la conducta de los santos entre
ellos en este mundo. Su conducta hacia los magistrados y el mundo tiene un
motivo diferente.
La base y el motivo para la conducta Cristiana en la
asamblea: el motivo para el carácter del andar de ellos en el mundo
La conducta de los cristianos en la asamblea, como tales, tiene como su
base y motivo las doctrinas especiales del Cristianismo. Nosotros encontramos
estas doctrinas y motivos en el capítulo 2: 11-15, porción que habla de esa
conducta.
El motivo particular para el carácter del andar de ellos, con respecto al
mundo, lo encontramos en el versículo tercero y los versículos siguientes del
capítulo 3.
Un resumen del Cristianismo como una realidad práctica
para los hombres: la gracia de Dios trayendo salvación
Versículos 11-15. Estos versículos contienen un resumen notable del
Cristianismo, no exactamente de sus dogmas, sino como una realidad práctica
para los hombres. La gracia se ha manifestado, no limitada a un pueblo
particular, sino a todos los hombres; no se ha manifestado cargada con promesas
y bendiciones temporales sino trayendo salvación. Viene de Dios a los hombres
con salvación. No espera justicia del hombre, trae salvación a los que la
necesitan. Preciosa y sencilla verdad, que nos hace conocer a Dios, que nos
coloca en nuestro lugar, pero conforme a la gracia que ha sobrepasado toda
barrera para dirigirse, en la bondad soberana de Dios, ¡a todo hombre en la
tierra!
Enseñanza perfecta con respecto a nuestro andar en este
mundo
Habiendo traído esta salvación, ella nos instruye perfectamente en cuanto a
nuestro andar en este mundo; y eso, en relación a nosotros mismos, y a los
demás hombres, y a Dios. Renunciando a toda impiedad, y a todos los deseos que
encuentran su gratificación en este mundo, hemos de poner freno a la voluntad
de la carne en todo aspecto y vivir sobriamente; tenemos que reconocer las
demandas de los demás y vivir justamente; debemos reconocer los derechos de
Dios sobre nuestros corazones y ejercer la piedad.
Nuestro futuro iluminado por la gracia
Pero nuestro futuro también está iluminado por la gracia. Ella nos enseña a
aguardar la esperanza bienaventurada, y la manifestación de la gloria de
nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
Lo que la gracia hace; lo que Cristo ha hecho
La gracia se ha manifestado. Ella nos
enseña de qué manera andar aquí abajo, y a esperar la manifestación de la
gloria en la Persona de Jesucristo. Y nuestra esperanza está bien fundamentada.
Cristo es justamente precioso para nosotros. Podemos tener confianza plena de
corazón al pensar en Su manifestación en gloria, así como el motivo más
poderoso para una vida consagrada a Su gloria. Él se dio a sí mismo por
nosotros, para redimirnos de toda iniquidad, y para purificar para sí un pueblo
en Su derecho propio, y que fuese celoso - conforme a Su voluntad y a Su
naturaleza - de buenas obras.
El Cristianismo como la obra de la gracia de Dios
El Cristianismo es esto. Ha provisto
para todo, el pasado, el presente, y el futuro, conforme a Dios. Nos libra de
este mundo, haciéndonos un pueblo apartado para Cristo mismo, conforme al amor
en el cual Él se dio a sí mismo por nosotros. Se trata de una purificación,
pero una purificación que nos consagra a Cristo. Nosotros pertenecemos a Él
como Su peculiar porción, Su posesión en este mundo; animados con el amor que
está en Él, para hacer el bien a los demás y testificar de Su gracia. Este es
un precioso testimonio de lo que el Cristianismo es, en su realidad práctica,
como la obra de la gracia de Dios
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