lunes, 3 de abril de 2017

Doctrina: Cristología. (Parte XVI)

Jesús el Mesías


El Mesías y su Triple Cargo.
 2. Sacerdote
Al hacer una comparación entre un profeta y un sacerdote, de una forma resumida podemos decir que un “profeta  hablaba lo que Dios quería decir al hombre”; en cambio el sacerdote intercedía ante Dios por el hombre; y ofrecía sacrificios (holocaustos) para aplacar la ira de  Dios, para que sea propicio a nosotros.  O como lo define Pearlman: “Un Sacerdote, en el sentido bíblico del vocablo, es una persona divinamente consagrada para representar al hombre ante Dios y ofrecer sacrificios que le aseguren el favor divino”[1] (Hebreos 8:3). O como lo define Alonso: “Un sacerdote es uno que es designado para actuar en beneficio de los hombres, en relación con Dios, y delante de Dios. El propósito último, el más elevado, es traer a los hombres hacia Dios. El objetivo fundamental. La razón de ser del Sumo Sacerdote, es que el hombre pueda tener acceso a Dios”[2].
Podemos expresar en forma Gráfica lo descrito anteriormente, que en el caso de los profetas, la comunicación era de Dios hacia el hombre, y éste, el profeta, podía registrar el mensaje en forma impresa para que fuese leída (cf. Jeremías 36:2, 28) y/o luego predicarlo para que el pueblo tuviese conocimiento de lo que Dios pensaba y que esperaba del hombre.
En el caso del sacerdocio, vemos en la gráfica que  realiza los sacrificios por el pueblo o lleva las rogativas a Dios para que este se muestre benevolente con un pueblo sinceramente arrepentido (Lucas 18:9-14; Levítico 4:31; cf. Isaías 1:11).
El término hebreo “kohen” y el griego “hieréus” son los que la Palabra de Dios emplea para designar a los sacerdotes del Dios verdadero. El vocablo griego nos da la idea de algo consagrado a Dios, pero el hebreo proviene de una raíz que denota intercesión en favor de otros…[3]
El sistema de sacerdocio de Israel es conocido como levítico, es decir que procede de la tribu de Leví, y específicamente de la familia de Aarón. Nadie más que ellos podía ejercer el oficio de sacerdote (cf. Números 16:1-40).
         Durante todo el tiempo[4] que existió el tabernáculo y, después, el templo en Israel se realizaron muchos miles de sacrificios  de animales. Pero estos sacrificios eran ineficaces para eliminar las consecuencias del pecado, sino simplemente los cubrían[5]. A pesar de la gran cantidad de sacrificios, su efecto era momentáneo, ya que, tal como lo describe el autor de la carta a los hebreos  (10:2-3), que de haber sido beneficioso para el hombre, no hubiera sido necesario que muriesen tantos animales (víctimas inocentes) en propiciación del hombre.

A modo  excursus diremos que aunque  pasaron casi cuarenta años desde la muerte de nuestro Salvador antes que cesaran los sacrificios en el templo en el año 70 d.C., el  sacrificio de Cristo en la cruz fue el último holocausto por el pecado y por excelencia fue el mejor de todos, ya que cumplió con el propósito de Dios. Fue a su Hijo  “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos  3:25).                                             


         Un sacerdote no podía ser cualquier persona debía tener ciertas características. Encontramos en las Escrituras cuales eran los requisitos que se debían cumplir para ser sumo sacerdote.
·        Primero: este debía salir de entre los hombres (Hebreos 5:1-2).
·        Segundo: debía ser escogido por Dios, como lo fue Aarón (Hebreos 5:4). En Números 16 encontramos la rebelión de Coré, y Moisés les indica el modo como Jehová escoge  al elegido  para el oficio (v. 5).
·        Y el tercer requisito es que debe de ser consagrado a Dios, no dedicado a otras actividades, tal como sucedería después en la historia de Israel.
El Libro de Levítico indica que el sacerdote es santo, apartado para Dios y que debe cumplir con ciertos requisitos importantes para su consagración (21:1-7). Recordemos que el Sumo Sacerdote en su mitra llevaba grabada estas palabras: Santidad a Jehová (Éxodo 28:36; 39:30).
         De acuerdo a lo que nos dice la Escritura, Cristo procedía de tribu de Judá y de la familia de David (Mateo 1:1, 2; y también lo indicaban las profecías) y los sacerdotes provienen de la  tribu de Leví y de la familia de Aarón, por lo cual no le correspondía ser un sacerdote de acuerdo a lo que establecía la ley decretada en los cinco primeros libros de la Biblia (Hebreos 7:12, 13).
         Dado que el Señor  no puede ser sacerdote por la línea Aarónica porque no desciende de él, entonces es una problemática que no se puede resolver bajo el régimen de la ley Mosaica.  Pero Dios en su sabiduría lo resolvió abrogando el antiguo pacto y estableciendo un nuevo pacto bajo mejores promesas (Hebreos 8:6, 13).
Es interesante hacer notar que si no fuera por la carta a los Hebreos, no nos hubiera sido fácil notar este oficio del Señor Jesucristo. Es en esta carta que el autor desarrolla el tema que Cristo es hecho sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, o como lo expresa un autor: “el sacerdocio del Hijo de Dios, aunque era  según el orden de Melquisedec, es sumamente superior a él y a sus servicios”[6]. (Lea  con atención el pasaje de Hebreos capítulo 7 con atención a lo que se indica en el capítulo 5). Allí el autor desarrolla que el sacerdocio de según el orden de Melquisedec es superior al sacerdocio Levita porque Leví pagó los diezmos en Abraham.  Luego explica que debido a este cambio de orden sacerdotal, también se requiere un cambio de ley.  Luego se toma un pasaje mesiánico que se encuentra en Salmo 110 versículo 4: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec”. En base a este pasaje el autor de la epístola, inspirado por el Espíritu Santo, expone que la ley anterior, en la que se basaba el sacerdocio Aarónico, quedaba abrogada[7]. “Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto (Hebreos 7:22). Los sacerdotes de la línea Aarónica llegaron a ser muchos porque iban muriendo ya sea por el paso del tiempo o enfermedad, pero el sacerdocio de Jesús es “inmutable” porque no muere, “permanece para siempre”, por tanto es Su sacerdocio es “perfecto”.
“Notamos también que del orden Aarónico provenían sacerdotes para el pueblo de Israel. Nunca debemos perder de vista el hecho de que todas las bendiciones y promesas de Dios dadas por medio de Moisés fueron exclusivamente para los judíos. Dado que la ley fue dada a Israel no contiene nada para las naciones gentiles, ellos a su vez, nunca han estado bajo la ley que fue dada especialmente a los judíos. Por tanto, el sacerdote de orden Aarónico nunca ministró a los gentiles.”[8] Un gentil si deseaba ser parte de los beneficios de la ley de Israel, debía convertirse en un prosélito para que pudiese un sacerdote ministrar a favor de él.
Por lo ya dicho, podemos concluir que Jesús cumplió los requisitos que eran indispensables para constituirse sacerdote. 
·        Él fue escogido de entre los hombres (Hebreos 2:16; 4:15); 
·        Dios lo designó para ser Sumo Sacerdote (Hebreos 5:4-6; Mateo 3:16-17; 17:5);
·        y Él estaba consagrado a Dios (Lucas 1:35; Hebreos 7:26).
El sumo Sacerdote, en el gran día de la expiación (en hebreo, YOM KIPPUR; vea Números 29:7-11; Levíticos 16; 23:27-30) realiza el sacrificio por su pueblo. Este entraba con sangre inocente al lugar Santísimo, pero previamente debía haber hecho un sacrificio por su propios pecados. La entrada al lugar Santísimo esta velada para todos excepto una vez en el año y sólo el sumo Sacerdote podía hacerlo.
          Todo el ceremonial de este día era un tipo de Cristo y de su obra vicaria, según la interpretación de la Epístola a los Hebreos. Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, ofreció el sacrificio de sí mismo, no por pecados suyos, sino por los nuestros; no entró en el Lugar Santísimo del templo, sino en el cielo mismo; y su ofrenda propiciatoria no necesita repetirse cada año, sino que fue perfecta, única y completa[9].
Para finalizar esta sección podemos hacer el siguiente resumen con las responsabilidades del oficio con respecto a Jesús de Nazaret:
1.    Se ofreció a sí mismo en el calvario en sacrificio (Hebreos 2:9).
2.    Entró al Santuario Celestial con su propia Sangre (Hebreos 9:12).  
3.    En su ministerio presente: Oró (y ora) por los suyos (Juan 17; Romanos 8:34; Hebreos 7:25.
4.    Intercede por los suyos (Romanos 8:34; 1 Juan 2:1),
5.    y bendice a los suyos (Efesios 1:3; 2:11-22).



[1] Myer Pearlman, Teología Bíblica y Sistemática, Página 120, editorial  Vida
[2] Horacio A. Alonso, “Jesucristo, Sumo Sacerdote”, página 1 y 2, Editorial Hebron.
[3] La persona y la obra de Jesucristo, Francisco Lacueva, Clie, página 265.
[4] Con esto afirmamos que  siempre el Sacerdocio Aarónico era temporario y no eterno como el sacerdocio según el orden de Melquisedec.
[5] En el AT, el verbo hebreo kafar está relacionado con kofer, una cubierta (véase PROPICIATORIO), y se usa en relación con el holocausto (p.ej., Lev 1:4; Lev 14:20; Lev 16:24), la ofrenda por la culpa (p.ej., Lev_5:16, Lev_5:18), la ofrenda por el pecado (p.ej., Lev 4:20, Lev 4:26, Lev 4:31, Lev 4:35), la ofrenda por el pecado y el holocausto conjuntamente (p.ej., Lev 5:10; Lev 9:7), la oblación y el sacrificio de paces (p.ej., Eze 45:15, Eze 45:17), así como en otros respectos. Se usa del carnero que se ofrecía en la consagración del sumo sacerdote (Éxo 29:33), y de la sangre que Dios dio sobre el altar para hacer la propiciación por las almas del pueblo, y ello debido a que «la vida de la carne en la sangre está» (Lev 17:11), y «la misma sangre hará expiación de la persona». El hombre ha perdido el derecho a la vida debido al pecado, y Dios ha provisto el único camino posible por el que podía otorgarse la vida eterna, esto es, la entrega voluntaria de su vida hecha por su Hijo, bajo la retribución divina. Todos los antiguos sacrificios del AT establecidos por Dios eran símbolos que prefiguraban este acto de Cristo (Diccionario Vine)
[6] Harry Rimmer, La Magnificencia de Jesús,  páginas 222, Biblioteca Evangélica Argentina.
[7] En la actualidad, nadie puede saber con certeza si es descendiente de un sacerdote, ya que las genealogías se perdieron en el año 70 d.C. con la destrucción del templo en Jerusalén.
[8] Harry Rimmer, La Magnificencia de Jesús,  páginas 223, Biblioteca Evangélica Argentina
[9] Diccionario Nelson, entrada “Día de Expiación

No hay comentarios:

Publicar un comentario