domingo, 3 de diciembre de 2017

AUTODISCIPLINA DEL CREYENTE (Parte II)

APROBADO (2ª TIMOTEO 2:15)
El Joven que seriamente inicia una preparación para la vida, trata de desarrollarla de tal manera que resulte eficiente para afrontar su existencia con éxito, es decir, se prepara con celo para el EXAMEN, pues anhela ser APROBADO, esto es, bien calificado.
El examen puede ser ante una me­sa compuesta de varios profesores aunque, también, tratándose de un oficio o trabajo personal que no requiere una preparación teórica especial, deberá acreditar CAPACI­DAD para la tarea al ser puesto a prueba.
Es indispensable, pues, algún tipo de examen previo a la iniciación de alguna actividad.
LA ESCUELA DE DIOS. — El joven íntegro y fiel se prepara en la escuela de Dios, como base fun­damental para un buen examen y, por consiguiente, para un servicio digno y fructífero. ¿Cuál es la escuela de Dios? ¿La iglesia local? Efectivamente. Vamos a contestar con las palabras del Señor: Don­de dos o tres están congre­gados en mi nombre, allí estoy en medio ellos" (Mateo 18:20). La presencia del gran Maestro entre los suyos, es la mejor garantía de aprendizaje. Allí, donde Él está, es el lugar donde se obtiene el mejor caudal espiritual, el único que es efectivo y permanente. Recordemos que el gran Maestro, cuan­do ascendió a los cielos, no dejó huérfanos a los suyos (Juan 14: 16-18). Les prometió otro Consolador, el Espíritu de verdad, o como dice en el mismo capítulo, vers. 26: "El Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todas las cosas que os he dicho". Es conveniente que leamos también Juan 16:13-15; 1ª Juan 2:20, 27, y 1ª Corintios 2, escrituras que co­rroboran que la presencia del Es­píritu de Dios imparte enseñanza, guía y memoria. Desde luego, que la presencia del Espíritu requiere un aposento digno, sea personal o colectivo (iglesia). El gran Maestro es­tá presente en espíritu en medio de los suyos y no ha dejado nada libra­do a la casualidad. En su bendita Palabra hay DOCTRINA, hay EN­SEÑANZA y MANDAMIENTOS pa­ra CUMPLIR (aunque estos términos parezcan redundantes). Esos manda­mientos de los cuales el mismo Señor nos dio el ejemplo, pues HIZO primero y luego ENSEÑO (Hechos 1:1). ¡Orden perfecto! La promesa de la presencia del Señor en nuestras vi­das —si le damos debido lugar— es certera garantía de SABER ESPI­RITUAL (Mateo 28:18-20).
Siendo la iglesia el principal asien­to del saber espiritual, es evidente que cuando Dios permite su forma­ción, a su tiempo provee los dones suficientes para que cumpla su finalidad. Es un cuerpo con sus correspondientes miembros y cada uno con su función (don) (Romanos 12:4-8). Es un gran contrasentido decir que "hay iglesias sin dones", ya que este su­puesto hecho negaría su propia exis­tencia o sería, simplemente, un cuer­po amorfo, es decir, sin función or­gánica. En las iglesias hay diversi­dad de dones. Algunos destacados y otros más modestos, pero el Señor se digna utilizarlos a todos (1ª Corintios cap. 12). El intercambio de los mis­mos, en una ayuda recíproca de hermanable y plena comunión —co­mo se suele hacer— suple todas las necesidades, sin que por ello deba afectarse la absoluta independencia de cada iglesia.
LA VIDA, precioso complemento de experiencia espiritual. — Dentro del conjunto de factores que com­ponen nuestra existencia, lo espiri­tual es de primordial importancia y el lugar más indicado para apren­der es "a los pies de Jesús" (Lucas 10:38-42). El rincón espiritual apar­tado "de las muchas cosas", allí donde el Señor nos espera día por día para establecer comunión con El y su Palabra, constituye una preciosa fuente de sabiduría.
La vida en sí, la existencia huma­na que Dios nos concede a sus hijos, con todo lo que él permite, es otra "gran escuela", después de la iglesia, que es fundamental, como ya dijimos (Romanos 8:26-28). Nuestro ho­gar paterno o el propio hogar que ya tenemos constituido, con satis­facciones y sus sinsabores, con sus diversas experiencias y circunstan­cias; el trayecto diario a nuestras tareas ordinarias y estas mismas en sí con sus distintas alternativas; algún suceso extraordinario en nuestras vidas que nos conmueve o el alejamiento de seres a quienes amamos: TODO ELLO PUEDE CONFIGURAR PARA NOSOTROS UN ASPECTO MUY IMPORTANTE EN LA ESCUELA DE DIOS. Es inútil tratar de aprender en otras fuentes, por más organizadas y eficientes que parezcan, si no abrevamos funda­mental y principalmente en la fuente del Espíritu: LA PALABRA DE DIOS.
La sabiduría espiritual la logramos directamente del Señor:
1)  Por nuestro VIVIR en la Iglesia, la casa de Dios.
2)  Por nuestra experiencia perso­nal de la comunión con el Señor.
3)  Por todas aquellas cosas que acontecen en nuestra vida, que "sabemos ayudan a bien si amamos al Señor" (Romanos 8:28).
¡Cuántas cosas tratamos de con­seguir en la vida con cuidado, actividad y prisa (diligencia)! Muchas, ¿verdad?
¡Cuánto más debería preocuparnos el hecho de que debemos presentarnos a Dios para ser examinados! ¿Estamos en condiciones de ser APROBADOS? Es decir, BIEN CA­LIFICADOS, sin motivos de ver­güenza, con la conciencia limpia, an­te una "mesa examinadora" justa y santa, exenta de toda miseria y do­bleces humanos.
¿Hemos aprendido antes en la escuela de Dios a trazar bien la pa­labra de verdad? ¿Y, además de trazarla, a cumplirla?
Examinémonos a la luz de las si­guientes Escrituras para comprobar si realmente estamos en condiciones de ser APROBADOS:
1)  Es APROBADO aquél a quien Dios alaba (2ª Corintios 10:17-18).
2)  El auto-examen profundo y sincero ante el Señor nos mues­tra nuestra verdadera posición (2ª Corintios 13:5).
3)  EL EXAMEN insondable y recto de Dios, revela si hay en nosotros integridad y ca­pacidad para honrarle y ser­virle (Salmo 26:1-6).
4)  Nuestros caminos en la vida, examinados a CONCIENCIA, señalan si seguimos fiel y fir­memente tras el objetivo que nos indica el Señor (Proverbios 4: 26-27).
Sana Doctrina, 1976

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