lunes, 10 de junio de 2019

EL CRISTIANO VERDADERO (17)


TU ADORACION EN EL HOGAR Y EN LA IGLESIA


Jesús le dijo a la mujer de Samaría: “Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” (Juan 4: 24). La adoración de Dios, para el cris­tiano, es en primer término un ejercicio espiritual; es decir, que adora a Dios en su corazón, y debe estar en espíritu de adoración constantemente. Pero ello no elimina la necesidad de que disponga de períodos especiales dedicados a la ado­ración, períodos cuando son dejadas todas las demás activi­dades. Debemos y podemos adorar a Dios sin cesar en nues­tros corazones. Debemos estar continuamente en espíritu de oración, pero tiene que haber momentos cuando dejamos todo lo demás con el propósito único de adorar y orar. Deben celebrarse en forma regular, sesiones de adoración.
Ya hemos hablado de nuestra vida personal de oración, de modo que ahora sólo nos ocuparemos de la adoración de Dios en nuestros hogares y en la iglesia.

 

El Altar de Familia

Es posible que algunos de nuestros lectores no entiendan bien lo que queremos decir cuando hablamos del “altar de familia”, así que procuraremos explicarnos antes de seguir adelante. Al hablar del “altar de familia,” nos referimos a una hora establecida en el hogar todos los días, en que toda la familia se congrega para adorar a Dios mediante la lectura de la Biblia y la oración en conjunto. No hay nada que sea de mayor bendición que el culto familiar en la vida del ho­gar. El altar de familia imparte el temor de Dios y el amor de Dios a los corazones de los niños, y elimina completamente las diferencias y desavenencias familiares. Cuando la familia se reúne por lo menos una vez al día para la oración y adora­ción, todos los malos sentimientos y los ponimientos poco cristianos desaparecen. No es posible que un esposo y su mujer oren juntos todos los, días, sin que estén en completa armonía entre sí. Cuando surjan dificultades, el matrimo­nio, o dejará de orar, o se reconciliará enseguida.
Creo que el altar de familia es indispensable en el hogar. La mayor herencia que se puede dejar a los hijos de una familia cristiana es el recuerdo de sus días de infancia cuando papá, mamá y los niños se arrodillaban diariamente alrede­dor de la Palabra de Dios, y elevaban sus voces en oración unida y audible. No creo que un hogar puede ser verdade­ramente cristiano, si no tiene un altar de familia. Hay mu­chos hogares de cristianos que no son esencial ni verdadera­mente hogares cristianos. Es lamentable que así sea, pero así es.
Ahora que eres cristiano, comienza el culto familiar en tu hogar hoy mismo. La manera de iniciar el altar de familia es dedicando cierta hora a él todos los días. Tal vez la mejor hora sea aquella que sigue inmediatamente al desayuno, o a la cena. Comienza mediante la lectura metódica de un libro de la Biblia, un capítulo o una porción cada día. Luego arrodíllate en oración con toda la familia, y procura que to­dos los que puedan, tomen parte en la oración. Habrá días en que la falta de tiempo sólo permitirá que oren el padre o la madre, pero habrá otras oportunidades en que podrán tomar parte en oración los niños también. Todos los cristianos de la familia deben orar. Bien vale la pena dedicar suficiente tiempo al altar de familia como para que puedan explicarse algunos problemas que surjan de la lectura bíblica. Y a los niños debe permitírseles que hagan las preguntas que deseen formular.
Lo normal es que el altar de familia sea dirigido por el padre, como jefe de la casa. Pero en ciertas circunstancias puede ser necesario que otros asuman la dirección. Si el esposo no es cristiano, pero está conforme con que la esposa celebre un altar de familia, desde luego que ella debe hacerlo. Uno de los hijos mayores, que se ha convertido, podría dirigir, si los padres están de acuerdo con que lo haga. Naturalmente, cuando ambos padres son creyentes, el padre debe actuar como el sacerdote de la familia.
Cuando en el hogar hay niños pequeños, puede ser recomendable leer en algún libro de historias bíblicas, agregando algunas explicaciones sencillas. Si es posible celebrar el culto familiar dos veces al día, sugiero que en uno de los períodos se lea en algún buen libro devocional. “La Luz Cotidiana,” una notable recopilación de versículos de las Sagradas Es­crituras, con porciones escogidas para la mañana y la noche para todos los días del año, es un excelente manual para el culto familiar. Pero, sobre todo, debe leerse con regularidad la Biblia.
Aunque a menudo resulta difícil hallar el tiempo necesario para el altar familiar, es una de aquellas cosas indispensables para el cristiano, y si es necesario deben sacrificarse otras obligaciones para conservarla. No se puede tener un hogar realmente cristiano sin un altar de familia. Intentarlo lleva al fracaso.
Es claro que el problema es mucho mayor cuando la fa­milia está dividida. Pero aun cuando el jefe de la familia no sea cristiano, si no se opone a que otro miembro de ella diri­ja el culto familiar, éste debe realizarse, con o sin la pre­sencia del padre. Aquellos casos en que el jefe del hogar se opone al culto familiar y no lo permite, son una verdadera tragedia, y lo que cabe es orar por la salvación del padre in­crédulo. Dios obra maravillas en contestación a las oracio­nes de fe.                           
Para iniciar y llevar adelante el altar de familia con fideli­dad, se precisa bastante firmeza, pero los resultados bien valen la pena. Si yo tuviese que elegir entre la adoración familiar y la adoración pública en la iglesia, escogería a la primera como la más importante, pues creo que el culto familiar im­parte más bendición y fuerza espiritual que el culto público.
No importa cuán grandes sean las dificultades, o cuán difícil sea mantener el altar familiar, debes celebrarlo, cueste lo que cueste. Es en el altar de familia en donde los creyentes tímidos pueden aprender a orar. Es allí donde pueden con to­da libertad presentarse delante del Señor las cargas de la familia, sin temor alguno. El altar de familia debe ser el centro mismo del hogar cristiano. Todo debe girar alrededor de él, y surgir de él.
La vida de familia en un hogar cristiano debe ser de un modo preeminente culto de familia. El hogar que celebra con regularidad el altar de familia es un hogar que no ha de ser sacudido ni destruido.

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