TU ADORACION EN EL HOGAR Y EN LA IGLESIA
Jesús le dijo a la mujer de Samaría: “Dios es
Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le
adoren” (Juan 4: 24). La adoración de Dios, para el cristiano, es en primer
término un ejercicio espiritual; es decir, que adora a Dios en su corazón, y
debe estar en espíritu de adoración constantemente. Pero ello no elimina la
necesidad de que disponga de períodos especiales dedicados a la adoración,
períodos cuando son dejadas todas las demás actividades. Debemos y podemos
adorar a Dios sin cesar en nuestros corazones. Debemos estar continuamente en
espíritu de oración, pero tiene que haber momentos cuando dejamos todo lo demás
con el propósito único de adorar y orar. Deben celebrarse en forma regular,
sesiones de adoración.
Ya hemos hablado de nuestra vida personal de
oración, de modo que ahora sólo nos ocuparemos de la adoración de Dios en
nuestros hogares y en la iglesia.
El Altar de Familia
Es posible que algunos de nuestros lectores
no entiendan bien lo que queremos decir cuando hablamos del “altar de familia”,
así que procuraremos explicarnos antes de seguir adelante. Al hablar del “altar
de familia,” nos referimos a una hora establecida en el hogar todos los días,
en que toda la familia se congrega para adorar a Dios mediante la lectura de la
Biblia y la oración en conjunto. No hay nada que sea de mayor bendición que el
culto familiar en la vida del hogar. El altar de familia imparte el temor de
Dios y el amor de Dios a los corazones de los niños, y elimina completamente
las diferencias y desavenencias familiares. Cuando la familia se reúne por lo
menos una vez al día para la oración y adoración, todos los malos sentimientos
y los ponimientos poco cristianos desaparecen. No es posible que un esposo y su
mujer oren juntos todos los, días, sin que estén en completa armonía entre sí.
Cuando surjan dificultades, el matrimonio, o dejará de orar, o se reconciliará
enseguida.
Creo que el altar de familia es indispensable
en el hogar. La mayor herencia que se puede dejar a los hijos de una familia
cristiana es el recuerdo de sus días de infancia cuando papá, mamá y los niños
se arrodillaban diariamente alrededor de la Palabra de Dios, y elevaban sus
voces en oración unida y audible. No creo que un hogar puede ser verdaderamente
cristiano, si no tiene un altar de familia. Hay muchos hogares de cristianos
que no son esencial ni verdaderamente hogares cristianos. Es lamentable que
así sea, pero así es.
Ahora que eres cristiano, comienza el culto
familiar en tu hogar hoy mismo. La manera de iniciar el altar de familia es
dedicando cierta hora a él todos los días. Tal vez la mejor hora sea aquella
que sigue inmediatamente al desayuno, o a la cena. Comienza mediante la lectura
metódica de un libro de la Biblia, un capítulo o una porción cada día. Luego
arrodíllate en oración con toda la familia, y procura que todos los que
puedan, tomen parte en la oración. Habrá días en que la falta de tiempo sólo
permitirá que oren el padre o la madre, pero habrá otras oportunidades en que
podrán tomar parte en oración los niños también. Todos los cristianos de la
familia deben orar. Bien vale la pena dedicar suficiente tiempo al altar de
familia como para que puedan explicarse algunos problemas que surjan de la
lectura bíblica. Y a los niños debe permitírseles que hagan las preguntas que
deseen formular.
Lo normal es que el
altar de familia sea dirigido por el padre, como jefe de la casa. Pero en
ciertas circunstancias puede ser necesario que otros asuman la dirección. Si el
esposo no es cristiano, pero está conforme con que la esposa celebre un altar
de familia, desde luego que ella debe hacerlo. Uno de los hijos mayores, que se
ha convertido, podría dirigir, si los padres están de acuerdo con que lo haga.
Naturalmente, cuando ambos padres son creyentes, el padre debe actuar como el
sacerdote de la familia.
Cuando en el hogar
hay niños pequeños, puede ser recomendable leer en algún libro de historias
bíblicas, agregando algunas explicaciones sencillas. Si es posible celebrar el
culto familiar dos veces al día, sugiero que en uno de los períodos se lea en
algún buen libro devocional. “La Luz Cotidiana,” una notable recopilación de
versículos de las Sagradas Escrituras, con porciones escogidas para la mañana
y la noche para todos los días del año, es un excelente manual para el culto
familiar. Pero, sobre todo, debe leerse con regularidad la Biblia.
Aunque a menudo
resulta difícil hallar el tiempo necesario para el altar familiar, es una de
aquellas cosas indispensables para el cristiano, y si es necesario deben
sacrificarse otras obligaciones para conservarla. No se puede tener un hogar
realmente cristiano sin un altar de familia. Intentarlo lleva al fracaso.
Es
claro que el problema es mucho mayor cuando la familia está dividida. Pero aun
cuando el jefe de la familia no sea cristiano, si no se opone a que otro
miembro de ella dirija el culto familiar, éste debe realizarse, con o sin la
presencia del padre. Aquellos casos en que el jefe del hogar se opone al culto
familiar y no lo permite, son una verdadera tragedia, y lo que cabe es orar por
la salvación del padre incrédulo. Dios obra maravillas en contestación a las
oraciones de fe.
Para iniciar y
llevar adelante el altar de familia con fidelidad, se precisa bastante
firmeza, pero los resultados bien valen la pena. Si yo tuviese que elegir entre
la adoración familiar y la adoración pública en la iglesia, escogería a la
primera como la más importante, pues creo que el culto familiar imparte más
bendición y fuerza espiritual que el culto público.
No importa cuán grandes sean las
dificultades, o cuán difícil sea mantener el altar familiar, debes celebrarlo,
cueste lo que cueste. Es en el altar de familia en donde los creyentes tímidos
pueden aprender a orar. Es allí donde pueden con toda libertad presentarse
delante del Señor las cargas de la familia, sin temor alguno. El altar de
familia debe ser el centro mismo del hogar cristiano. Todo debe girar alrededor
de él, y surgir de él.
La
vida de familia en un hogar cristiano debe ser de un modo preeminente culto de
familia. El hogar que celebra con regularidad el altar de familia es un hogar
que no ha de ser sacudido ni destruido.
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