viernes, 13 de diciembre de 2019

LA PRIMERA EPÍSTOLA A TIMOTEO (12)

6. Advertencias contra el Orgullo de la Carne y Enseñanzas en la Piedad (1 Timoteo 6)





El apóstol nos ha advertido contra la carne religiosa que apostata de la verdad y adopta el ascetismo (1 Timoteo 4); y contra la carne mundana, que conduce a la rebelión y a la autoindulgencia (1 Timoteo 5); ahora, en el capítulo final, se nos advierte contra el orgullo de la carne que codicia dinero y ventajas mundanas. Para enfrentar estos males el apóstol nos insiste nuevamente sobre la piedad práctica (versículos 3, 5, 6, 11).
En el curso de su exhortación el apóstol nos presenta el esclavo Cristiano (versículos 1, 2); el soberbio e ignorante profesante del Cristianismo (versículos 3-8); el reincidente, atraído por las riquezas del mundo (versículos 9, 10); el hombre de Dios (versículos 11, 12); Cristo, el Ejemplo perfecto (versículos 13-16); el creyente que es rico en este mundo )versículos 17-19); y el que profesa ser científico ( versículos 20, 21).


(a)Esclavos Cristianos (versículos 1, 2)
(V. 1). El capítulo comienza adecuadamente con enseñanza para el esclavo cristiano. Un tal podría intentar utilizar el cristianismo como un medio de mejorar su posición social. La institución de la esclavitud puede ser, en efecto, completamente contraria al espíritu del cristianismo. Sin embargo, el gran objetivo de la casa de Dios no es corregir el mundo, ni hacer progresar los intereses mundanos de aquellos que forman la casa, sino mantener la gloria del Nombre de Dios y dar testimonio y ser baluarte de la verdad. El esclavo cristiano, entonces, debía mostrar todo honor a sus amos incrédulos, para que no hubiese nada en su conducta que pudiese echar, justamente, una mancha sobre el Nombre de Aquel que habita en la casa, o que negase la verdad que la casa de Dios debe mantener.
 (V. 2). El apóstol da una advertencia especial al esclavo cristiano con un amo creyente. El hecho de que su amo era un hermano en el Señor no debía ser utilizado para invalidar el respeto que el siervo debía a su amo. Cualquier carencia en este apropiado aspecto sería un intento por parte del esclavo de utilizar el cristianismo para elevar su posición social, buscando así su propia ventaja mundana.
En la asamblea, el esclavo y el amo estaban en un terreno común, iguales delante del Señor. Allí el esclavo podía, efectivamente, a causa de su espiritualidad, o don, ser más prominente que su amo terrenal. Que los esclavos creyentes, sin embargo, se cuiden de ser tentados a abusar de los privilegios de la asamblea haciendo de ellos un terreno para una familiaridad indebida hacia sus amos en los asuntos diarios de la vida. Lejos de volverse negligentes en sus deberes para con sus amos que eran creyentes, ellos debían rendirles servicio debido a que eran creyentes y amados y partícipes de los beneficios cristianos.


(b) El profesante ignorante, destituido de la verdad (versículos 3-8)
(V. 3). Claramente, entonces, el cristianismo no es un sistema para el progreso de nuestra posición social en este mundo. Es verdad que el creyente, mientras pasa por este mundo, debe hacer lo bueno, y que la presencia del cristiano y de la correcta conducta cristiana han de tener un efecto beneficioso. No obstante, el gran objetivo de la casa de Dios no es mejorar el mundo, sino dar testimonio de la gracia de Dios para que los hombres puedan ser salvos del mundo que, a pesar de la civilización y cualquier mejora social, continua hacia el juicio.
Aparentemente, en esos días tempranos existían los que enseñaban otra cosa. Ellos veían el cristianismo meramente como un medio de mejorar la condición social de hombres y mujeres, haciendo así que este mundo fuera un lugar mejor y más resplandeciente. Probablemente ellos estaban enseñando que el esclavo convertido, habiendo llegado a estar bajo el Señorío de Cristo, podía considerarse a sí mismo libre de su amo terrenal. Tales opiniones, sin embargo, eran contrarias a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la enseñanza que es conforme a la piedad.
De este modo, nuevamente, el apóstol introduce la piedad como la salvaguardia contra el abuso de nuestros privilegios cristianos. La piedad camina en el temor de Dios, confiando en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres. Caminando así deberíamos ser preservados de procurar utilizar el cristianismo simplemente como un medio de mejorar nuestra posición mundana.
(Vv. 4, 5). Habiendo mostrado que la piedad es la salvaguardia contra el abuso del cristianismo, el apóstol declara que aquel que enseña otra cosa es movido por el orgullo de la carne. ("el tal es hinchado de orgullo, no sabiendo nada..." versículo 4 - VM). El orgullo que confía en el yo, y procura mantener la presunción propia, es totalmente opuesto a la piedad que confía en Dios y procura Su gloria.
Detrás de este orgullo está la ignorancia de la mente del Señor tal como está comunicada en Sus palabras. Esta ignorancia de la mente del Señor surge del hecho de permitir que la mente humana se ocupe de cuestiones interminables planteadas por los hombres y de contiendas de palabras. Completamente indiferentes al poder moral de la fe cristiana que obra en el alma y conduce a la vida de piedad, los hombres tratan el cristianismo como si fuera un asunto de "cuestiones y contiendas de palabras".
Semejantes contiendas de palabras, en lugar de fortalecer la piedad, sólo brindan la ocasión para la manifestación de las obras de la carne. El orgullo que procura exaltar el yo mediante estas cuestiones interminables conduce inevitablemente a las "envidias", pues el hombre orgulloso no puede tolerar a ningún rival. Naturalmente la carne contenderá contra aquel de quien está envidiosa. De este modo la envidia lleva a la contienda, y el contender contra otro conducirá a las "blasfemias" acerca de él. El conocimiento de que las "blasfemias" están siendo pronunciadas hará surgir "malas sospechas" ("sospechas siniestras" - VM) y "disputas necias" ("constantes rencillas" - LBLA). Tal es la mala cosecha que surge de la envidia. No hay poder más grande para el mal entre los santos de Dios que la permisión de la envidia en el corazón. "Cruel es la cólera, y diluvio destructor es la ira; más", dice el predicador, "¿quién podrá estar en pie delante de la envidia?" (Proverbios 27:4 - VM). Fue envidia lo que condujo al primer asesinato en este mundo; y fue envidia lo que condujo al mayor asesinato en este mundo. Pilato "sabía que por envidia le habían entregado," (Mateo 27:18).
¡Es lamentable! esta envidia puede mostrarse entre el pueblo verdadero del Señor. Aquí el apóstol le sigue el rastro a la envidia hasta el orgullo de un corazón que es corrupto y que está destituido de la verdad del cristianismo. El motivo subyacente de un corazón tal es la ganancia terrenal; de ahí que ellos supongan que la "ganancia" es el objetivo de la piedad. ("constantes rencillas de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que suponen que la piedad es una fuente de ganancia; apártate de los tales." Versículo 5 - RVR1977). En otras palabras, ellos enseñan que el cristianismo es meramente un medio de mejorar nuestra condición y de añadir a nuestra ventaja mundanal. Sabemos que esto, y lo obtenemos de la historia de Job, es realmente una sugerencia del diablo. Job era un hombre piadoso y uno que temía a Dios, pero Satanás dice, "¿Acaso teme Job a Dios de balde?" La vil sugerencia de Satanás es que no existe una cosa tal como la piedad, y que, si un hombre hace profesión de piedad, no es que él tema a Dios, o se preocupe de Dios, sino que es simplemente que él sabe que es rentable y que es para su ventaja terrenal. Satanás dice a Dios, "extiende ahora tu mano, y toca todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro." (Job 1:11 - LBLA). El Señor permite que esta terrible mentira del diablo sea totalmente expuesta. Se le permite a Satanás despojar a Job de todo lo que tiene, y, como resultado, Satanás es expuesto como un mentiroso. En lugar de blasfemar contra Dios, Job se postró en tierra y adoró, diciendo, "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito." (Job 1: 8-12, 20, 21).
(Vv. 6-8). "Mas en verdad es grande ganancia la piedad, unida con un espíritu contento; porque nada trajimos al mundo, ni tampoco podremos sacar cosa alguna. Teniendo pues con qué alimentarnos y con qué cubrirnos, estemos contentos con esto." (VM). De este modo la verdad, así como la experiencia del pueblo de Dios, no sólo demuestra que la piedad es ganancia, sino que, cuando está acompañada de contentamiento que confía en Dios, es una gran ganancia. No trajimos nada al mundo, y cualesquiera sean las posesiones que podamos adquirir mientras pasamos a través del mundo, es evidente que no nos podemos llevar nada. Teniendo "sustento y abrigo" (RVR60) - y el esclavo tenía estas cosas - estemos contentos con ello.

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