Así que. como lo iglesia está sujeta a Cristo, así también las
casadas estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a si mismo por ella. Grande es este
misterio; más yo digo esto con respecto de Cristo
y la
iglesia Efesios 5:24, 25, 32.
La posición que las Escrituras dan a la mujer en la iglesia es de gran interés, además de ser muy
instructiva. El apóstol enseña en el
capítulo 5 de Efesios, que la relación
del marido con la esposa representa la relación de Cristo
y la iglesia. ¡Qué privilegio bendito se ha dado al
marido y a la esposa de ordenar su
estado conyugal de tal manera que el mundo pueda ver
un cuadro de la unión de Cristo con la iglesia! La posición de sujeción prescrita para la mujer en
su relación con su marido
en la casa, se extiende a su posición en
la iglesia, donde también se requiere
que ella sea sujeta al hombre reflejando así la sujeción de la
iglesia a Cristo. Todo esto no quiere decir que la mujer personalmente sea inferior a su esposo; pero sí
quiere decir que en su posición ha de ser sujeta a él.
Estudiemos a la luz de las Escrituras estos dos temas coordinados, comenzando con:
I. La Posición de la Mujer en Relación a su Marido.
1. Como Ayuda Idónea a él:
En la creación el hombre fue formado primero, luego la mujer.
La historia de la creación de ella es muy instructiva. Léase Génesis, Cap. 2,
versos 18-24. "Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas ... y de la costilla ... hizo una mujer.” Se destacan dos verdades en esta relación de la creación
de la mujer:
a) La mujer no es independiente del hombre, sino
que es parte de él, hecha de su misma costilla — "hueso de mi hueso y
carne de mi carne, dijo Adán. Alguien ha dicho que la esposa fue sacada de su
costado cerca de su corazón para que él la amara. No fue tomada de su cabeza,
para que ella no se enseñorease sobre él; ni tampoco de sus pies, para que no
estuviese bajo sus pies en sumisión servil.
b) El
propósito por el cual Dios hizo la mujer fue para que fuese “ayuda idónea para
él”; esto es, ni su ama ni su esclava. Es una parte de su marido, añadida a {el
para su complementación. “Le da ella bien y no mal todos los días de su vida”
(Proverbios 31:12).
La vida
conyugal tiene su centro en la casa. La esposa preeminente es la que hace de la
casa un hogar. Su deber es de gobernar la casa (1 Timoteo 5:14); de amar a su
esposo y a sus hijos, haciendo del hogar el centro de su vida. Todo esto es
necesario para preservar el tipo divino de la sujeción de la iglesia a su
Señor. Insistimos en que se recuerde que esta posición de
sujeción no infiere inferioridad personal. Cuando hay dos maestros en una
escuela e igualmente capacitados entre sí, ello no impedirá que el uno esté
sujeto al otro, siendo este director de la escuela.
2. La Mujer Sujeta a su Marido
Representa la Iglesia en Sujeción al Señor Jesucristo: Efesios 5:22-33.
Leyendo este pasaje maravilloso,
pensamos que el Espíritu de Dios está usando el estado del Matrimonio para
ilustrar esa intimidad santa que existe entre Cristo y la iglesia, la que será
plenamente consumada en Las Bodas del Cordero. Quiere que la sumisión de la
esposa a su marido sea un fiel reflejo de la iglesia en sumisión a su Señor.
Quiere que haya ese amor y esa solicitud de parte del marido para con su esposa
que refleja el amor y la solicitud que Cristo tiene para con su iglesia.
Pero otras
veces pensamos que el Espíritu de Dios usa el sim- bolo al revés, demostrando
que la santa intimidad que existe entre Cristo y la iglesia se refleja en el
estado matrimonial. El marido ha de ser para su esposa lo que Cristo es para la
iglesia; y la esposa ha de ser para su marido lo que la iglesia es para Cristo.
Si es así, vivimos una vida terrenal según el modelo celestial. ¡Qué el Señor
nos dé gracia para vivir así!
II. La Posición de la Mujer en la Iglesia Cristiana.
Tal como esposo
y esposa conviven en su casa para la vida conyugal en la esfera hogareña, así
los hermanos y las hermanas están juntos en la asamblea para llevar a cabo la
voluntad del Señor en la vida espiritual. La posición sumisa requerida de la
esposa a su marido en el hogar por el Espíritu Santo, se proyecta también en
la asamblea en la convivencia entre hermanos y hermanas.
1.
La mujer ha de callarse en la iglesia.
En el capítulo
14 de Primera Corintios hay mucha instrucción con respecto a los dones de
ministerio y su uso en la iglesia. Pero todo eso afecta a los varones en la
asamblea. "Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les
es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si
quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso
que una mujer hable en la congregación” (1 Cor. 14:34,35).
2.
La mujer no ha de enseñar.
El mandamiento complementario a lo de aprender
en silencio es que la mujer no enseñe aun después de haber aprendido.
"Porque no permito a la mujer enseñar. . . sino estar en silencio” (1 Tim.
2:12). Este no le será difícil, aunque ella conozca las Escrituras mejor que
algunos hombres, si recuerda que Dios le ha confiado a ella el privilegio de
reflejar la sumisión de la iglesia a su Señor. Ella no querrá nunca echar a
perder esa ilustración sagrada.
3 la mujer no ha de ejercer autoridad sobre el hombre.
Muchas veces diferencias de juicio surgen en la asamblea con respecto a la
administración de los asuntos domésticos, lo mismo como en el bienestar
espiritual de la asamblea. Aun en estas cuestiones, la mujer ha de estar sujeta
al hombre. "No permito a la mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el
hombre. Repito: esto no será difícil para la mujer si piensa que es su
prerrogativa especial de representar la sumisión de la Iglesia al Señor.
4. Las señales de la sujeción de la mujer: 1 Corintios 11:3-15.
Las Escrituras exigen dos
cosas de la mujer como señales de su sujeción, como asimismo de la Iglesia al
Señor:
a)
Que ore con la cabeza cubierta: 1 Cor. 11:5, 13.
b) Que
conserve su pelo largo, pues no cortado: 1 Cor. 11:5-10.
A
causa de que el hombre representa a Cristo, lleva su cabello cortado y ora con
la cabeza descubierta. No tiene que haber señales de sujeción aquí; eso echaría
a perder la ilustración por completo. En vista de que la mujer es figura de la
iglesia, ella lo expresa llevando su cabello largo y cubriendo su cabeza cuando
ora. Así como el anillo de oro llevado sobre el tercer dedo de la mano es un
símbolo de matrimonio, así el cabello largo y la cabeza cubierta son símbolos
de sujeción a Cristo. Eso le dará gozo a la mujer, acordándose que es su
privilegio particular de enseñar así la sumisión de la iglesia al Señor
Jesucristo.
III.
La Esfera de Servicio de la Mujer
Porque la mujer está en silencio en la
iglesia, y no se le permite enseñar, nunca se debe pensar que su esfera de
servicio sea sin importancia. A continuación, tiene cuatro funciones que puede
desempeñar.
1. Gobernar el Hogar:
1 Tim. 5:14: Tito 2:3-5. Dios ha ordenado que el hogar sea cual centro de la
vida familiar. La esposa es la que hace de la casa un verdadero hogar. Las
mujeres mayores han de enseñar a las mujeres jóvenes los deberes y las artes de
constituir el hogar, ser prudentes; amara sus hijos, ser templadas, castas,
cuidadosas de la casa, bondadosas, sujetas a sus maridos. Por cierto, ésta es
una tarea grande y noble. ¡Cuánto debe la iglesia a las esposas y las madres
piadosas quienes han vivido según este modelo escriturario!
2.
Benignidad y Buenas Obras: l Tim. 5:10; Rom. 16:1,2; Hch.
18:3. Además de su deber a su familia, una mujer cristiana tiene muchas
oportunidades de servir a otros, aliviando a los afligidos, haciendo obras
caritativas, ministrando a los siervos del Señor, etc.
3. Instrucción Particular:
Hch. 18:26. Aunque no se le permitía a Priscila enseñar en la asamblea, ella
podía brindar hospitalidad a Apolos cuando visitaba a Éfeso, y junto con su
esposo Aquila, "le tomaron aparte” en su propia casa, "y le
expusieron más exactamente el camino de Dios.”
4.
Testimonio Personal: Fil. 4:3. Pablo menciona a
aquellas mujeres que “combatieron juntamente” con él en el evangelio. Aunque
no se les permite predicar en la iglesia, a las mujeres les está permitido
decir en otras maneras lo que Dios ha hecho para ellas, y así, muchas veces
ganar un alma para el Señor. Que ni los hombres ni las mujeres nunca se
descuiden de las oportunidades que se les presentan para testificar
personalmente de Cristo.
J.R, Littleproud, del Libro
Una Asamblea Cristiana, Capítulo 22
Verdades
Bíblicas, N° 299-300, 1973
No hay comentarios:
Publicar un comentario