sábado, 6 de junio de 2020

UNA CLARA EXPOSICIÓN DE DOCTRINA CRISTIANA

(El autor de este artículo, el Señor Walter Scott, fue un gran estudiante de las cosas profun­das de las Escrituras. Murió en 1935 a la avanzada edad de 95 años, habiendo servido al Señor en muchas partes del mundo por más de 70 años. Sería de mucho provecho al lector si estudiara este artículo buscando las referencias en su Biblia)

 


1. Las Sagradas Escrituras

Creemos en verdad y mantenemos firmemente la Autoridad Divina e Inspiración Verbal del Antiguo y del Nuevo Testamento —66 libros en todo. Sostenemos la inspiración de cada libro, de cada Palabra, de cada letra, y aun de cada jota y tilde de una letra (Mateo 5:18), de las Escrituras originales. Debilidades y errores humanos caracterizan la traducción de las Escrituras. La perfección absoluta está imprimida sobre las Escrituras originales (2 Tim. 3:15, 16; 1 Cor. 2:13; 2 Pedro 3:15, 16; Lucas 24:44). La Biblia es Divina, y es el único Libro de Dios para la raza humana.

 

2. El Misterio de la Deidad

Creemos en verdad y mantenemos firmemente en la distinción, relación mutua, e igualdad esencial de cada una de las tres Personas de la Deidad — Padre, Hijo y el Espíritu Santo. La verdad de la Deidad es un misterio profundo e insondable, más lo creemos porque es revelada (Lu­cas 3:21, 22; Mt. 28:19; 2 Cor. 13:14; Juan 15:26; Apoc. 1, etc.

3. Creación

Creemos en verdad y mantene­mos firme-mente que la inmensa escena de la creación — los cie­los y la tierra y todo lo que en ella hay— ángeles y hombres, lo visible e invisible, desde el pode­roso Arcángel hasta el más pe­queño o el menor átomo —todo, viviente o inanimado, fueron creados por Dios el Hijo, y más aún, que Él es el Origen y Susten­tador de todo lo que fue, es y siempre será (Col. 1:15—17; Hch. 17;24—29; Heb. 1:2, 3; Gén. 1:2.)

 

4. El Pecado y Ruina Universal


Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que el diablo o Satanás, creado sabio, hermoso, fuerte y perfecto en carácter y modos, cayó de su posición exaltada por el orgullo; y subsi­guiente bajó a ruina moral a los parientes de la familia humana: y, además, que la ruina de la raza es universal, total, e irremediable por algún esfuerzo humano (Éxodo 28:11-19; 1 Tim. 3:6, Gén. 3; Rom. 3; Efesios 2:5, etc.)

 

 

5. La Encarnación

Creemos en verdad y mante­nemos firmemente que Dios, el Hijo Eterno, el unigénito del Pa­dre, el Verbo que era Dios, siempre existente en Deidad Esen­cial —verdaderamente fue nacido de la Virgen María, concebido milagrosamente por el Espíritu Santo, y no de generación pater­nal humana, por lo tanto, nacido santo, y llamado el Hijo de Dios. Emanuel, y con los derechos esenciales de Jehová y el Mesías. Y aún más que esto, que la en­carnación no constituyó al Señor Jesucristo una Persona, pero fue manifestado como Persona pues El vino a este mundo como una Persona Divina. En El son uni­das dos naturalezas —Divina y Humana— cada una corresponde con la otra, y subsiste en perfec­ción igual —no puede dividirse, pero puede ser distinguida en la Persona— Mateo 1; Lucas 1; 1 Timoteo 3:16; Isaías 9:6; Salmo 40:6 con Hebreos 10:5; Juan 1:14.

 

6. La Impecabilidad de Nuestro Señor

Creemos en verdad y mantenemos firmemente la impecabilidad de nuestro Señor. No había pecado en El, ni hizo pecado, ni fue nacido bajo la maldición de una ley quebrantada, ni fue su cuerpo mortal sujeto a la muerte — fue absolutamente Santo en nacimiento, en vida, en servicio, en muerte por nuestros pecados; y en su presente sesión a la diestra de Dios— Lucas 1:35; Juan 14:30; Hch. 2:27; 3:14, etc.

 

7. La Muerte de Cristo fue Voluntaria y Vicaria


Creemos en verdad y mante­nemos firmemente que ni la muerte ni el juicio tenía re­clamo sobre el Señor. El Santo Dios voluntariamente se ofreció sin mancha a Dios como el Cor­dero predestinado para quitar el pecado del mundo, como el único, absoluta-mente perfecto sacrificio y ofrenda para los pecados y culpas de Su pueblo. Fue hecho pecado sobre la cruz, hecho una maldición sobre el madero llevando nuestros pecados sobre Su cuerpo, muriendo el justo por los injustos. Su muerte fue SUBSTITUCIONARIA, y para hacer propiciación para pecadores con Dios —Juan 10:17, 19; Hebreos 9:14;           1 Pedro 1:24; 1 Cor. 15:3, 4; etc.

 

8. La muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo

Creemos en verdad y mantenemos firmemente que el Señor Jesucristo, quien por Su naturaleza y vida fue absolutamente santo, fue crucificado por Judíos y Gentiles, más sin embargo, de acuerdo con el consejo DETERMINADO y providencia de Dios; fue sepultado, resucitado de los muertos al tercer día, y después de cuarenta días subió al cielo donde ahora Él está sentado a la diestra de Dios, coronado y glorificado, y partícipe, también del trono de Su Padre —1 Co. 15:3; 1 P. 3:18; Hch. 13:30; Tom. 4:24, 25; 6:4; Hech. 1:9—11; 1 Ped; 3:22; Marcos 16:19.

 

9. El Evangelio a la Raza Humana

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que el Evange­lio de la muerte y la resurrección de Cristo debiera ser predicado sin reserva o calificación a cada criatura y que la responsabilidad de todos los que oyen es creer en el Señor Jesucristo para justifica­ción y perdón de pecados —Lucas 24:47; Hch. 13:38, 39; Mar­cos 16:15; Col. 1:23 etc.

 

10. Personalidad y Presencia del Espíritu Santo

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que el Espíritu Santo es una Persona Divina —co-igual con el Padre y el Hijo en poder, posición y gloria. Además de esto, que, así como fue prometido, Él vino del cielo en el día de Pentecostés, para morar permanentemente en la Iglesia y en el cuerpo de cada cristiano, y es ahora el poder eficaz sobre la tierra de todo servicio, de toda piedad, y de toda adoración— Hech. 5:3, 4; Mat. 28:19; Hech. 2; Juan 14:16, 17; 1 Cor. 3:16; 6:19; etc.

 

11. La Obra del Espíritu Santo en la Conversión

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que nadie es nacido de nuevo, o salvo, meramente por un hecho de su propia voluntad, ni por la voluntad de otro, que el Espíritu Santo efectúa el nuevo nacimiento usando la Palabra predicada o escrita; que El obra en el alma y conciencia, arrepentimiento ha­cia Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo —todo trazado a la soberana voluntad de Dios — Juan 1:13; 3:5-8; 1 Cor. 6:11; 1 Pedro 1:22; Stg. 1:18.

 

12. La Eterna Seguridad de los Creyentes

Creemos en verdad y mante­nemos firmemente cada uno del rebaño de Dios, redimido por Su sangre TIENE vida eterna, y nun­ca perecerá, que es salvo una vez y para siempre, es hijo de Dios ahora y para siempre y es completamente libertado del juicio aho­ra, como Cristo Mismo. La per­severancia final de Cristo en sal­var, guardar y mantener, y final­mente presentar a cada redi­mido hacia Sí mismo, sin falta y en gloria es la convicción profunda de nuestra alma y una parte íntegra de la fe de los elegidos de Dios - Juan 5:24; col. 1:12- 14; Juan 10:28-30; Rom. 8:1; 29-39; Fil. 1:6, etc.

13. Cristo: Sumo Sacerdote y Abogado

Creemos en verdad y mantenemos firmemente que Cristo como el Sumo Pontífice de Dios ahora sentado a la diestra de la Majes­tad en los cielos, representa, mantiene, socorre e intercede por cada creyente verdadero en la presencia y ante el rostro de Dios. Su intercesión interminable con el Padre es para la restauración de hijos errantes de Dios —no es restauración al parentesco con Dios el Padre, pues esta nunca se puede perder, sino al gozo y comunión que se habían perdido por algún tiempo— Heb. 2:18; 4:14; 1 Juan 2:1; Luc, 22:32; Jn. 13: 1-14, etc.

 

14. El Cuerpo Místico de Cristo

Creemos en verdad y mantenemos firmemente que desde el día de Pentecostés ha habido UN Cuerpo sobre la tierra que con­siste de todos los creyentes verdaderos irrespectivo de su edad, sexo, crecimiento o fuerza de fe. Cristo glorificado en el cielo es la Cabeza de ese Cuerpo; el Espíritu Santo sobre la tierra obra en variedad por los miembros del Cuerpo. EL UN CUERPO une a los creyentes el uno al otro, y todos a Cristo. También los límites del UN Cuerpo, deciden la extensión y anchura de la comunión cristiana — 1 Cor. 12:13; Efesios 4:3—16; Col. 1: 24; Efesios 1:22-23.

 

15. El Sacerdocio de todos los Creyentes

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que TODOS los creyentes son sacerdotes y tienen igual acceso y derecho Divino de acercarse a Dios en el Lugar Santísimo y ofrecer sacrificios espirituales enteramente —aparte de la autorización o cita humana— Heb. 10:2, 19 — 22; 13:15, 16; 1 Pedro 2:5. etc.

 

16. Las Dos Ordenanzas Cristianas

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que TODOS los creyentes deben ser personas bautizadas, y TODOS deben par­ticipar de la Cena del Señor —el bautismo fue entregado para su administración a los siervos del Señor, la Cena del Señor fue en­tregada al pueblo del Señor— Mt. 28:19; Hec. 2:8, 16; 1 Cor. 11:23. Hch. 2:46; 20:7; etc.

 





17. La Segunda Venida del Señor

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que el Señor Jesucristo vendrá otra vez en po­der y gloria con Sus Santos —habiendo ya sido resucitado de entre los muertos o cambiados a Su venida en el aire— y con todos los ángeles santos, para reconci­liar a Si Mismo los cielos y la tierra comprados con Su sangre, y para establecer Su reino de milenio y reinar por mil años— Juan 14:3; Efesios 1:9, 10; Apoc. 19.

 

18. Personalidad de Satanás

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que Satanás, el enemigo declarado de Dios y del hombre, fue creado un ser sin pecado. El cayó por orgullo e insubordina-ción. Él es el autor de todo mal moral. La palabra Diablo sólo aparece en el singular en las Escrituras. Satanás es una personalidad viviente —un ser ge­nuino. Su condena es el “Lago de Fuego”. Las esferas presen­tes de operación satánica son los cielos, el aire y tierra— Job 1:2; Zac. 3; Mt. 4; Ef. 2:2; 1 Pd. 5:8; Apoc. 12:9.

 

19. La Resurrección de los Muertos

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que todos los muertos serán resucitados física­mente por el poder de Cristo. La compañía de los salvos será levantada para bendición eterna; los que no son salvos de entre los muertos serán levantados para su­frir las tribulaciones de la muerte segunda— el Lago de Fuego— Juan 5:28; Heb. 6:2; Apoc. 20:4-6; 12-15; 1 Cor. 15.

 

20. El Castigo Eterno

Creemos en verdad y mantene­mos firmemente que la condena­ción de los malvados, de los incré­dulos, de todos los pecadores que han rechazado a Cristo, es final, irrevocable, y eternal, que para aquellos designados para el Lago de Fuego las Escrituras no extienden esperanza que el sufrimiento cesará, ni habrá mitigación de castigo, ni limitación de duración. El castigo está establecido y será eterno. La misma palabra ETERNAL, es usada para expresar la vida del Dios Omnipotente, la vida de los redimidos en gloria, y el destino de los perdidos. Grados de castigo son proporcionados por la culpa de cada uno – Mt. 25:46; 2 Tes. 1:7-9; Apoc. 20:11-15; Judas 7; Marcos 9:44,46,48; etc.

Sendas de Luz, Abril-Mayo, 1981

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