El diablo tienta, la carne tienta
Estas
tres potestades tienen un vínculo muy íntimo entre sí, y todas trabajan en una
combinación asidua y tenaz para la ruina y perdición de los hombres. La carne
es la carroza y el mundo es el escenario donde el diablo anda y opera. Con todo
esto, cada una de estas potestades tiene su esfera autónoma para obrar en el
campo que los hombres le facilitan.
La
mayoría de las veces el hombre, después que ha caído y ha complacido sus
placeres carnales, dice: “El diablo me tentó, el diablo se me metió y cometí un
disparate; es que no sé cómo el diablo me cegó y caí en sus trampas.” Alguno ha
dicho que ninguno cae en público sin antes haber caído en secreto. Las
Escrituras definen claramente cuál es el pecado del hombre, cuál la tentación
del diablo y cuál la maldad de mundo.
Nunca
leemos cuando el pecado de David de que Dios, o el profeta Natán, o el mismo
David, acusaron al diablo de haberlo incitado a adulterar con Betsabé y a
eliminar a Uría. No leemos que Acán haya sido impedido por el diablo a sustraer
objetos del anatema en Jericó. Nada nos prueba que Esaú fue impulsado por el
diablo a menospreciar su primogenitura; tampoco Nadab y Abiú a ofrecer fuego
extraño en el altar; ni a Nabal para mostrarse tan avaro con David; y de otros
tantos que por falta de espacio no podemos citar.
En cambio,
hay pruebas contundentes en
Satanás dijo a Eva: “Mas sabe Dios que el día que comiereis de él ...” (Génesis 3:5) Leemos que Caín era del maligno y mató a su hermano. (1 Juan 3:12) Satanás tentó al Señor: “Si eres hijo de Dios.” ((Lucas 4:3) Pablo dijo: “Me es dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee.” (2 Corintios 12:7) Pedro preguntó a Ananías: “Por qué ha llenado Satanás tu corazón a que mintieses al Espíritu Santo?” (Hechos 5:3)
El
diablo está enjuiciado y eternamente condenado, no por ser diablo, sino porque
enseñó a los hombres a pecar y a dudar de la veracidad de
Consideramos
ahora que si el diablo tienta, la carne también tienta.
“Y el vulgo que había en medio tuvo un vivo deseo, y
volvieron, y aun lloraron los hijos de Israel, y dijeron: “¡Quién nos diera a
comer carne!” (Números 11:4 RV1909) y dice la Palabra que cada uno es tentado,
cuando de su propia concupiscencia es atraído y cebado. (Santiago 1:14)
El
incestuoso de la iglesia en Corinto fue tentado primero de la carne, entonces
en la disciplina fue entregado a Satanás para la prueba de su fe con la muerte
de la carne. El diablo le hizo la vida tan triste a aquel hermano que para
siempre tendría el recuerdo de haber ofendido a su Señor. Aunque perdonado y
restaurado, sentía con hondo pesar la mancha de su vestido.
Es
notorio que hoy día son pocos los caídos que dan muestras y señales de la
profunda gravedad de su pecado. Algunos se olvidan muy pronto y empiezan a
ocupar el lugar de jueces, criticando y murmurando los errores de sus hermanos.
Otros no tienen la suficiente prudencia para esperar unos años, sino que al
poco tiempo empiezan a tomar parte en el ministerio desde la tribuna.
Y de
la otra potestad leemos que “todo el mundo está puesto en maldad.” (1 Juan
5:19), y el mundo es el campo magnético de más grande tentación. En el mundo el
diablo se pasea con su trío unificado: “La concupiscencia de la carne, la
concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida.” (1 Juan 2:16)
El
mundo tiene sus riquezas y pasatiempos. Tiene sus modas y caprichos en las
mujeres lo más deshonesto en los últimos tiempos, con sus faldas y pantalones
que excitan la codicia y el deseo de la manera más vulgar. El mundo tiene sus
cortes y composturas de cabello, sus pinturas extravagantes y sus pinturas
llamadas naturales, pero que son pinturas que muchas hermanas usan para el
cabello, para las uñas, para las mejillas, para las cejas. Todo esto junto con
sus vestidos de corte anatómico que exhiben las formas de la mujer, vienen del
mundo que trabaja para la carne, y la carne y el mundo para el diablo.
El
mundo tiene su política que ofusca los ojos y la mente de muchos. Demas fue uno
de estos. (2 Timoteo 4:10) Del mundo vienen los noviazgos impuros y vulgares, y
los matrimonios fuera de los principios bíblicos. La ruina de muchos
matrimonios se debe a que en el noviazgo han revuelto y ensuciado el agua que
se han de beber. Del mundo vienen los cumpleaños, los balnearios, las
excursiones bastardas y las reuniones sociales que terminan en la molicie.
Entonces
¿cuál será el remedio para resistir a estos tres enemigos? Bien:
·
lo del
diablo: “Al diablo resistid y de vosotros
huirá. (Santiago 4:17)
·
lo
de la carne: Huid la fornicación. (1 Corintios 6:18)
·
Huye
también los deseos juveniles (2 Timoteo 2:22)
·
lo
del mundo: Aborreced – “No améis el
mundo ni las cosas que están en el mundo.” (1 Juan 2:15)
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