¿Cómo
puedo estudiar la Biblia?
Nuestro
Dios es parco en lo que a milagros se refiere. Habiendo Él hecho al hombre a su
imagen (Génesis 1:27), habiendo provisto un perfecto manual de instrucción por
medio de la inspiración sobrenatural (2 Pedro 1:21) y habiéndonos dotado con el
mejor de los maestros en la persona del Espíritu Santo (Juan 16:13), no
esperemos un cuarto milagro para transmitir la verdad de las Escrituras a
nuestras mentes. En otras palabras, ¡no hay atajo hacia la espiritualidad! Sólo
por el estudio serio y sistemático de la Palabra crecerá el creyente joven en
el conocimiento de Dios, y así será capaz de permanecer firme frente a las
tormentas de este mundo, la carne y el diablo. Y esto significa trabajo arduo.
La gente de Berea (Hechos 17:11,12)
nos proporcionan un modelo a seguir. Ellos estudiaban las Escrituras con
propósito (“escudriñaban”), ardientemente (“con toda solicitud”), regularmente
(“cada día”) y fructíferamente (“creyeron muchos de ellos”). ¡No se sugiere
aquí que encontraron tedioso o malgastado el tiempo dedicado a la Palabra! Si
nos acercamos al Libro de Dios en expectativa humilde, nunca seremos
desilusionados. Al contrario, diremos que, como el salmista, “He regocijado en
tu palabra como el que haya muchos despojos” (Salmo 119:162).
Desde luego, si estamos decididos y
predispuestos a aburrirnos, seremos aburridos. “Cuál es su pensamiento en su
corazón, tal es él [una persona]” Proverbios 23:7. Pero no es necesario. ¿Qué
puede ser más apasionante que ocupar nuestras mentes con la verdad infalible
del Dios vivo? ¿Qué puede ser más importante y trascendente? Para vivir con
gozo en el mundo de Dios, hemos de vivir por la Palabra de Dios.
¿Cómo,
entonces, puede el cristiano joven estudiar la Biblia? Ofrecemos sugerencias:
Ayudas
al estudio
Las
ayudas más sencillas son las mejores. En vez de recomendar un sinfín de
comentarios, déjenos enumerar aquellas herramientas con las cuales cualquier
creyente puede desentrañar los tesoros de la Palabra de Dios. Primero, se
requiere una buena versión de la Biblia. La Reina-Valera Revisión de 1960 es
tan buena como cualquiera [y considerablemente mejor que la mayoría]. De todos
modos, consulta otras, pero asegúrate siempre que su texto básico sea una
traducción confiable. Segundo, cuenta con cuaderno y bolígrafo, porque es
importante tomar nota de lo que el Señor te enseñe para tu estímulo en el
futuro. Moisés en Éxodo 17:14 es un ejemplo de esto, interesante por ser la
primera mención de trascripción de las Escrituras.
Tercero, una concordancia es
esencial […]. Nos referimos a la obra original y no a la condensación de la
misma, o de otras, que viene encuadernadas en muchas ediciones de la Biblia. Y,
no desdeñes las referencias marginales de tu Biblia; te conducirán a pasajes
paralelos y versículos relacionados con la porción que te interesa.
Todo esto, naturalmente, lleva su
tiempo, pero es tiempo bien empleado (Efesios 5:16). Sabes, el estudio
auténtico de la Biblia es costoso. Al joven que dijo, “Yo daría el mundo por
entender la Biblia como usted la conoce,” Harold St. John respondió, “Es
exactamente lo que a mí me ha costado”,
Acceso
al estudio
El
descubrimiento del sepulcro vacío en Juan 20 ilustra el acceso ideal a las
Escrituras. En los versículos 5 al 8 el verbo “ver” figura tres veces en la
Versión de 1960 pero en realidad expresa tres vocablos diferentes en el griego
original. Esto nos sugiere pasos clave a dar en el estudio de la Biblia.
1.
Confrontación La palabra “vio” en
v. 5 significa simplemente darse cuenta, o notar. Juan tuvo que agacharse y
entrar a la tumba para darse cuenta de lo acontecido. Y nosotros debemos abrir
la Palabra de Dios sumisamente si queremos que su verdad, capaz de
transformarse en vida, nos impacte. Haz tuya la oración de Salmo 119:18: “Abre
mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”, La lectura consecutiva desde
Génesis a Apocalipsis es indispensable, ¡y sin pasar por alto los pasajes
difíciles!
Para
llegar a dominar un libro en particular, léelo una y otra vez hasta que tu
mente esté saturada de él. No puede haber sustituto para la Biblia misma. La
facilidad con que disponemos de tanta literatura cristiana hoy en día nos
tienta a leer libros en vez de la fuente y origen de ellos, las Sagradas
Escrituras. Deuteronomio 11:18 al 21 es un desafiante recordatorio del lugar
que la Palabra de Dios en su entereza debe ocupar en nuestras vidas.
2.
Observación “Vio” en vv. 6,7
quiere decir ver, reparando en los detalles. Pedro observa la disposición de
las vendas dentro del sepulcro, cosa que de demanda más que una mirada pasiva.
Para aprovechar las Escrituras al máximo, debemos leerlas seria y
concienzudamente, y lentamente a la vez. Dios no revela su voluntad a aquellos
que tratan su Palabra con prisa y poca atención. El estudio concienzudo
significa “que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15), lo que incluye
entre otras cosas la debida atención respecto al contexto (por ejemplo, el
contexto de esos célebres y predilectos versículos en Filipenses 4:7,19), el
sentido común (identificando el lenguaje figurativo en, vamos a decir, Mateo
23:14) y comparación (muchas veces un versículo difícil se explica en un pasaje
paralelo o relacionado al tema). Observa cuidadosamente ¾ este Libro demanda una
concentración total.
3. Interpretación “Vio” en v. 8 equivale a discernir. Esto es, descifrar el
significado de aquello que se ve. Juan interpreta correctamente la colocación
ordenada de aquellas vendas como una evidencia de la resurrección del Señor. Y
cuando leemos la Palabra, hemos de estar alerta para obtener el significado
correcto. Una comprensión del propósito global y la estructura de cada libro
nos protegerá de un buen número de errores de interpretación.
4. Aplicación En
v. 8 Juan cree lo que ve. Todas las Escrituras han de ser creídas y, en lo que
a nosotros se refiere, obedecidas. De hecho, la sola lectura de ellas
fortalecerá nuestra fe (Romanos 10:17). Bengel dice, “Aplícate tú mismo
enteramente a las Escrituras y aplica las Escrituras completamente a ti mismo”.
En última instancia la meta del estudio de la Biblia no es el saciar nuestra
curiosidad, sino el modelar nuestras vidas para Dios. Como la profecía en el
Nuevo Testamento, es para edificación (doctrina, para la mente), exhortación
(obligación, para las manos) y consolación (devoción, para el corazón” (1
Corintios 16:3). ¿El estudio de la Palabra está surtiendo una influencia real
en mi vida? Si no, algo está mal en el fondo.
El
tiempo es poco. Repasemos y recordemos nuestras prioridades para invertir
nuestro tiempo, talento y energía en el estudio de la Palabra de Dios. Al fin y
al cabo, sólo esto contará para la eternidad.
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