Nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22-23)
Dando
siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Sesos
Jesucristo. (Efesios 5:20)
Si estás triste y deprimido, ¡trata de dar gracias!
Si estás desanimado y te sientes molesto, ¡trata de alabar! ¿Alabar y agradecer
por qué? Bueno, ¿te ha dejado Dios en tal miseria que ya no hay más bendiciones
ni recursos de su parte por los cuales estar agradecido? En Lamentaciones 3
vemos la gran angustia del profeta a medida que enumera todos sus dolores:
"Me dejó en oscuridad ... me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha
hecho más pesadas mis cadenas; aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a
mi oración; cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos ... me
dejó desolado" (vv. 6-9, 11). Leemos más de treinta quejas acerca de sus
circunstancias desesperadas, y finaliza con estas tristes palabras:
"Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová" (v. 18). Luego, de
repente, todos sus pensamientos se dirigen hacia Dios, y comienza a hablar de
una forma completamente diferente: "Esto recapacitaré en mi corazón, por
lo tanto, esperaré. Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos,
porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu
fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré"
(vv. 21-24). Así es cuando nos dirigimos a Dios. Nos damos cuenta que siempre
habrá muchas razones por las que agradecerle. Lleva tus problemas y tristezas
al Señor. Háblale acerca de todo lo que te deprime y desanima. Cuéntale todo,
pero no dejes de darle las gracias por todas las bendiciones que has recibido
de Él y por la felicidad de tenerlo a Él. Dios se interesa personalmente en ti
como tu Padre, así que puedes ir a Él con toda confianza. "Dad gracias en
todo" (1 Ts. 5:18).
E. C. Hadley
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