El velo, el arca y el propiciatorio (Éxodo 26:31-32;25:10-22; 37:1-9)
W.A. Deans
Solamente
el Sumo Sacerdote podía entrar al lugar santísimo una vez en el año, en el día
de la expiación. En esa ocasión, él tenía que rociar sangre sobre el
propiciatorio. Esta sangre era por sí mismo y por los pecados de todo el
pueblo, Hebreos 9:6,7.
Muchos
años después, los israelitas vivieron en la tierra de Canaán y construyeron el
templo en lugar del tabernáculo. En ese tiempo ellos ya no eran peregrinos por
el desierto y no tenían que trasladar el tabernáculo de un lugar a otro. El
velo dividía el Lugar Santo del Santísimo en el templo, lo mismo que en el
tabernáculo. Nadie podía entrar en el Lugar Santísimo, excepto el Sumo
Sacerdote.
Pero
cuando el Señor Jesús murió en la cruz, el velo del templo se rompió en dos partes
de arriba a abajo. Ahora, el camino está abierto para que los creyentes se
acerquen a Dios. Desde que Cristo murió no hay nada que impida acercarse. Hoy
tenemos completa libertad para entrar al Lugar Santísimo por medio de la muerte
del Señor Jesucristo. Él ha abierto para nosotros un camino nuevo, un camino
vivo, a través de su propio cuerpo. El velo se rompió y su cuerpo fue muerto.
Él es el Gran Sumo Sacerdote en la casa de Dios. Así que podemos acercarnos a
Dios con corazones sinceros y con la seguridad de que hemos sido limpios de una
conciencia culpable, Hebreos 10:19-22.
Volvamos
ahora a pensar en el tabernáculo en el desierto. El arca estaba en el Lugar
Santísimo y en la cubierta del arca estaba el propiciatorio, Éxodo 25:10-12.
El arca
era de madera de acacia y estaba cubierta de oro por dentro y por fuera. Medía
tres cuartos de metro de alto y tenía cuatro argollas, una en cada esquina. Los
sacerdotes ponían dos varas cubiertas de oro a través de esas argollas y
cargaban el arca cuando el pueblo se trasladaba de un lugar a otro.
La
cubierta del arca era de oro puro. De la misma pieza de oro los trabajadores
hicieron las figuras de dos querubines que se enfrentaban uno al otro en la
cubierta. Entre ellos el Sumo Sacerdote colocaba la sangre del sacrificio del
altar de bronce. Esta cubierta se llamaba el Propiciatorio.
|
Había
tres cosas sobre el arca. Los versículos 3 y 4 de Hebreos 9 nos dicen que
contenía, primero, la urna de oro con el maná; segundo, la vara de Aarón que
reverdeció y tercero, las tablas de piedra con las palabras proféticas escritas
en ellas. La urna de oro contenía maná que los israelitas comieron en el
desierto. Este maná no se pudrió. Esto recordaba a Israel, que Dios los
alimentó fielmente cuando estuvo en el desierto. Para nosotros, el maná es una
figura de Cristo, el Pan de Vida, Juan 6:31-35; 50 y 51.
La vara
de Aarón que reverdeció, Números 17:5-11 estaba en el arca para recordar a
Israel el pecado del pueblo, Números 16. Dios castigó a los rebeldes que habían
tratado de convertirse en sacerdotes. El dijo a Moisés que pusiera doce varas
secas, una por cada tribu dentro del tabernáculo por la tarde, para que Dios
mostrara a cuál había escogido para que fuera su sacerdote. Por la mañana,
solamente la vara de Aarón tenía signos de vida, había empezado a crecer.
Podemos ver en esta vara una figura de Cristo, que murió y recibió vida de
nuevo y trajo fruto cuando fue levantado de la muerte, Juan 12:24.
Las
tablas de piedra estaban en el arca en el tabernáculo y en el templo, pero el
maná y la vara de Aarón solamente estuvieron en el tabernáculo. Las tablas de
piedra permanecieron para mostrar que la ley de Dios no pasará nunca. El
Señor Jesucristo no vino para destruir la ley, sino para cumplirla, Mateo 5:17.
El
propiciatorio de oro puro muestra cómo puede un hombre enco ntrar a Dios. La sangre del
sacrificio se ponía sobre el propiciatorio. Dios puede tener comunión con los
hombres por medio del Señor Jesucristo, quien soportó la ira de Dios y derramó
su sangre por nosotros.
Los
querubines de oro que estaban sobre el propiciatorio, no tenían espadas de
juicio como aquellos que guardaron el Huerto del Edén, después de que Adán y
Eva pecaron y tuvieron que dejar el Huerto. Estos querubines miraban la sangre
sobre el propiciatorio. Los hombres han infringido la ley de Dios, pero ahora,
esta ley ha sido puesta bajo la sangre de redención, la sangre del sacrificio y
los pecadores pueden obtener paz con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario