domingo, 30 de julio de 2023

Los que introdujeron la democracia en el culto

 Caín, Balaam y Coré


“¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré”. (Judas 11)


Dios ha dicho por su Espíritu: “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. (1 Corintios 3:17) Estos tres hombres, Caín, Coré y Balaam, son de significación importante, porque establecieron precedentes dañinos que muchos han imitado, haciendo un gran daño a la Iglesia del Señor.

Caín inventó la religión, Balaam comerció en la religión y Coré cambió el sacerdocio en la religión. El primero popularizó la religión; el segundo enseñó que el fin justifica los medios y que no debe haber escrúpulos para conseguir riquezas por medio de la religión; y el tercero es la estampa elocuente de la soberbia en los religiosos. Estos hombres que actuaron en las dispensaciones pasadas tienen su correspondencia en la formación y desarrollo de la iglesia en todos los tiempos.

Caín mató a su hermano por envidia; los judíos entregaron al Señor a la muerte por envidia. (Marcos 15:9-16, 1 Juan 3:1) En toda la trayectoria de la iglesia ha habido persecución contra los justos, que son los que viven en una regla de vida de acuerdo a la palabra de Dios, y que, siendo justificados por la fe en Cristo, se consagran a su servicio. Entonces los que siguen el camino de Caín y practican la religión popular sienten envidia de no poder llevar una vida santa como la de los creyentes. Se declaran enemigos voluntarios, discutiendo unos, burlándose otros, y arremetiendo contra todos. La historia de los religiosos es elocuente.

 

Caín es el hombre a quien corresponde muy bien la inventiva de “religión” en el mundo, pues al principio no había diferencia ni divisiones. “Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”. (Génesis 4:26) Hasta aquí, aquéllos practicaban su devoción como se les había transmitido Adán y Eva; pero a Caín se le ocurrió cambiar el orden divino por una forma más agradable a los ojos y sentidos humanos: una forma, pero sin regla: `Dios ha hecho el hombre libre, podemos vivir como nos da la gana, y con una ofrenda atractiva podemos propiciar a desagraviar a Dios´.

A los malos, el recurso que siempre les ha quedado es el de la imitación; ellos saben que “el justo no será removido jamás”. (Proverbios 10:30) Así Caín se edificó una ciudad y llamó a la ciudad por el nombre de su hijo, pensando con esto perpetuar su nombre y su memoria; eso mismo pensó también Absalón con su columna. (2 Samuel 18:18)

Los descendientes de Caín siguen tradicionalmente su religión. Su “quincanieto” Lamec, estropea el símbolo del vínculo matrimonial, pues es el primero que aparece en la historia con dos mujeres, desacreditando con ellos la santidad figurativa de lo que será Cristo y su Iglesia. Como la religión es tolerante y permisiva, aun para el pecado más abominable, se presta como mampara para mitigar los escrúpulos de conciencia. Así, Lamec, siguiendo el camino de Caín, un día mató a un hombre, y su religión apagó los dardos de su conciencia, improvisando un rezo en parodia de la presencia de Dios para con Caín. “Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces lo será”. (Génesis 4:23,24)

Un “sextanieto” de Caín se llamó Jubal, y para esta fecha el camino de Caín ya estaba bien establecido. Caín ya estaba viejo, época en la que se vive de recuerdos; hasta es posible que empezara a repetir muchas veces la historia de su juventud. Pero se acercaba su fin, y un granito de arena le molestaba en el zapato de su conciencia al recordar el día cuando rechazó la redención por fe en la sangre derramada, cuando su orgullo natural fue atizado por el diablo, y se decía: `Dios me hizo, y por eso debe aceptar lo que yo ofrezco. Dios me trajo al mundo, y sabe lo que debe hacer conmigo. Dios me ha guardado, y puede llevarme al cielo´.

Ahora, estos paliativos no satisfacen la conciencia de Caín. “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. (Génesis 4:10) Cuando estos pensamientos acosaban a Caín, apareció su hijo Jubal con un instrumento músico de su invención. (Génesis 4:21) Luego que empezó a tocar sus instrumentos, Caín se distraía, se sentía mejor, como Saúl cuando “David tomaba el arpa y tocaba con su mano”. (1 Samuel 16:23)

En Génesis capítulo 4 se describe la oportunidad de salvación despreciada por Caín; en Hebreos 11:4 hallamos el sacrificio incruento ofrecido por Caín; en 1 Juan 3:12 leemos de las obras perversas de Caín; y en Judas 11 miramos el camino extraviado que enseñó Caín.

El creyente carnal no puede sentir ningún gozo en el culto racional guiado por el Espíritu, sin música, sin acompañamiento, sin coros, sin pastores ni ceremonias; esto es muy simple para los sensuales. Una asamblea sin organización directiva no llama la atención, y una campaña sin programa y propaganda es un fracaso; esto es para los que buscan la satisfacción de los sentidos solamente.

El camino de Caín tiene sus estatutos, a saber: `La salvación es por buenas obras para gloriarse en ellas; lo emocional por levantar la mano, firmar una tarjeta, o doblar la rodilla en oración. Se puede acreditar el reino de los cielos por ser bautizado cuando niño, o por la imposición de las manos de un pastor. Se puede ser miembro de la iglesia para dar sus ofrendas y desempeñar su ministerio, aunque se viva en bigamia por la comedia del divorcio, como los católicos y protestantes, o vivir en poligamia como los mormones.

En fin, la apostasía empezó con el camino de Caín desde el principio del mundo.

 

Balaam estaba dispuesto a maldecir al pueblo de Israel a cambio de dinero que le ofrecía Balac, rey de Moab. Él no maldijo porque Dios se lo impidió, pero enseñó a los moabitas la manera cómo debían tentar a Israel, con el fin de levantar a Dios en contra de su pueblo. (Apocalipsis 2:14, Números 31:15,16, 25:4-9) Simón el mago quiso comercializar con el don del Espíritu Santo, como está escrito: “Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero (Hechos 8:18), y de haberlo logrado también hubiera sido canal de maldición para el pueblo como lo fue Juan Tetzel con su venta de indulgencias, de tal manera errada y absurda que un portavoz de esa doctrina declaró recientemente: “Yo bien podría morir en los brazos de una mujer pública, y de allí ir derechito al cielo”. La proposición de Simón el mago sublevó el espíritu de Pedro, quien le dijo: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene por dinero”. (Hechos 8:19-23) Igualmente, el negocio de Tetzel irritó de tal modo el espíritu de Lutero que dio principio a la Reforma, clavando él sus noventa y cinco tesis a la puerta de la catedral de Wittemberg.

Es posible que a solas Balaam se gloriaría de que, si no maldijo al pueblo, enseñó cómo lo haría caer, para que Dios en su enojo lo maldijera como castigo. Esa ha sido siempre la táctica del diablo: presentar la codicia atractiva, para que el mandamiento mate sin misericordia. (Romanos 7:11) ¡Cuántos hermanos hay que ven sólo la rosa y son ciegos a las espinas! Se juntan en yugo desigual; del mundo, usan sus modas en el vestir, en el cabello, en las cejas, con las uñas, en los zapatos. “Es por esto que muchos de ustedes están enfermos y débiles, y también algunos han muerto”. (1 Corintios 11:30 en la Versión Popular) Muchas de las iglesias de Asia no existen porque hicieron levantar a Dios en juicio contra ellas su candelero. La doctrina de ese falso profeta sigue igualita sin variar; toma más influencia a medida que el fin se acerca. (2 Pedro 1-3, 10-22)

 

Coré es la imagen viva del cura Torres Amat. Las notas en la versión de la Biblia de ese sacerdote son una contienda hiriente y contradictoria contra los evangélicos. Para confirmar su herejía, dice una nota: “He aquí, una prueba de que Dios no prohibió absolutamente el hacer imágenes, como dicen los protestantes”. (Números 21:8) “¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré”. (Judas 11)

Coré se anticipó a Jeroboam; de la noche a la mañana ya tenía doscientos cincuenta sacerdotes, y es posible que tuviera listo su programa para introducir innovaciones en el culto. Esos seguidores de Coré son los que “hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en el error”. (2 Pedro 2:12) Estos descendientes de Coré aparecen periódicamente en la iglesia. Vienen con ideas nuevas contra la doctrina enseñada desde el principio; desconocen la autoridad de los ancianos y de los siervos del Señor; y dicen: “Todos somos santos y sacerdotes (Números 16:3), todos tenemos libertad para enseñar y predicar como el Espíritu nos dé que hablemos. Los tales no han bajado a la medida de conocerse a sí mismos.

¡Cuán diferente es el hombre espiritual que puede errar por soberbia y, al reconocer su pecado, se humilla y confiesa como David: “Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre”. (2 Samuel 24:17)

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