Hulda
“Andad sabiamente, para que sepáis
como debéis responder a cada uno” (Colosense 4:5-6).
La historia está en 2 Reyes 22 y 2
Crónica 34:14-33.
Las mujeres en la Biblia que tuvieron un impacto positivo
sobre sus semejantes fueron las que vivieron en comunión con Dios, obedecieron
la Palabra de Dios y se expresaron con claridad. La profetisa Huida fue una de
esas mujeres sobresalientas y fue guiada por Dios al darle un mensaje a un rey.
La nación de Israel se había dividido en dos reinos, las
diez tribus del norte se llamaban Israel y fueron llevadas cautivas por los
asirios, y el reino del sur fue llamado Judá. Tristemente, ambos se apartaron
de los caminos de Dios. Los reyes malos introdujeron en Judá la idolatría, la
prostitución ritual y los sacrificios humanos. La casa de Dios, profanada con
la adoración pagana, estaba en un estado de ruina.
Unos siglos antes, Dios había dicho que había escogido a
Israel para que fuera su pueblo especial y le dio a la nación sus mandamientos
escritos, con la instrucción de que se los enseñaran a sus hijos. La obediencia
no iba a ser demasiado difícil, pero lamentablemente la mayoría se desvió de su
pacto con Dios. Entre los reyes más viles de Judá estuvieron Manasés y Amón, el
abuelo y el padre del príncipe Josías.
Afortunadamente, después de la muerte de Amón, su hijo
Josías ascendió al trono e hizo lo que agradaba a Dios, siguiendo el buen
ejemplo de su antepasado, el rey David. Josías mandó a destruir todo lo que
tenía que ver con la idolatría y dio órdenes a sus siervos para que repararan
la casa de Dios. Cuando el templo estaba siendo reparado, el sacerdote Hilcías
halló allí un libro de la ley. A pesar de que él era el sumo sacerdote, parece
que no entendía la importancia de aquellas sagradas escrituras, tal vez el
libro de Deuteronomio o una porción de ese libro.
Puede ser que tengamos diez Biblias en nuestra casa, pero
la Palabra de Dios está perdida si la familia ha dejado de estudiar las
Sagradas Escrituras.
Hilcías entregó el libro al escriba Safán, quien se lo
leyó al rey Josías. Al oír la lectura del libro, Josías sintió temor por su
nación y, en señal de duelo, rompió sus vestidos. Luego mandó al sumo sacerdote
Hilcías, al escriba Safán y a tres oficiales suyos a buscar la voluntad de Dios
en cuanto a las solemnes verdades escritas en el libro, porque sus padres no
habían guardado la Palabra de Dios según lo que estaba escrito y como
consecuencia la nación estaba en gran peligro (2 Reyes 22.13).
¿A quién irían para saber de la autenticidad del libro
hallado? Algunos profetas vivían en Jerusalén en aquellos tiempos: Jeremías
recibía mensajes de Dios (Jeremías 1.2), y también Sofonías (Sofonías 1.1).
Pero el rey no mandó a sus siervos que fueran a ellos, sino a la profetisa
Huida. Ella vivía en un barrio de Jerusalén con su esposo, Salum, el encargado
del vestuario del rey. (Según la tradición judía, ella era profesora en la
universidad).
Huida pudo dar la ayuda necesaria en aquel dilema.
Confirmando la divina autoridad del libro que había sido hallado en el templo,
ella dijo: “Decid al varón que os envió a mí: Así dijo Jehová: He aquí yo
traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla
este libro”. Luego afirmó que las maldiciones escritas en el libro se
cumplirían porque la nación había rechazado a Dios y adoraba a los ídolos.
Pero, aseguró ella, como el rey que los había enviado se humilló delante de
Dios con un corazón tierno, el castigo no iba empezar durante su vida. Cuatro
veces Huida afirmó que el mensaje había sido dicho por Dios mismo.
Cuando Josías recibió el mensaje divino, hablado por
Hulda, hizo una santa convocación. Delante de todo el pueblo leyó del libro de la
ley. Se estableció un pacto para obedecer todas las palabras de la ley de Dios.
La idolatría fue abolida y la santa fiesta de la Pascua fue celebrada de nuevo.
Estas reformas eran las mayores en la historia de la nación.
La madre de Josías fue Jedida (2 Reyes 22:1) y el
versículo que sigue dice que el joven hizo lo que agradaba al Señor. Tal vez
ese príncipe fue instruido por una madre espiritual y, cuando reinaba, mandó a
sus oficiales que consultaran a otra mujer de fe en Dios. Huida, que vivía en
comunión con su Señor, recibió el mensaje divino y sin temor a las personas lo
declaró con claridad.
Huida fue una de las profetisas mencionadas en el Antiguo
Testamento. Otras fueron María la hermana de Moisés, Débora y la esposa de
Isaías. Como lo hacían los profetas, estas mujeres declararon el consejo de
Dios, proclamando mensajes divinos acerca del presente y del futuro. Pero no
hay ningún indicio de que ellas hablaban públicamente en la congregación de los
santos ni de que viajaban de lugar en lugar. Más bien la gente acudía a ellas
para oír consejos espirituales.
Aunque esta es la única referencia a Huida en la Biblia,
su influencia sobre la nación fue enorme. Gracias a ella, el rey supo lo que
Dios exigía de la nación. Cuando se presentó la necesidad de declarar el
mensaje de Dios, Huida estaba preparada, sin preocuparse de la opinión de
otros. Dios honró a Huida con el don de la profecía y por su parte ella honró a
Dios por medio de su devoción y obediencia.
Rhoda Cumming
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