Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Isaías 9:6)
“CONSEJERO"
— Él será la Fuente de todo consejo para aquellos que compartirán el gobierno
y sus beneficios en aquel día. Todo buen consejo ya procede de Él, pues Él es
quien ha dicho: “Conmigo está el consejo y el buen juicio; yo soy la
inteligencia; mío es el poder. Por mí reinan los reyes, y los príncipes
determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores
juzgan la tierra” (Pr. 8:14-16). Por lo tanto, es divinamente adecuado que Él
sea llamado “Consejero”. Sin embargo, nos llenamos de santa reverencia cuando
contemplamos la palabra central de este nombre incomparable—nombre de la Señal
“abajo en lo profundo” y “arriba en lo alto” (Is. 7:11), el nombre del «Niño
que nos es nacido», acunado en el pesebre, nombre del «Hijo que nos es dado».
“DIOS FUERTE"—En
el original, aquí el nombre de Dios es “EL” que es singular. Es utilizado por
primera vez en Génesis 14— “El Altísimo, creador de los cielos y de la tierra”.
“El” significa “el Fuerte”, el Primero. “Dios es uno”, y los atributos de Dios,
por lo general, están relacionados con este nombre singular—“Qué bendición que
este Dios fuerte se dé a conocer a nuestros corazones adoradores en la Persona
de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del amor del Padre, pues Él es la “Imagen
del Dios invisible”. Él es el Hijo, quien no fue creado, “porque en Él fueron
creadas todas las cosas” (Col. 1:16). Por lo tanto, es completamente correcto y
adecuado que sea llamado “Dios fuerte”
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