Introducción
La Epístola a
los Corintios forma parte del primer ciclo de cartas de Pablo denominadas sus
Epístolas Misioneras, las cuales son 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Corintios,
Romanos y Gálatas. En ellas Pablo trata mayormente temas de doctrina básica. En
1 Corintios está escribiendo a una iglesia que había plantado unos tres años
antes durante una estadía de quizás dieciocho meses, Hechos 18.11.
Corinto tenía
dos características sobresalientes. Se conocía corrientemente por su afán por
la sabiduría. Hubo una época en que “hablar como hablan en Corinto” daba a
entender expresarse con certeza y belleza artística. Era el centro del
intelectualismo. Por otro lado, era conocida por su corrupción. La lascivia
predominaba al extremo que era la Sodoma del Nuevo Testamento. Por esto, se
usaba comúnmente el término “corintizar” al referirse a una vida inmoral. Así,
dos extremos marchaban mano en mano, y en ese ambiente existía una iglesia
local.
Dos factores
dieron lugar a la epístola. Primeramente, llegaron a Pablo del hogar de Cloé
informes acerca de condiciones que prevalecían en la asamblea, 1.11. Él las
trata en los capítulos 1 al 6. Adicionalmente, se le había enviado una carta
que presentó ciertas preguntas, y procede a contestarlas a partir del capítulo
7, como sabemos por el v. 1.
Al interesarse
por esta carta, uno debe llevar en mente que, si bien es cierto que su
sustancia versa sobre asuntos frecuentes en Corinto, el propósito es que tenga
una aplicación mayor. Pablo, con un tal “nuestro hermano Sóstenes”, escribe a
la iglesia de Dios en Corinto, pero a la vez se dirige a “todos los que en
cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y
nuestro”. Al ser así, el mensaje de esta epístola aplica no tan solo a todo
lugar, sino a toda fase eclesiástica y por ende a nuestros propios días.
No nos
atrevemos a decir que cualquier parte es de sólo una relevancia netamente local
en sus principios hoy en día. Jesucristo es Señor, no solo de los creyentes en
Corinto, sino de todo su pueblo a lo largo de los tiempos, 1.2, y por esto su
voluntad es común a todos. A los tales Pablo manda saludos de gracia y paz.
Capítulo 1: Las riquezas y responsabilidades de los
redimidos
1.
La situación del creyente,
vv 4 al 9 Aquí hay munificencia para dar acciones de gracias por un conjunto de
cosas buenas — fuisteis enriquecidos, nada os falta en ningún don, os
confirmará hasta el fin, irreprensibles, llamados a la comunión con su Hijo.
Nos fijamos en que estas bendiciones serán otorgadas por la gracia de Dios, v.
4, y garantizadas por su fidelidad, v. 9.
2. La concordia del
creyente, vv. 10 al 16 Es motivo de preocupación. Su llamamiento a una
comunión como ésta exige unidad entre las partes y la misma debe ser expresada
por hechos y actitud, v. 10, sin parcialidad, v. 12. Donde abunda la
parcialidad es evidencia de un Cristo dividido y un líder sobre evaluado, vv 13
al 16.
3. La comunión del
creyente, vv. 17 al 25 Este mensaje amerita énfasis y será eficaz solamente
donde impera la concordia. La meta de Pablo era siempre la de predicar el
evangelio. ¿Es la nuestra? Su tema es siempre las buenas nuevas de Cristo
crucificado, la palabra de la cruz. Su estilo no era el uso intelectual del
saber humano, cosa que lo anula, y que Dios desaprueba, vv 17 al 20. Su
sustancia es el poder de Dios para salvar y seguir salvando, v. 18.
4. El llamamiento
del creyente, vv 26 al 31 Aquí hay una misericordia para ser acogida. Es de
un todo anti mundano. Nótese el llamado en sí; era por la locura de la
predicación, o de la cosa predicada; los llamados; las cosas necias del mundo,
y todo el producto de “lo necio de Dios”. ¡Cuán contrario al proceder de Dios
es todo esto! Nuestro llamamiento nunca fue con base en nuestra grandeza, sino
solo sobre la base de la gracia divina, en la salvación, como en lo demás.
Dios será
siempre “todo en todos”. Donde la misericordia de nuestro llamamiento se
posesiona de nuestro corazón y nuestra situación espiritual por medio de Cristo
encanta el alma, entonces la concordia se realizará y el evangelio será
predicado.
Lección:
Que nos maravillemos ante nuestra riqueza, que obremos para la unidad, que
testifiquemos por fidelidad y que adoremos ante la grandeza divina.
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