capítulo 2: Un golpe contra el intelectualismo
En gracia Dios ha preparado múltiples bendiciones para aquellos que le
aman. El ojo humano nunca ha visto cosa parecida, el oído humano nunca ha
escuchado semejante noticia y el corazón humano jamás ha concebido bondades
como estas, 2.10, pero Dios las ha revelado. ¿Cómo se dan a conocer y cómo se
puede conocerlas si están tan más allá de la imaginación y el concepto del
hombre?
Para esta comunicación, la sabiduría corintia era de un todo inadecuada.
Pablo, el gran portador de estas cosas a Corinto, no las declaró con habilidad
de oratorio o sabiduría. Rehusó el uso de palabras persuasivas porque sabía que
son inadecuadas como medio de comunicación. Sabía que Dios había rechazado de
un todo este proceder, 1.19,20. Si esto era cierto donde el intelectualismo
reinaba y donde estaba presente un apóstol hábil y preparado, ¿cómo
atreveríamos a revertir a ello hoy día? Todavía el mundo no conoce a Dios, ni
las cosas de Dios, mediante la sabiduría.
Entonces, ¿cómo se dan a conocer? Primero, están envueltas en la
predicación y el cono-cimiento de Cristo y de Cristo crucificado. Cristo y su
obra en cruz constituyen el único fundamento de todas las bendiciones de Dios
para el hombre. Descartar esto es alejarse de los dones que Dios ofrece. Debido
a esto el apóstol manifiesta un afán evidente a definir su ministerio, 2.3. El
temor y temblor, una expresión paulina, no se debía a un peligro personal sino
a un sano afán por cumplir correctamente un deber santo. Segundo, la revelación
de estas cosas sí requiere sabiduría (pero no la de este mundo que es
perecedera sin Dios) escondida del intelecto humano y eternamente duradera.
Tercero, esta comunicación es posible sólo por medio del Espíritu Santo.
Solamente a través de él la revelación es todo envolvente, 2.10,11, y por
consiguiente adecuada. Este Espíritu Omnisciente es el don de Dios a todos los
que le aman.
Pablo concluye que los hombres espirituales no pueden discernir cosas
espirituales por medios carnales, ni puede el hombre natural comprender las
cosas del Espíritu por el uso de sus propias habilidades. Contando con el
Espíritu, contamos con la mente de Cristo.
Lección: Pidamos
sabiduría, Santiago 1.5, y seamos responsivos al Espíritu.
S.Emery
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