domingo, 23 de junio de 2024

LEYENDO DIA A DIA 1 CORINTIOS (3)

 

Capítulo 3: Capacidad y construcción espiritual


Al cabo de tres años ellos eran todavía niños que requerían leche. Su capacidad era deficiente y por su disensión y división se manifestaban ser carnales, de manera que estaban fallando en su construcción.

Cual campo arado de Dios, han debido producir fruto, pero no había evidencia de tal cosa. El espíritu partidista les dejaba atrofiados. Los hombres preferidos eran sólo instrumentos para siembra y riego, y tan sólo Dios podía producir cosecha; ¡Él hace que semilla lleve fruto! El tipo de alimento espiritual que se asimila determina el ritmo de desarrollo, y el espíritu partidista lo descubre. Lamentamos la ausencia de apetito espiritual para las cosas profundas de Dios, tan evidente en estos días, y la manifiesta carencia de desarrollo que la acompaña. Oremos por apetitos robustos por una vianda que nos hará avanzar de la niñez y que nos hará hombres y mujeres de Dios.

No somos solamente niños en una familia cuyo desarrollo está bajo observación, sino también constructores de una asamblea empleada para la industria. “Vosotros sois … edificio de Dios”, y la expectativa es que construyan. Labranza es pasiva y edificio es activo, pero el fundamento (echado ya en parte) es uno mismo, Cristo Jesús, como afirma Él mismo en Mateo 16.16 al 18. En cuanto a Corinto, Pablo lo echó, y ahora instruye a los edificadores.

Si Dios vigila cuidadosamente mi desarrollo espiritual cual constructor, yo debo vigilar el desarrollo de mi servicio. Cualquiera nuestra capacidad o lugar en la asamblea, somos responsables por el progreso de la construcción, escogiendo los materiales con cuidado. ¿Nuestros materiales son costosos y duraderos, requiriendo sacrificio y atención (oro, plata y piedras preciosas), o baratos y de mala calidad, incorporados sin esfuerzo y de utilidad pasajera (madera, heno y hojarasca)?

¿Estoy construyendo al estilo de los antiguos, un templo digno de Dios, o un edificio moderno y provisional? Un día el gran Inspector de Obras lo va a revisar y probarlo contra incendio; ¡ojalá que no se reduzca a cenizas, aun cuando sé que yo, el constructor salvado, no seré consumido en las llamas!

Lección: Vivir a la luz del tribunal de Cristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario