domingo, 23 de junio de 2024

Viviendo por encima del promedio (12)

 

Devolviendo odio con amabilidad


Usted podría inclinarse a pensar que el nombre Cubas le pertenece a un cubano. Pero no es así. Oscar Cubas era un hondureño que servía al Señor a lo largo de la frontera con Nicaragua. Fue el primer nacional encomendado al servicio del Señor a tiempo completo en las iglesias hondureñas. Fue una buena encomendación. El Señor lo utilizó para plantar una iglesia neotestamentaria en un pueblo llamado Tauquil.

Oscar no tenía estudios, era sólo un cristiano sencillo. Uno de sus grandes bienes era que tenía una profunda fe en la Palabra de Dios y un profundo deseo de compartir la Palabra con otros. Además de esto, buscaba practicar lo que aprendía en la Biblia, y esto significaba que era humilde, paciente, amoroso y amable.

El pueblo de Tauquil, sin embargo, era un nido de comunistas. La simpatía y la lealtad de las personas estaban con los sandinistas. Pero a medida que más y más personas venían a Cristo y la iglesia crecía, se debilitaba la influencia comunista sobre la población. No era porque los creyentes se involucrarán en la política; no lo hacían. Era sólo porque eran sal y luz que su moral positiva e influencia espiritual comenzaron a hacer efecto.

En un momento, Oscar enfrentó un problema del tipo de los que anima a cada siervo verdadero del Señor. A medida que la obra crecía, la iglesia comenzó a necesitar un edificio. Hasta ese momento los hermanos se habían nido en los hogares, pero eso ya no era viable. Las de los creyentes eran demasiado pequeñas. Por eso, la iglesia compró parte de una propiedad, la mitad de la cual ría para la capilla y la otra mitad, una casa para Oscar y su familia.

En ese momento, los creyentes no se dieron cuenta de que su propiedad era adyacente al terreno de Santos, uno de los líderes comunistas del pueblo. Este hombre no era amigo de los evangélicos. No había duda de que resentía la manera en que el comunismo había perdido algo de su poder en Tauquil, Entonces comenzó a odiar a Oscar. Una vez incluso logró encerrarlo en la cárcel bajo el ridículo cargo de que había cortado un árbol seco. Cuando las autoridades investigaron y se dieron cuenta de cuán extraño era el caso, liberaron a Oscar.

¿Intentó Oscar tomar represalias? ¿Denunció a su vecino? ¿Buscó defenderse a sí mismo? No, a través de todo el maltrato que soportó, fue semejante a Cristo. Hizo que lo pueblerinos se maravillaran por su comportamiento extraordinario. Las personas de Tauquil no eran así.

Cuando la capilla quedó terminada, Oscar comenzó construir su casa. Estaba exactamente al lado de la cerca de Santos. La cocina era la habitación de la casa más cercana a la casa de Santos. ¡Perfecto! Esto le dio la oportunidad descontento vecino de hacer lo peor. Construyó una letrina al aire libre, cerca del cercado, haciendo que el hedor fuera hacia la cocina de Cubas, lo suficiente como para cualquier comida.

Oscar no dijo nada. Siempre saludó a Santos con simpatía y respeto. No pensaba en vengarse. En su sencilla fe, él creía que la batalla era de Dios. Estaba contento con quedarse quieto y ver la salvación del Señor.

La letrina no había sido una obra maestra de ingeniería. Un día, cuando Santos la estaba usando, colapsó por completo (aquí gentilmente cenamos el telón sobre el resto de ese escenario poco elegante). El humillado hombre se dio cuenta de que había estado peleando contra Dios y que estaba perdiendo seriamente. Al igual que Saulo de Tarso, estaba dando patadas contra el aguijón. Ciertamente, él no quería una repetición de ese día.

Entonces, ahora pasamos a las buenas noticias. El sórdido episodio tuvo un final feliz. Fue el medio para traer a Santos a Cristo. Quien compartió esta historia con nosotros dijo: "Lo maravilloso es que cuando Santos se rindió al Señor, se entregó completamente a Él. Ahora es un hermano cristiano comprometido en total fraternidad en la pequeña iglesia y le predica a otros activamente."

El salmista dijo: "Porque Jehová tiene contentamiento en Su pueblo" (Salmo 149:4). Es fácil ver cómo puede complacerse en un hombre como Oscar Cubas. Este creyente casero ejemplificó a Cristo. Soportó pacientemente mientras hacía lo bueno. Eligió ser perjudicado más que mantenerse en alto por sus derechos. Oró por aquellos que lo perseguían y dejó que el Señor hiciera el resto. Él no tomó revancha.

Habiendo dicho esto, preguntemos por qué es que los cristianos no deben tomar revancha. La razón es que perdemos nuestra credibilidad de ser una sociedad alternativa si nos comportamos exactamente como lo hacen otras personas. Parte de nuestro testimonio de Cristo y de Su gracia salvadora es una actitud de mansedumbre. En otras palabras, toda la misión de la Iglesia, el testimonio del evangelio, es afectada si los cristianos se rinden a la represalia o a la venganza

William Macdonald

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