EL NUEVO HOMBRE
Este
término se encuentra en Efesios 4: 24 y en Colosenses 3: 10. Al igual que el
"viejo hombre", el "nuevo hombre" es también una expresión
abstracta que denota el nuevo orden de perfección moral en la raza de hombres
de nueva creación bajo Cristo. El viejo hombre se caracteriza por estar
"viciado" y ser "engañoso", pero el nuevo hombre se
caracteriza por la "justicia" y la "santidad". (Efesios4:
22-24). El "nuevo hombre" es el nuevo estado que caracteriza a la
nueva raza de hombres bajo Cristo. Este nuevo orden moral de humanidad fue
visible por primera vez "en Jesús" cuando Él anduvo aquí en este
mundo (versículo 21).
El
"nuevo hombre" no es Cristo personalmente
Así como el "viejo hombre" no
es Adán personalmente, del mismo modo el "nuevo hombre" no es Cristo
personalmente, aunque Su vida caracterizó todo lo que el nuevo hombre
representa. El Sr. George Davison dijo: «El nuevo hombre no es Cristo
personalmente, pero es Cristo señaladamente». Cada rasgo moral del "nuevo
hombre" fue visto en Él en perfección.
Esta
raza de hombres de nueva creación no comenzó hasta que Cristo resucitó de entre
los muertos para convertirse en su Cabeza. Como "el Primogénito de entre
los muertos" (Colosenses 1: 18), Él ha enviado el Espíritu de Dios a este
mundo para unir a los creyentes (los "muchos hermanos") a Él en la
raza de nueva creación que son del mismo orden de humanidad. (Romanos 8: 29).
"De uno" somos "todos" con Él, siendo del mismo orden de
humanidad en esta nueva raza. (Hebreos 2: 10-13). El "nuevo hombre"
no es exactamente lo mismo que el "un solo y nuevo hombre" en Efesios
2: 15, expresión que se refiere a la unión de judíos y gentiles creyentes en un
solo cuerpo a Cristo en el cielo. El "nuevo hombre" es una
descripción de aquel nuevo orden moral de humanidad en la raza de nueva creación.
El
"nuevo hombre" no es la vida nueva en el creyente
Así
como el "viejo hombre" es un término abstracto y no se refiere a algo
vivo en nosotros con apetitos y deseos, del mismo modo el "nuevo
hombre" no es algo vivo en nosotros. Este es un malentendido muy extendido
entre los cristianos. Comentarios como: «El hombre nuevo que hay en nosotros
necesita un objeto al cual recurrir» o, «Necesitamos alimentarnos de cosas que
satisfagan al nuevo hombre»", están confundiendo el "nuevo
hombre" con nuestra vida nueva y naturaleza que muy explícitamente tiene
deseos y apetitos.
Puesto
que el "nuevo hombre" es conformado a imagen de Aquel que lo creó
(Colosenses 3: 10), siendo parte de la raza de nueva creación, nosotros podemos
representar ahora plenamente a Cristo aquí en este mundo. Las características
del "nuevo hombre" serán vistas en nosotros cuando andemos en el
Espíritu. (Gálatas 5: 22, 23). Para que manifestemos las características del
"nuevo hombre", Dios nos ha dado un ejemplo perfecto en
"Jesús" (Efesios 4: 21) y el poder necesario en el "Espíritu".
(Efesios 5: 18). Si nosotros consideramos la vida de Jesús como nuestro modelo
y estamos llenos del Espíritu Santo, ciertamente manifestaremos estas
características en nuestras vidas.
La
separación del cristiano del malvado orden del "viejo hombre" andando
según el "nuevo hombre"
El
énfasis de la exhortación de Pablo en los últimos versículos de Efesios 4 es
que pongamos en práctica lo que de hecho es verdad. Si nos hemos despojado del
"viejo hombre" y nos hemos vestido del "nuevo", entonces
terminemos con ese antiguo estilo de vida corrupto y vivamos según lo que
caracteriza al nuevo hombre. Pablo menciona un número de transiciones que deben
resultar en la vida del creyente de manera natural mientras él anda en "la
justicia y santidad de la verdad". (Efesios 4: 24). Ellas son:
·
Honestidad en lugar de falsedad
(Efesios 4: 25).
·
Ira justa e incansable contra el mal en
lugar de indiferencia para con el mal (versículos 26, 27).
·
Dar a los demás en lugar de hurtarles
(versículo 28).
·
Hablar con gracia a los demás en lugar
de usar una comunicación corrupta (versículo 29).
·
Benignidad en lugar de amargura
(versículos 31, 32).
·
Compasión en lugar del ardor de la
pasión (versículos 31, 32).
·
Mostrar gracia a los demás en lugar de
ser iracundo, clamoroso, injurioso y malicioso (versículos 31-32).
En
Colosenses 3 Pablo menciona diez características morales del "nuevo
hombre" que deben ser vistas en los santos cuando ellos exhiben la verdad
de "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria". (Colosenses 1: 27).
·
Misericordia (Colosenses 3: 12).
·
Benignidad (versículo 12).
·
Humildad (versículo 12).
·
Mansedumbre (versículo 12).
·
Paciencia (versículo 12).
·
Sobrellevar (versículo 13).
·
Perdón (versículo 13).
·
Amor (versículo 14).
·
Paz (versículo 15).
·
Agradecimiento (versículo 15).
Algunas
consideraciones prácticas
Como fue mencionado anteriormente, el
pensamiento de Dios es que habría una continuación de la hermosura moral de
Cristo en este mundo en el tiempo de Su ausencia a través de los miembros de Su
cuerpo. Nosotros podemos ser ejercitados acerca de si acaso estamos
manifestando a Cristo en nuestro andar y en nuestros modos de obrar. Nuestra
tendencia es ser inconsistentes en esto en las diversas esferas de la vida.
Nosotros debemos manifestar las características del "nuevo hombre" en
nuestras vidas, — no sólo en una esfera, sino en todas las esferas en las que
nos movemos.
Los hijos de Israel debían tener
"un cordón de azul" en los bordes de sus vestidos. (Números 15: 38,
39). En la Escritura el color azul es un tipo de lo que es celestial. Para
nosotros significaría que debemos manifestar un carácter celestial en nuestras
vidas. Deuteronomio 22: 12 nos dice que esos flecos debían estar en las
"cuatro puntas" de sus mantos. Esto sugiere, de manera típica, las
cuatro diferentes dimensiones en las que vivimos, — nuestra vida en el trabajo
o en la escuela, nuestra vida con nuestros hermanos en la asamblea, nuestra
vida en el hogar con nuestra familia, y nuestra vida personal cuando estamos
solos. Podemos preguntarnos: «¿Es coherente mi vida en todos estos ámbitos?»
Recordemos que el mundo busca hipocresía en el cristiano. Cualquier pequeña incoherencia
les basta para lanzar sus piedras de crítica contra Cristo, a quien nosotros representamos.
B. ANSTEY
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