sábado, 26 de octubre de 2024

Objetos de Amor

 Quiero llamar su atención hacia algunos objetos de amor. Cuatro de estos pueden llevar nuestros corazones lejos del Señor e interrumpir la comunión con Dios. El mensaje a la iglesia en Éfeso fue, "Has dejado tu primer amor" (Apoc. 2:4).

1.  1 Timoteo 6:6-11. "El amor al dinero" (v. 10). Los pecadores de corazón tienen este amor. La avaricia es la que llevó a Judas al gran pecado de traicionar al Señor Jesús, y ¡cuántos hay como él! Félix, un hombre muy favorecido porque oyó el evangelio de los labios de Pablo, tuvo en poco la salud de su alma, porque esperaba que tal vez Pablo le diera dinero para que le soltase (Hch. 24:25, 26). No hay duda que ese hombre está en el infierno por el amor al dinero.

Estas palabras en 1 Timoteo fueron escritas a los hijos de Dios. ¡Cuánto afán de ganar dinero vemos hoy día! Tal vez esta es la razón de porque muchos creyentes han dejado su primer amor. En el día de nuestra conversión no teníamos pensamientos acerca del dinero. El lenguaje de nuestros corazones fue, "Tomad el mundo, pero dadme a Jesús." En este capítulo hay dos clases de creyentes: (1) Los que son ricos (v. 17) y (2) los que quieren enriquecerse (v. 9). El diablo trata de usar esto para arruinar nuestras vidas. El amor al dinero y las ganancias deshonestas no dejarán lugar para Cristo en nuestras vidas y muchos testimonios han sido arruinados por estas cosas. ¡Qué el Señor nos dé gracia para escudriñar nuestros propios corazones!

2. 2 Timoteo 3:1-4. "Amadores de sí mismos" (v. 2). Esto nunca debe ser cierto acerca de los hijos de Dios. Sin embargo, es posible que nos dejemos llevar por la corriente de este mundo (Ef. 2:2) hasta permitir que el YO tenga el lugar prominente en lugar de Cristo. ¡Qué ejemplo tan bendito tenemos en el Señor Jesucristo quien "no se agradó a Sí mismo!" En todos sus trabajos con las multitudes, el Señor siempre se negó a Sí mismo para suplir las necesidades de otros. Debemos seguir Su ejemplo, aunque haya muchas dificultades. Si en verdad tenemos amor para Cristo, siempre consideraremos a otros mejores que nosotros (véase Fil. 2:20-22). Timoteo fue encomendado por esto. El amor a nosotros mismos nos robará el dulce descanso de la comunión.

3. 2 Timoteo 3:4. "Amadores de los deleites". Esto es muy evidente entre los incrédulos en el mundo hoy día. ¡Cuántos pobres pecadores están pasando al infierno diariamente! ¡Qué vergüenza si se halla esto en nuestros corazones! El amor de deleites está intoxicando a algunos de los hijos de Dios hoy día. Principia con cosas pequeñas y va creciendo con el resultado que ellos se vuelven contra el pueblo de Dios y las cosas del señor. Tal vez algunos creyentes jóvenes piensan que ellos nunca podrían ser culpables resistir los de deleites tales cosas. del mundo. Recuérdese: Ser advertido es estar armado para resistir los deleites del mundo.

4. 2 Timoteo 4:10. "Amor del mundo." Pablo estaba en una celda romana cuando escribió esto. Había peleado por la verdad y en un tiempo Demas era su compañero en la lucha. Pero ahora, Demas le ha dejado, y sin duda había dejado a Dios también. El mundo es llamado “este presente siglo malo". No importa como lo miremos, sea el mundo social, el mundo religioso, o político, todo está en contra de Cristo y a la Palabra de Dios. ¿Cómo podemos amar un mundo como este?

5.  2 Timoteo 4:6-8. “Amor a Su venida”.  Aquí está el remedio para lo que ya hemos visto en estas líneas -- las cosas que nos quitarían el primer amor. Si el amor de Su venida está en nuestros corazones, esos otros amores no tendrán lugar en nosotros. Amar Su venida quiere decir, que todos los días podemos decir, “Así, ven, Señor Jesús". Pablo no es egoísta. Cuando habló de la de justicia, "la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día;" él añade, “y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida," el Señor nos ayude a apartarnos de todo lo que nos impida el “amor a Su venida."

No olvidemos estas cuatro cosas peligrosas, y procuremos siempre evitarlas. Qué la esperanza de la Venida del Señor siempre tenga el primer lugar en nuestros corazones.

T. Wilkie, Verdades Bíblicas (Julio-Agosto 1976)

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