Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís (Colosenses 3:23-24).
Cuando se trata de
servir en la iglesia, la gente rara vez se ofrece voluntariamente para tareas
que pasan desapercibidas. Suelen preferir un puesto de liderazgo. No hay nada
malo en dirigir un grupo o enseñar en una clase numerosa. Sin embargo, Dios nos
llama a tener el corazón de un siervo, es decir, que nuestra motivación sea
vivir para glorificarlo a él y no a nosotros mismos.
Muchos piensan que
servir al Señor es algo deslumbrante, algo que se destaca y que todos ven. Por
otro lado, si nos enfocamos demasiado en lo que hacemos, incluso en cómo lo
hacemos, a menudo nos sentimos insignificantes e incapaces. Pero el mensaje del
Señor para cada uno de nosotros es este: en su gran amor, él nos pone
exactamente dónde quiere que lo sirvamos, y en cada tarea que emprendemos
debemos darlo todo, sin importar si hay solo una persona escuchando o una
multitud. Después de todo, somos siervos de Cristo, y a él no le interesa el
reconocimiento que recibamos en esta tierra. Él desea nuestra obediencia y
nuestro máximo esfuerzo. Esto es válido para todos por igual, sin importar el
llamamiento particular de cada uno.
El Señor nos llama a
servir por varias razones. Primeramente, el servicio nos libra del orgullo y el
egoísmo, permitiéndonos centrarnos en su Persona. En segundo lugar, mostramos
nuestro amor a Cristo al cuidarnos unos a otros. En tercer lugar, Dios prueba y
purifica nuestros corazones a través del servicio. ¿Cómo definimos el «éxito»?
Solemos definirlo como «la consecución de ciertos objetivos propuestos
de antemano». Sin embargo, la definición bíblica es diferente. El Señor
desea que descubramos sus planes, lo obedezcamos y nos convirtamos en todo lo
que él se propuso de antemano. En otras palabras, para
alcanzar el éxito, según el sentido bíblico, debemos dejar que el Señor nos
muestre cuáles son sus metas para nuestra vida.
Tim Hadley, Sr.
El Señor Está Cerca
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