viernes, 30 de mayo de 2025

LEYENDO DIA A DIA 1 CORINTIOS (13)

 

12.1 al 11 Acerca de los espirituales

 


Pablo desea recordar a sus lectores de su tiempo pasado. Siendo miembros de naciones tan diferentes de Israel, su religión le había arrastrado a la adoración de ídolos que él describe como mudos. No podía oír ni hablar y por lo tanto no podían revelarse.

Ahora, en cambio, esa gente se convirtió “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”. Este Dios oye, habla y se hace conocer a los hombres, y ha enviado a su Espíritu a nuestros corazones. Bajo la influencia suya, ninguno maldeciría a Jesús sino le coronaría más bien. El Espíritu Santo es, entonces, el gran Preventivo en mi vida y el gran Promotor. Maldecir a Jesús es evidencia de que el Espíritu me es desconocido, pero coronar a Jesús cual Señor mío es exclusivamente el resultado del Espíritu operando en mi ser, vv 1 al 3.

Este Espíritu Santo, quien me insta a reconocer el señorío suyo y el de Cristo, me enlaza con su servicio. Al reconocer su señorío, gustosamente me hago su vasallo, su súbdito, para que los ministerios de Dios puedan hablar por medio de mí. Por esto leemos en nuestro pasaje del Espíritu y sus dones; del Señor Jesús y sus ministerios; de Dios el Padre y sus obras.

El potencial para servicio está a la disposición del Espíritu, vv 7 al 11; el lugar y la práctica del servicio dependen de la elección del Señor del siervo; el poder (la energía o la realización) del ministerio es de Dios. Notamos que los dones, la ministración y la realización son diversificados, pero emanan todos de una misma fuente que no cambia.

En cuanto a los que pueden llamar a Jesús Señor, a cada uno (no a algunos) le es dada la manifestación del Espíritu para provecho, v. 7. Es para ser “negociada” en los intereses del Maestro: “Negociad entre tanto que vengo”, Lucas 19.13, 15.

Obsérvese la diversidad de los dones del vv 8 al 10, aun cuando todos son asignados por el mismo Espíritu, ninguno de ellos se logra personalmente, sino que son nuestros por intermedio de, o conforme con, el Espíritu Santo, y Él los hace operativos, v. 9. Ninguno se logra ni se ejerce por mero intelecto; “las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”, v. 11.

Lección: ¿Cuál es mi don, mi esfera, y de dónde mi fuerza?

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