"Fue
entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había
visto al Señor, y que él había dicho estas cosas". (Juan 20.18)
La
historia está en Mateo 27.56,61, 28.1, Marcos 15.40,47, 16.1,9, Lucas 8.2,
24.10, Juan 19.25, 20.11,16 y 18.
Entre las fieles mujeres que siguieron
al Señor estaba María Magdalena, una mujer cuya historia es un vivo ejemplo de
la gracia de Dios. Esta María tenía su hogar en Magdala, un pueblo al noreste
del Mar de Galilea. Para distinguirla de las otras Marías es llamada cada vez
María Magdalena. Desgraciadamente, el nombre de María Magdalena ha llevado un
estigma desde los tiempos bíblicos. Ella ha sido confundida con la mujer
pecadora que ungió los pies del Señor (Lucas 7). Pero la Magdalena no fue la
mujer pecadora ni la mujer tomada en adulterio ni María de Betania.
Algunos escritores han propagado
injustamente que ella era una prostituta, y los artistas han retratado a esta
María como una mujer degradada. En modernas obras ficticias como la novela El
Código Da Vinci se habla del matrimonio secreto de Jesús con esa mujer y esto
es blasfemia. Obviamente la verdad es todo lo contrario. María Magdalena fue
una de las más nobles mujeres de la Biblia.
Antes de conocer al Señor, ella sufría
de una terrible aflicción; siete demonios habían tomado posesión de ella. No
podemos imaginarnos la angustia que sufrió a causa de ellos. Pero Jesucristo
los echó fuera, y de allí en adelante ella vivía para su Salvador, y era una de
los que acompañaron al Salvador desde Galilea hasta Jerusalén donde fue
crucificado.
Soldados crueles rodearon la cruz donde
estuvo colgado el Hijo de Dios, pero también estuvieron allí unos pocos de los
suyos, el apóstol Juan y cuatro mujeres: su madre María, Salomé, María la mujer
de Cleofás y María Magdalena. La terrible angustia del Calvario fue una prueba
del amor de estas mujeres que estaban allí de pie, tan cerca que pudieron oír
las palabras y ver los sufrimientos del bendito Salvador. Vemos la devoción de
María Magdalena y las otras mujeres; aunque los discípulos abandonaron al Señor
y huyeron, las mujeres estuvieron cerca.
José de Arimatea pidió el cuerpo de
Jesús, lo bajó, lo envolvió en una sábana y lo puso en su sepulcro. Luego hizo
rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de
Jacobo vieron la sepultura del Señor y la piedra sellada a la entrada. Luego
regresaron a donde estaban hospedadas, prepararon ungüentos y especias para la
sepultura, y descansaron el día sábado.
Muy temprano el domingo estas dos
mujeres fueron con otras al sepulcro llevando las especias aromáticas para su
sepultura. Iban diciéndose unas a otras: "¿Quién nos removerá la piedra de
la entrada del sepulcro?" Pero hallaron la piedra removida y vieron que el
cuerpo no estaba allí. Las mujeres tuvieron miedo, pero los ángeles les dijeron
que Cristo había resucitado como Él lo había profetizado.
María Magdalena corrió en busca de
Pedro y Juan para decirles que se habían llevado del sepulcro el cuerpo del
Señor. Los dos discípulos vieron el sepulcro vacío y regresaron a su casa.
María Magdalena se quedó parada al lado
del sepulcro llorando. Cuando los ángeles le preguntaron por qué lloraba, ella
les dijo que alguien se había llevado a su Señor y que no sabía dónde lo habían
puesto. Al instante llegó Jesús, pero María pensaba que era el hortelano. Jesús
le dijo: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Cuando Él la
llamó por nombre: "María", ella exclamó: "¡Raboni!", que
quiere decir Maestro.
María pensaba en Jesús como su gran
Maestro, pero ahora tenía una manifestación: El era su Salvador. Después de su
resurrección, el contacto con Él tenía que ser espiritual, por fe, y por esta
razón Cristo le dijo a María: "No me toques". A María Magdalena le
fue dado el privilegio de darles a los discípulos la noticia de la resurrección
y contarles lo que Él le había dicho.
María Magdalena, una
mujer, fue la primera persona en ver a Cristo resucitado, la primera en oír su
voz, la primera en ser enviada por Él y la primera en dar las buenas nuevas a
otros. Esta historia muestra el poder de Cristo sobre Satanás y su bondad hacia
una mujer desgraciada. Dios otorga privilegios especiales a las personas que
muestran su gratitud consagrándose a su servicio.
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