domingo, 28 de agosto de 2011

La Biblia - Resumen de Sus 66 Libros


Oseas

"¡Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios, porque has caído por tu iniquidad! ¡Tomad con vosotros palabras, y volveos a Jehová! decidle: ¡Quita toda nuestra iniquidad, y acéptanos bondadosamente; así te tributaremos los sacrificios de nuestros labios!" Oseas 14: 1,2


Oseas ("Dios es salvación") es nuevamente una profecía temprana, entregada durante los reinados de varios reyes de Judá, finalizando con Ezequías. Su primer capítulo es un breve repaso de los tratos de Dios con Judá e Israel (Israel es llamado también "Efraín" en este libro, porque fue esta tribu la que condujo Israel en la rebelión).
Dios señala, en primer lugar, la infidelidad sucesiva de cada uno, y que ellos habían sido reducidos al mismo nivel de los Gentiles ‑'no pueblo mío'‑, con todo, Él afirma Su gracia soberana al restaurarlos como "hijos del Dios viviente." Tanto Judá como Israel serán unidos otra vez bajo una Cabeza.
Luego la parte principal del libro se ocupa principalmente con Israel (o Efraín). Esto consiste en una exposición vigorosa y mordaz de la degradada corrupción de las diez tribus, mientras que Judá solamente es mencionado incidentalmente.
El último capítulo, sin embargo, muestra maravillosamente a Dios como el recurso y el remedio para la arruinada condición de Efraín ‑ Dios, de hecho, como en la bendita Persona de Su Hijo, aunque esto está medidamente velado, y no tan claramente declarado como en el Nuevo Testamento. El capítulo también llama tiernamente a Efraín a regresar al Señor Dios, un llamado que produce preciosos resultados.
Cuán necesario es este libro, no solamente para advertir contra un corazón que vaga, sino para mostrar como reponerse de ello.

 

Joel.

“Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” (Joel 2:11).



Joel («Jehová es Dios») no da ninguna indicación de la época de su profecía. El tema es “el día de Jehová” (1:15) con sus grandes y espantosos juicios. Una devastadora invasión de insectos había provocado el hambre en Israel, y Joel utiliza esto como una ilustración patente de la invasión de Israel en los últimos días por el Rey del norte y sus ejércitos. Aunque orgullosos, fieros e impíos, esos ejércitos son, a pesar de todo, el medio empleado por Dios para castigar a su pueblo Israel. Cubrirán la tierra como una multitud de insectos parásitos, pero al final forzarán a Israel a doblar las rodillas ante Dios. Y cuando Israel haya confesado su pecado, el Señor mismo juzgará severamente a estas naciones gentiles, y liberará a los afligidos de Judá e Israel.
Los prodigios y maravillas mencionados (2:30-31) ocurrirán antes de que venga el día de Jehová. Se trata de los primeros tres años y medio de la “semana” de Daniel, antes de la “gran tribulación” que comienza en la mitad de esta semana de siete años. El derramamiento del Espíritu de Dios, mencionado en los versículos anteriores (v. 28-29) ocurre “después”, es decir, en la época de bendición del milenio. La cita que hace Pedro a este respecto (Hechos 2:18-21) no sugiere que esto se cumpliera plenamente en aquel tiempo; hace simplemente una aplicación para la presente época.
El libro de Joel ilustra la solemne advertencia de que aquellos que siembran vientos, recogen tempestades.



Amós

"En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado." Amós 9:11


Amos (que significa "carga" o "cargador") recibió esta profecía en los días de Uzías, quien reinó en Judá en el tiempo que Jeroboam II reinaba en Israel, y "dos años antes del terremoto", que evidentemente dejó una gran impresión. Probablemente la profecía fue conocida antes de que sobreviniese el terremoto, de modo que cuando  sucedió, esto le daría una seria importancia a la profecía.
Este libro es impresionante por su ordenada y deliberada condenación del mal, especialmente en Israel, y los resultantes juicios moderados de Dios. El mal es expuesto de manera calmada y judicial, más bien que en ardiente ira; y el castigo de Dios se ajusta perfectamente a la culpabilidad.
En primer lugar, varias naciones son convocadas, por decirlo así, para el juicio; los sirios, los Filisteos, Tiro, Amón, Moab, y Edom. Pero si Dios debe, en justicia, juzgar a las naciones, entonces Judá e Israel también deben ser traídas ante Su trono, y juicio debe ser repartido en verdad e imparcialidad perfectas. Con todo, la profecía, en común con toda la profecía, finaliza con la victoria de Dios sobre el mal, y la eventual restauración de Judá e Israel por medio del poder y la gracia de Dios.
El libro, entonces, es excelente para mostrarnos que Dios debe juzgar tan serena y decididamente nuestros propios caminos así como el camino de otros, mientras Él, aún en gracia, se deleita en restaurar.

 

Abdías

"Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová." Abdías 4




Abdías ("Siervo de Jehová") escribe el libro más corto del Antiguo Testamento; y profetiza enteramente contra Edom. Esta es, desde luego, la familia de Esaú, el hermano de Jacob. Su odio y violencia contra Israel eran el terrible resultado del orgullo y la justicia propia, que no podían soportar que su hermano recibiese bendiciones de Dios.
Notemos que Dios no solamente toma en cuenta su flagrante maldad externa, sino los motivos secretos del corazón: "¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! sus cosas escondidas fueron buscadas." (vers. 6 - VM).
Su deleite en el sufrimiento de Israel es severamente denunciado, y el sacar ventaja de las desgracias de Israel para fortalecerse ellos mismos. El resultado de todo esto es el terrible juicio de Dios.
Edom es realmente el mismo nombre Adán, pero algo disfrazado. Por consiguiente, la nación está en la carne, y "los que viven según la carne no pueden agradar a Dios." La carne puede aparecer en varias formas plausibles, agradables a los sentidos naturales, y apelando a las mentes racionalistas de los hombres. Actualmente, el fuerte movimiento humanista es un marcado ejemplo de esta pretensión orgullosa, vacía, carnal, que caerá bajo el impresionante juicio de Dios, mientras el despreciado pueblo de Dios será liberado.
El libro de Abdías, entonces, nos conducirá a que juzguemos muy seriamente nuestros caminos y los secretos pensamientos y sentimientos de nuestros corazones

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