Miqueas
"Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová." Miqueas 4:2
Miqueas ("¿Quién como Jehová?") muestra al Señor viniendo a juzgar, no solo a Israel, sino a todas las naciones. La condición de Judá e Israel es vista como siendo una indicación de la condición de los "pueblos todos" - la "tierra, y cuanto hay en ti." Así que si Dios, en Amós, debe juzgar a Israel una vez que Él haya empezado a juzgar a las naciones; en Miqueas, Él debe juzgar a las naciones si Israel debe ser juzgado. Porque Israel no es sino una muestra de toda la humanidad: ahora que se ha probado su culpabilidad, esto es la prueba de la culpabilidad de todo el mundo (comparen con Romanos 3: 19). Por consiguiente, Dios solo puede ejecutar juicio, y Él es infinitamente capaz de hacerlo.
Después, también, el remedio es visto solamente en Dios, quien perdona la iniquidad debido a que Él se deleita en la misericordia. Él hace que Su pueblo vuelva a Él, y echa todos sus pecados en lo profundo del mar. La bendición de Israel significará gran bendición para las naciones también, las que se deleitarán en el monte de Jehová en Jerusalén.
El capítulo 5 contiene una gran profecía de la venida del Mesías, el Protector de Su pueblo cuando los asirios de los últimos días los ataque.
El libro, entonces, muestra de manera hermosa que cuando todo lo demás falla completamente, Dios es la Roca eterna: -¿Qué Dios como tú?
Nahúm
"¡Jehová es lento en iras y grande en poder, y de ningún modo tendrá por inocente al rebelde! ¡Jehová tiene su camino en el torbellino y en la tempestad, y las nubes son el polvo de sus pies!" Nahúm 1:3 (VM)
Nahúm ("Consuelo") es una vigorosa profecía del juicio de Nínive, la cual, siendo la capital de Asiria, representa aquel imperio, el Rey del Norte en un día por venir. Mientras Egipto representa para nosotros el mundo en su complaciente independencia de Dios, Asiria indica la viciosa oposición a Él.
La profecía fue indudablemente ocasionada por la crueldad de Asiria cuando Senaquerib ("El devastador" cap. 2: 1 - VM) invadió Israel, y fue parcialmente cumplida cuando Nínive fue destruida: pero esto mira hacia el futuro juicio de Dios del Rey del Norte en los últimos días.
Noten que la decidida rapacidad de este enemigo es igualada plenamente por el rigor inflexible del juicio de Dios.
Con todo, mientras que los primeros pocos versículos del Libro describen la indignación y fiereza de Su ira, esto es seguido por el maravilloso consuelo del versículo 7: "Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían." Él es lento para la ira, perfecto en tranquila deliberación; porque Él no desea condenar. Pero Él juzgará el mal, ya sea por medio de un torbellino o de una tempestad: y aquí será vista la sabiduría de "Su camino".
Aprendamos bien, entonces, de este profeta, la tremenda fuerza de la ira de Dios así como la bendita fuerza de Su protección.
Habacuc
"Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos." Habacuc 3:6
Habacuc ("Ardiente abrazo") es una profecía que trata particularmente con el profundo ejercicio y dolor de un Israelita piadoso al considerar la vergüenza y degradación de su propia nación, habiendo sido ellos llevados cautivos por "los caldeos, nación cruel y presurosa." Este enemigo despectivo - el Imperio Babilónico - es el retrato exacto del mundo en su corrupción y confusión religiosa, es decir, en su grosero mal uso de las bendiciones de Dios. Poco nos maravilla que un alma piadosa sea profundamente apenada por la cautividad de Israel por un tipo tal de maldad. ¿Acaso no ha esclavizado hoy en día el mismo terrible enemigo a la Iglesia profesante?
Con todo, estas penas son la causa de que el profeta 'abrace ardientemente' las promesas de Dios. Lo conducen a una confianza completa en el poder y la gracia soberanos de Dios. Él reconoce que Dios mide por sí mismo la tierra y, por lo tanto, todo lo que hay en ella: las naciones que Él humillará dolorosamente: las montañas (las más altas autoridades) que él dispersará, aunque los hombres piensen que son eternos; y las colinas (las autoridades de menor rango) se inclinarán en señal de reverencia ante Él. Siendo esto verdad, entonces no obstante lo grande que pueda ser la destitución y desolación a la que Israel sea reducida, el profeta puede decir verdaderamente, "Con todo, yo me alegraré en Jehová" (cap. 3: 18).
Este es un libro de preciosa ayuda a aquellos que, enfrentados al mal y a difíciles condiciones, se afligen delante de Dios.
Sofonías
"¡Jehová tu Dios está en medio de ti; el que es poderoso te salvará: se regocijará sobre ti con alegría, descansará en su amor, y saltará de gozo sobre ti, cantando!" Sofonías 3:17 (VM)
Sofonías ("Ocultado por Jehová") profetizó en los días de Josías, un rey piadoso cuyas fe y energía habían producido un notable avivamiento en el estado exterior de Israel. Pero este libro no toma nota de este avivamiento: en cambio, presenta inmediatamente una declaración del arrollador juicio de Dios, Su forma de consumir por completo todo lo que hay en la tierra. El aparente avivamiento era exterior solamente: la verdadera condición del corazón de la nación permanecía igual que antes, y esto se hizo evidente inmediatamente después de la muerte de Josías. Cualquier mejora aparente se podría haber desarrollado, pero Dios ya había decretado que Su juicio saldría en toda dirección, siendo Judá y Jerusalén el centro de ello.
Sin embargo, el libro también se extiende de forma hermosa sobre los efectos de estos juicios produciendo grandes bendiciones en un día venidero. Se le volverá a dar a los pueblos pureza de labios, y el Señor Dios estará en medio de la una vez culpable ciudad, salvando a aquella nación afligida, regocijándose sobre ella, descansando en su amor, habiendo terminado Su larga obra para con ella; y el duelo de Su corazón a causa de ella se volverá un canto exultante.
Poner atención a esta profecía seguramente nos preservaría del error frecuente de los días presentes, de que la medida de los avivamientos podrían impedir el juicio de Dios sobre la Cristiandad. ¡No! La venida del Señor es inminente.
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