domingo, 25 de septiembre de 2011

TITO

Capitulo 3
Versículos 1, 2. Con respecto a la conducta del cristiano hacia el mundo, la gracia ha desterrado la violencia, y el espíritu de rebelión y resistencia que agita el corazón de aquellos que no creen, y que tiene su fuente en la voluntad propia que lucha por mantener sus propios derechos en relación a los demás.
El Cristiano tiene su porción, su herencia, en otra parte; él está reposado y sumiso aquí y preparado para hacer el bien. Incluso cuando los demás son violentos e injustos hacia él, él lo soporta recordando que antes no era diferente en cuanto a él mismo: una difícil lección, pues la violencia y la injusticia agita el corazón; pero el pensamiento de que es pecado, y de que nosotros también fuimos anteriormente sus esclavos, produce paciencia y piedad. La gracia sola ha hecho la diferencia, y conforme a esa gracia nosotros hemos de actuar hacia los demás.
Versículo 3. El apóstol presenta un penoso resumen de las características del hombre según la carne - lo que nosotros éramos en otro tiempo. El pecado era insensatez - era rebeldía; el pecador estaba extraviado - era esclavo de concupiscencias, lleno de malicia y envidia, aborrecible, y aborreciendo a los demás. Tal es el hombre caracterizado por el pecado. Pero la bondad de Dios, de un Dios Salvador, Su buena voluntad y Su amor hacia los hombres (¡dulce y precioso carácter de Dios!)[1] se ha manifestado. El carácter que Él ha asumido es el de Salvador, un nombre especial dado a Él en estas tres epístolas, para que llevemos su impronta en nuestro andar, para que impregne nuestro espíritu. Nuestro andar en el mundo y nuestra conducta hacia los demás dependen de los principios de nuestra relación con Dios. Lo que nos ha hecho diferentes de los demás no es algún mérito en nosotros mismos, alguna superioridad personal: algunas veces somos, incluso, como ellos. Es el amor tierno y la gracia del Dios de misericordia. Él ha sido tierno y misericordioso con nosotros: hemos conocido lo que esto es, y somos así con los demás. Es verdad que al limpiarnos y renovarnos esta misericordia ha obrado por un principio y en una esfera de vida que son completamente nuevos, de modo que nosotros no podemos andar con el mundo como hacíamos antes; pero nosotros actuamos hacia los demás que están aún en el lodo de este mundo, del modo que Dios ha actuado hacia nosotros para sacarnos de él, para que podamos disfrutar de aquellas cosas que, conforme al mismo principio de gracia, deseamos que otros también disfruten. La conciencia de lo que éramos en otro tiempo, y del modo en que Dios actuó hacia nosotros, se combinan para gobernar nuestra conducta hacia los demás.
Versículos 4-6. Ahora bien, cuando la bondad de un Dios Salvador se manifestó, no fue algo vago e incierto, Él nos ha salvado, no por obras de justicia que hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia lavándonos y regenerándonos. Este es el doble carácter de la obra en nosotros, los mismos dos puntos que encontramos en Juan 3 en el discurso del Señor a Nicodemo; excepto que aquí se añade aquello que tiene ahora su lugar debido a la obra de Cristo, a saber, que el Espíritu Santo es derramado también en nosotros abundantemente para ser la fuerza de esa nueva vida de la cual Él es la fuente. El hombre es lavado, limpiado. Es lavado de sus antiguas costumbres, pensamientos, deseos, en el sentido práctico. El hombre era moralmente malo y corrupto en su vida interior y exterior. Dios nos ha salvado purificándonos; Él no podía hacerlo de otro modo. Para estar en relación con Él debe haber pureza práctica.

Pero esta purificación era minuciosa. No se trataba del exterior del vaso. Era la purificación por medio de la regeneración; identificada, sin duda, con la comunicación de una nueva vida, que es la fuente de nuevos pensamientos, en conexión con la nueva creación de Dios, y capaz de disfrutar de Su presencia y en la luz de Su rostro, pero que en sí misma es un pasaje desde el estado en que estábamos a uno completamente nuevo, desde la carne por medio de la muerte al estado de un Cristo resucitado.
Pero había un poder que actuaba en esta vida nueva y que la acompaña en el cristiano. No se trata meramente de un cambio subjetivo, como dicen. Hay un Agente divino activo que imparte algo nuevo, de lo cual Él mismo es la fuente - el Espíritu Santo. Es Dios actuando en la criatura (pues es por el Espíritu que Dios actúa siempre en forma inmediata en la criatura); y es en el carácter del Espíritu Santo que Él actúa en esta obra de renovación. Se trata de una nueva fuente de pensamientos en relación con Dios; no sólo una capacidad vital, sino una energía que produce aquello que es nuevo en nosotros.
Ha habido una pregunta, ¿Cuándo sucede esta "renovación por el Espíritu Santo" (RVR77)? ¿Es al comienzo, o es después de la regeneración[2] de la cual habla el apóstol? Yo creo que el apóstol habla de ello conforme al carácter de la obra; y añade, "derramó en nosotros" (lo que caracteriza la gracia de este período presente) para mostrar que hay una verdad adicional, a saber, que el Espíritu Santo, como 'derramado en nosotros', continúa para mantener mediante Su poder el disfrute de la relación a la que Él nos ha traído. El hombre es limpiado en conexión con el nuevo orden de cosas; pero el Espíritu Santo es una fuente de una vida enteramente nueva, pensamientos completamente nuevos; no sólo de una nueva forma moral de existencia, sino de la comunicación de todo aquello en lo cual esta nueva forma de existencia se desarrolla. No podemos separar la naturaleza de los objetos con respecto a los cuales la naturaleza se desarrolla, y que forma la esfera de su existencia y que la caracteriza.
Es el Espíritu Santo quien da los pensamientos, quien crea y forma todo el ser moral del hombre nuevo. El pensamiento y lo que piensa no pueden separarse, moralmente, cuando el corazón se ocupa de ello. El Espíritu Santo es la fuente de todo en el hombre salvado: él es salvo, en última instancia, porque así son las cosas con él.
El Espíritu Santo no sólo da una nueva naturaleza; Él la da en conexión con un orden enteramente nuevo de cosas (una "nueva criatura"), y nos llena, en cuanto a nuestros pensamientos, con las cosas que están en esta nueva creación. Esta es la razón por la que, aunque somos colocados en ella de una vez y para siempre, esta obra - en cuanto a la operación del Espíritu Santo - continúa; porque Él nos comunica siempre más y más de las cosas de este mundo nuevo al que Él nos ha traído. Él toma de las cosas de Cristo y nos las hace saber; y todo lo que tiene el Padre es de Cristo (Juan 16:15). Yo creo que la "renovación por el Espíritu Santo" (RVR77) comprende todo esto; pues Él (el Espíritu Santo) dice, "el cual derramó en nosotros abundantemente." Así que no se trata sólo de que nacemos de Él, sino que Él obra en nosotros, comunicándonos todo lo que es nuestro en Cristo.
Versículo 7. El Espíritu Santo es derramado en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que, habiendo sido justificados por la gracia de este Salvador, nosotros fuésemos constituidos herederos según la esperanza de vida eterna. Yo creo que lo que antecede a "para que" del versículo 7, es "por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo" (final del versículo 5); y que la frase, "el cual derramó abundantemente en nosotros por Jesucristo nuestro Señor", es un paréntesis accesorio introducido para mostrar que tenemos la plenitud del disfrute de estas cosas mediante el poder del Espíritu Santo.
Él nos ha salvado así por esta renovación para que pudiésemos ser constituidos herederos según la esperanza de vida eterna. No es nada externo, terrenal, o corpóreo. La gracia nos ha dado vida eterna. Para esto, hemos sido justificados por la gracia de Cristo. Por eso hay energía, poder, esperanza, a través del rico don del Espíritu Santo. Para que participemos de ello hemos sido justificados por Su gracia, y nuestra herencia está en el gozo incorruptible de la vida eterna.
Dios nos ha salvado, no por obras - no por medio de[3] nada de lo que somos, sino por Su misericordia. Pero entonces, Él ha actuado hacia nosotros conforme a las riquezas de Su gracia, conforme a los pensamientos de Su corazón.
Versículo 8. El apóstol desea que Tito se ocupe de estas cosas - de aquello que nos lleva con acción de gracias a la relación práctica con Dios mismo y nos hace sentir que nuestra porción está, nuestra porción eterna, delante de Él. Esto actúa sobre la conciencia, nos llena de amor y buenas obras, nos hace respetar todas las relaciones de las cuales Dios es el centro. Nosotros estamos en relación con Dios conforme a Sus derechos; estamos delante de Dios, quien ocasiona que todo lo que Él tiene establecido sea respetado por la conciencia.
Versículo 9. Tito tenía que evitar las cuestiones insensatas y las disputas sobre la ley, junto con todo lo que destruiría la sencillez de nuestra relación con Dios conforme a la revelación inmediata de Él y de Su voluntad en Jesucristo. Sigue siendo el Judaísmo gnóstico erigiéndose contra la sencillez del evangelio; es la ley y la justicia humana, y aquello que, mediante seres intermediarios, destruye la sencillez y el carácter inmediato de nuestra relación con el Dios de gracia.
Versículos 10, 11. Cuando un hombre procurase establecer sus propias opiniones, y mediante ello formar grupos en la asamblea, después de haberle amonestado una vez y una segunda vez, él tal tenía que ser desechado; su fe se había pervertido. Él peca, siendo condenado por su propia conducta. Él no está satisfecho con la asamblea de Dios, con la verdad de Dios: él quiere hacer una verdad propia. ¿Por qué razón es él un Cristiano, si el Cristianismo, como Dios los ha dado, no le es suficiente? Al hacer un grupo para sus propias opiniones, él se condena a sí mismo.
Versículos 12-14. Tenemos, al final de la epístola, un pequeño vislumbre de la actividad cristiana que el amor de Dios produce, los sufrimientos asumidos para que la grey pueda disfrutar toda la ayuda con la cual Dios proporciona para la asamblea. Pablo deseaba que Tito viniese a él: pero los Cretenses necesitaban sus servicios; y el apóstol establece la llegada de Artemas o Tíquico (este último bien conocido por los servicios que había prestado a Pablo) como condición para la partida de Tito desde el campo en que estaba trabajando. Hallamos, también, que Zenas, un intérprete de la ley, y Apolos, quien había mostrado también su celo activo en Éfeso y Corinto, fueron dispuestos para ocuparse en Creta en la obra del Señor.
Observen, también, que tenemos dos clases de obreros: los que estaban en conexión personal con el apóstol como colaboradores, quienes le acompañaban, y a quienes él enviaba a otra parte para continuar la obra que él había comenzado, cuando ya no podía continuarla él mismo; y aquellos que trabajaban libremente e independientemente de él. Pero no había celos de esta doble actividad. Él no descuidaba los rebaños que le eran queridos; se alegraba de que algunos que eran sanos en la fe regasen las plantas que él mismo había plantado. Anima a Tito a mostrarles afecto, y a suministrarles cualquier cosa que necesitaran en su viaje. Este pensamiento le sugiere el consejo que sigue; a saber, que sería bueno que los cristianos aprendiesen cómo hacer buenas obras para suplir las necesidades de los demás, así como las de ellos mismos.
El apóstol finaliza su epístola con las salutaciones que el amor cristiano produce siempre; pero, como vimos al principio, no hay la misma expansión de corazón que hallamos en las comunicaciones de Pablo a Timoteo. La gracia es la misma en todas partes; pero hay afectos y relaciones especiales en la asamblea de Dios.

Traducido del Inglés por: B.R.C.O.-


[1] En Griego, φιλανθρωπία,  se trata de la palabra filantropía, que es utilizada aquí al hablar de Dios; y que además tiene una fuerza mayor que la palabra Inglesa, porque filía es un afecto especial por alguna cosa, una amistad.
[2] La palabra Griega utilizada aquí (παλιγγενεσία, palingenesia) no significa 'nacer de nuevo'. Se utiliza, además de este pasaje, solamente al final de Mateo 19 para el milenio (Mateo 19:28). La renovación por el Espíritu Santo (RVR77) es una cosa distinta de la regeneración. Esto último es un cambio de un estado de cosas a otro.
[3] Aquí, como en todas partes en la Escritura, la responsabilidad del hombre y la gracia salvadora de Dios, mediante la cual el propósito es llevado asimismo a cabo, están claramente diferenciadas.

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