Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Lucas 9:23
En su esencia misma,
la gracia de Dios es gratuita e incondicional. Sin embargo, al abrir sus
Biblias, muchos se sorprenden al encontrarse con pasajes que inesperadamente
comienzan con un “si” condicional, como por ejemplo el pasaje del día de hoy.
¿Qué significa esto? ¿Es la salvación tan gratuita como suponíamos? ¿Debemos
llegar a algún tipo de acuerdo con el Maestro en estos términos, antes de que
podamos ser contados como suyos?
En la parábola de la
gran cena en Lucas 14, la puerta de la salvación está abierta de par en
par, y a los peores invitados. La gracia resplandece sin exigirles nada. No se
imponen condiciones, no se hacen tratos. Luego, el Señor pone a prueba la sinceridad
de sus oyentes expresándoles las condiciones del discipulado. Es bueno que
distingamos estos dos aspectos y los mantengamos juntos en el orden que él los
puso. La gracia es la forma especial que adopta el amor divino
cuando se vierte sobre quienes son totalmente indignos, adaptándose a sus
necesidades. El discipulado es la forma que adopta el amor que
nace en el corazón del creyente.
El indecible costo de
la salvación recayó sobre Aquel que podía soportarlo, y habiendo sido hecho
pecado por nosotros, lo soportó todo. Para nosotros, la salvación no cuesta
nada. Ahora bien, ¿cuánto cuesta ser discípulo? Cuesta sacrificios en todos los
sentidos. Incluye la oración y el estudio de la Palabra de Dios; ejercicios
desconocidos de parte de quienes no son discípulos. Querido lector, siéntese y
calcule los gastos. Entonces recalcule el gasto a la luz del poder de Dios y de
los inmensos recursos de la gracia que él suministra
Así, la gracia y el
discipulado van de la mano, pero no debemos invertir su orden. Tal fue el caso
de Bartimeo en Marcos 10. La gracia se detuvo ante su clamor y le dio
gratuitamente todo lo que deseaba. Entonces Jesús le dijo: “Vete”. A él no se
le impusieron condiciones. Siguió a Jesús, impulsado por la gracia, entrando
así en la senda del discipulado.

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