domingo, 7 de julio de 2013

COMUNIÓN PRÁCTICA ¿CUANTOS HAY EN COMUNIÓN?

¿Cuántos hay en comunión? Esta es una pregunta bastante frecuente, cuan­do uno está averiguando del estado de una congregación formada para servir de testimonio al nombre del Señor. Supongamos que la contestación sea: Hay cien miembros en comunión. Nos ponemos a examinar la lista, nombre tras nombre: Y este hermano ¿qué hace en la obra? Y esta hermana ¿qué tal es? Seguramente veremos que la lista de miembros efectivos es muy reducida en comparación con el número original de cien personas. Parece que hay muchos que no entienden bien el significado dé la palabra comunión: to­dos "como uno", unidos en un objeto definitivo, en un deseo común. Vere­mos que la compañía de creyentes se dividirá en diferentes secciones.
I.  Hay los que no se ven en las reu­niones sino muy de vez en cuando: es una ocasión notable cuando hacen acto de presencia. ¿Sabe quién estaba en la reunión esta mañana? El hermano Fulano, la hermana Mengana. ¡Qué lástima! Los tales hermanos nunca han tomado a pecho el mandato divino.
"No dejando vuestra congregación como algunos tienen por costumbre." El Señor ha fundado la iglesia, porque conoce bien las debilidades y necesida­des de la naturaleza humana. Para la generalidad de los creyentes la compañía y ayuda de los santos es del todo indispensable.
II.  Entonces, hay cierto número de hermanos que solamente se ven en la reunión para el rompimiento del pan, la Cena del Señor. Para éstos, pare­ce que la palabra comunión significa la participación de los símbolos de la muerte de nuestro Señor, una vez por mes o una vez por semana. Pero este es un error inexplicable, porque en conexión con esta fiesta de amor, el apóstol nos dice que debería hablar a los participantes de que siendo muchos somos un cuerpo; pues que todos parti­cipamos de aquel un pan (1 Corintios 10:17). Así como el cuerpo tiene que funcionar en constante armonía, sin nada de ais­lamiento de los diferentes miembros, así tienen los hermanos que trabajar juntos con entusiasmo y constancia pa­ra glorificar colectivamente a Dios.
III.            Luego hay otro grupo: los que son muy buenos en su asistencia, pero no hacen nada más. Al fin y al cabo, a pesar de la excelencia de una asis­tencia infaltable, esto no representa la suma total de la comunión. ¿Qué in­terés tomamos en la obra?

¿HACEMOS ALGO O NO HACEMOS NADA?
            Cuantas veces sucede que en una con­gregación de cien personas, todo el trabajo se lleva a cabo mediante los esfuerzos de treinta, o aún menos. Si un hermano o una hermana tiene dudas en cuanto a lo que podría hacer, siem­pre se podría preguntar a uno de los miembros más activos; pero, sobre todo, se debería poner delante del Señor en oración y seguramente recibirán contestación a sus oraciones.
IV. Además de estas deficiencias que hemos notado arriba, hay algunos hermanos que tienen verdaderas difi­cultades insalvables por la naturaleza de su trabajo. Tal vez tienen que via­jar mucho, o su horario de trabajo es muy incómodo: no pueden asistir mucho. Aun entonces pueden manifestar su interés y comunión mediante la ora­ción y su constante contribución a los fondos de la iglesia. El que sigue las direcciones dadas en 1 Corintios 16:1 siem­pre tendrá algo apartado para los usos del Señor, y naturalmente contribuirá a los fondos de la iglesia donde está en comunión. Pero hay algunos "en co­munión" que no contribuyen nada.
Para resumir: La comunión en una iglesia implica lo siguiente:
1.   Participar en la Cena del Señor.
2.   Asistir en las reuniones con toda la frecuencia posible.
3.   Tomar vivo interés en todos sus asuntos y actividades.
4.       Prestar nuestra ayuda y servicio en toda manera posible.
5.   Contribuir constantemente a los fondos.
Pero, encima de todas estas cosas, para demostrar una verdadera comu­nión con los hermanos en la fe, hay que cultivar con todo empeño.

            Este es el fundamento de toda otra co­munión; sin esto no hay empeño, acti­vidad ni contribución que valga. Si de veras tenemos comunión con Dios, todas las demás relaciones de nuestra vida se ajustarán de la mejor manera para la gloria de Dios y la bendición de nuestros hermanos.
 Sendas de Luz 1968

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