¿Cuántos
hay en comunión? Esta es una pregunta bastante frecuente, cuando uno está
averiguando del estado de una congregación formada para servir de testimonio al
nombre del Señor. Supongamos que la contestación sea: Hay cien miembros en
comunión. Nos ponemos a examinar la lista, nombre tras nombre: Y este hermano
¿qué hace en la obra? Y esta hermana ¿qué tal es? Seguramente veremos que la
lista de miembros efectivos es muy reducida en comparación con el número original
de cien personas. Parece que hay muchos que no entienden bien el significado dé
la palabra comunión: todos "como uno", unidos en un objeto
definitivo, en un deseo común. Veremos que la compañía de creyentes se
dividirá en diferentes secciones.
I. Hay los que no se ven en las reuniones sino
muy de vez en cuando: es una ocasión notable cuando hacen acto de presencia.
¿Sabe quién estaba en la reunión esta mañana? El hermano Fulano, la hermana
Mengana. ¡Qué lástima! Los tales hermanos nunca han tomado a pecho el mandato
divino.
"No
dejando vuestra congregación como algunos tienen por costumbre." El Señor
ha fundado la iglesia, porque conoce bien las debilidades y necesidades de la
naturaleza humana. Para la generalidad de los creyentes la compañía y ayuda de
los santos es del todo indispensable.
II. Entonces, hay cierto número de hermanos que
solamente se ven en la reunión para el rompimiento del pan, la Cena del Señor.
Para éstos, parece que la palabra comunión significa la participación de los
símbolos de la muerte de nuestro Señor, una vez por mes o una vez por semana.
Pero este es un error inexplicable, porque en conexión con esta fiesta de amor,
el apóstol nos dice que debería hablar a los participantes de que siendo muchos
somos un cuerpo; pues que todos participamos de aquel un pan (1 Corintios
10:17). Así como el cuerpo tiene que funcionar en constante armonía, sin nada
de aislamiento de los diferentes miembros, así tienen los hermanos que
trabajar juntos con entusiasmo y constancia para glorificar colectivamente a
Dios.
III. Luego
hay otro grupo: los que son muy buenos en su asistencia, pero no hacen nada
más. Al fin y al cabo, a pesar de la excelencia de una asistencia infaltable,
esto no representa la suma total de la comunión. ¿Qué interés tomamos en la
obra?
¿HACEMOS ALGO O NO HACEMOS NADA?
Cuantas
veces sucede que en una congregación de cien personas, todo el trabajo se
lleva a cabo mediante los esfuerzos de treinta, o aún menos. Si un hermano o
una hermana tiene dudas en cuanto a lo que podría hacer, siempre se podría
preguntar a uno de los miembros más activos; pero, sobre todo, se debería poner
delante del Señor en oración y seguramente recibirán contestación a sus oraciones.
IV. Además de estas
deficiencias que hemos notado arriba, hay algunos hermanos que tienen
verdaderas dificultades insalvables por la naturaleza de su trabajo. Tal vez
tienen que viajar mucho, o su horario de trabajo es muy incómodo: no pueden
asistir mucho. Aun entonces pueden manifestar su interés y comunión mediante la
oración y su constante contribución a los fondos de la iglesia. El que sigue
las direcciones dadas en 1 Corintios 16:1 siempre tendrá algo apartado para
los usos del Señor, y naturalmente contribuirá a los fondos de la iglesia donde
está en comunión. Pero hay algunos "en comunión" que no contribuyen
nada.
Para
resumir: La comunión en una iglesia implica lo siguiente:
1. Participar
en la Cena del Señor.
2. Asistir en las reuniones con toda la frecuencia
posible.
3. Tomar vivo interés en todos sus asuntos y
actividades.
4.
Prestar nuestra ayuda y servicio en toda manera posible.
5. Contribuir constantemente a los fondos.
Pero,
encima de todas estas cosas, para demostrar una verdadera comunión con los
hermanos en la fe, hay que cultivar con todo empeño.
Este
es el fundamento de toda otra comunión; sin esto no hay empeño, actividad ni
contribución que valga. Si de veras tenemos comunión con Dios, todas las demás
relaciones de nuestra vida se ajustarán de la mejor manera para la gloria de
Dios y la bendición de nuestros hermanos.
Sendas de Luz 1968
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