domingo, 7 de julio de 2013

"Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES"

Estas Palabras fueron dichas por el Señor Jesús, a los religiosos de su tiempo que, orgullosos de la religión que ostentaban y de la justicia propia que pretendían, so­naron como una ofensa a sus oí­dos. Aquellos hombres cegados por su religión, no quisieron re­conocer que eran unos pobres esclavos. "Jamás hemos sido escla­vos de nadie" dijeron, pero la triste realidad era que, como pue­blo, eran esclavos de los romanos, como hombres, estaban bajo la esclavitud de sus propias pasiones, como les dice el Señor más ade­lante. "De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado".
            Es interesante comprender que el Señor Jesucristo se presentó en una época casi similar a la condición en que se encontraban sus antepa­sados en Egipto, esclavos bajo la tiranía de Faraón; pero Dios, con mano fuerte, les liberó de aquella terrible esclavitud, haciendo de ellos un pueblo libre para que le sirvieran en el desierto, un pueblo propio, apartado de las demás na­ciones de la tierra, para su Gloria. Ahora bien, sea esto dicho como una introducción a lo que desea­mos decir con respecto al pueblo de Dios en la época presente, to­mando como base las Escrituras, ya que se nos dice en Romanos 15 y verso cuatro: "PORQUE LAS CO­SAS QUE SE ESCRIBIERON ANTES, PARA NUESTRA ENSEÑANZA SE ESCRIBIERON". Y también leemos en 1 Corintios 10 y verso 6: "MAS ESTAS COSAS SUCEDIERON CO­MO EJEMPLO PARA NOSOTROS", de modo que bien podemos hacer la aplicación a nuestras vidas de creyentes.
            Leyendo en el primer capítulo de la epístola a los Gálatas y el verso 4, podemos ver algunos de los efectos que trajo a nuestras vi­das la obra sacrosanta de nuestro Salvador Jesucristo, EL CUAL SE DIO A SI MISMO POR NUESTROS PECADOS PARA LIBRARNOS DEL PRESENTE SIGLO O MUNDO MALO. Podemos observar que no fue asunto de poder solamente, como sucedió con los israelitas, sino del gran sacrificio de SU VIDA, para que nosotros disfrutáramos de la libertad de la opresión de un mundo malo. ¡Cuántas veces anulamos por así decir, esta obra, entregándonos nuevamente a la esclavitud del mundo, tomando posesión en nuestras vidas, en nuestros hoga­res, en nuestro todo! Jóvenes ama­dos: ¡Que despertemos para ver la realidad de nuestras vidas espi­rituales!
            Luego podemos ver también en la carta a los Colosenses, capítulo 1 y verso 13: "EL CUAL NOS HA LIBRADO DE LA POTESTAD DE LAS TINIEBLAS. Y TRASLADADO AL REINO DE SU AMADO HIJO". ¿Tie­ne esto significado para nosotros? ¡Qué terrible condición la nuestra antes de ser liberados! Esclavos de aquel Amo siniestro, haciendo su voluntad, sumisos obedeciéndole en todas las cosas, y, por ende, llevándonos cada día hacia la per­dición eterna. ¿No debiéramos ca­da día darle gracias por tan grande liberación? Sin embargo, nos en­tregamos muchas veces voluntaria­mente a andar por aquellas sendas tenebrosas que antes frecuentába­mos ¡unto a los demás en el desen­freno de las pasiones.
            Escribiendo el apóstol Pablo a los Romanos en su obra magistral, en el capítulo 6 y verso 18, dice: "Y LIBERTADOS DEL PECADO VINISTEIS A SER SIERVOS DE LA JUSTICIA". ¡Qué verdades comple­tamos con esto! Libertados de la tiranía del mundo, de la tiranía de Satanás, como también de la tiranía del pecado. Esto es como el TRIO infernal que se menciona en Apo­calipsis. Satanás la serpiente anti­gua, la bestia y el falso profeta, los que serán echados al lago de fuego. Conviene preguntarnos, an­te las observaciones de la Palabra de Dios: ¿Somos libres verdade­ramente?
            Por último, leemos en la epístola a los Gálatas capítulo 5 y verso uno, primeramente: "ESTAD PUES FIRMES EN LA LIBERTAD CON QUE CRISTO NOS HIZO LIBRES, Y NO ESTEIS OTRA VEZ SUJETOS AL YUGO DE SERVIDUMBRE" (ESCLA­VITUD). Luego en el verso 13 lee­mos: "PORQUE VOSOTROS HER­MANOS, A LIBERTAD FUISTEIS LLAMADOS: SOLAMENTE QUE NO USEIS LA LIBERTAD COMO OCA­SION PARA LA CARNE, SINO SERVIOS POR AMOR LOS UNOS A LOS OTROS".
            Todo lo que antecede, debe lle­varnos a una profunda meditación sobre nuestras vidas, pensar en los derechos que tiene sobre noso­tros nuestro GRAN LIBERTADOR. "PORQUE COMPRADOS SOMOS POR PRECIO”. Y, a la luz de todo lo que El hizo por nosotros, llegar rendidos a sus benditos pies para decirle: HEME AQUI SEÑOR, TU ME HAS DADO LIBERTAD: LIBRE­MENTE TAMBIEN QUIERO RENDIR­ME A TI. ¡Que Así Sea!
 (Valparaíso, Chile), Sana Doctrina 1971

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