martes, 2 de diciembre de 2014

Enamorado de la segunda venida de Jesús

Pablo estaba enamorado de la segunda venida del Señor Jesús. Esto lo vemos en 2 Ti­moteo 4:6-8. He aquí una explicación al respecto.


El apóstol Pablo, escribe: "Por­que yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cer­cano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guarda­da la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida" (2 Ti. 4:6-8). Vale la pena citar las últimas palabras de este versículo, en di­versas traducciones:
·        “Que han amado su apari­ción (= lo han esperado con amor)” (Menge).
·        “Que esperan Su venida con añoranza"  (EU)
·        “Que ansiosamente han espe­rado que él venga” (GNB).
·        “Que añoran su regreso” (NLB).
·        "Que llenos de amor esperan su venida” (Roland Wemer).
·        “Que han dirigido todo su amor a su venida” (Moule).
Si Pablo conecta su declara­ción - “He peleado la buena bata­lla, he acabado la carrera, he guar­dado la fe” - con: “a todos los que aman su venida”, ¿por qué él no llama la atención a su exitosa lu­cha por la fe, y con respecto al ga­lardón señala esa lucha y escribe: “Todo aquel que lucha como yo, recibe la corona de justicia”? Ve­mos que, en vez de eso, señala el amor por la venida de Jesús. ¿Por qué? Porque esas dos cosas no pueden ser separadas. La vida en­tera de Pablo, su trabajo, su entre­ga, su lucha, su misión y su fe, del principio hasta el fin, estaban diri­gidos y motivados por la segunda venida de Jesucristo. La espera in­minente caracterizaba su vida en­tera y todo su trabajo. Lo mismo debería suceder en nuestro caso. Eso es lo que el texto señala. Pablo estaba enamorado de la segunda venida de Jesús.
Si alguien está enamorado de algo, eso lo dominará, ya sea el amor a una cosa (un hobby, piezas de colección, objetos, ideas) o el amor a una persona (novia, novio, cónyuge). Él o ella pensarán mu­cho en eso, día y noche se acorda­rán y se esforzarán. - También po­demos estar enamorados en la se­gunda venida de Jesucristo.
Muchos cristianos tratan este tema con mucha cautela, advier­ten acerca de la exageración, ex­hortan a ser cautelosos y previe­nen de aquellos que, en su opi­nión, se ocupan “demasiado” del tema de la segunda venida de Je­sús. La Biblia, no obstante, en va­rios pasajes aclara que sólo es po­sible tratar muy poco dicho tema. Nunca se nos advierte de un “de­masiado mucho”, pero sí de un “demasiado menos”, de cuidarnos de la actitud: “Mi señor tarda en venir” (Mateo 24.48).
William Kaal escribe en Firme y Fiel: “Tres impresionantes pará­bolas en el discurso sobre los pos­treros tiempos del Señor, ilustran las reacciones equivocadas que pueden existir con respecto al aparente retraso de Su venida. En dichas parábolas habla de un sier­vo malvado que hace grandes fies­tas e, incluso, maltrata a sus con­siervos, y de un siervo perezoso que se niega a trabajar. Y la pará­bola de las diez vírgenes muestra, en las que se durmieron, que el dormirse quizás sea el mayor peli­gro cuando esperamos a nuestro Señor. Pero, ¿no será frío y ofensi­vo olvidar la llegada prometida del amado? El drama de posguerra de Wolfgang Borchert “Fuera de la puerta”, da una idea trágica de los sentimientos de aquél que regre­só, pero que ya no era esperado. Nada puede ser peor que haber muerto en el corazón de aquellos a quienes uno ama. ¡Cuán impor­tante es, entonces, para Jesús, que   lo esperemos con añoranza!”
La segunda carta de Ti­moteo es el testamento de Pablo, escrito poco antes de su muerte (2 Ti. 4:6). Mayormente, al final de su vida, uno reconoce, en re­trospectiva, lo que sería mejor no haber hecho y lo que habría sido mejor ha­cer más. Pablo, al final de su vida, reconoce como un triunfo su trabajo con res­pecto a la segunda venida de Jesucristo, y el hecho de que, por eso, ahora le espe­re un galardón. Pero, a su vez, ve este galardón como algo que le espera a todos los que tengan la misma actitud que él, porque dice: “y no sólo a mí, sino tam­bién a todos los que aman su venida” (2Tí 4:8).
Por lo demás, Pedro ha­ce lo mismo. La segunda carta, es el testamento de Pedro, escrito poco antes de su muerte, pues él dice: "sabiendo que en breve de­bo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha de­clarado" (2 Pedro 1:14). Y en este con­texto, también Pedro exhorta a pensar insistentemente en la se­gunda venida de Jesucristo: “Por­que no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artifi­ciosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majes­tad (...) Tenemos también la pala­bra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lu­gar oscuro, hasta que el día escla­rezca y el lucero de la mañana sal­ga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:16,19).
Dios el Espíritu Santo, en Su Palabra, en cierto sentido, enfatiza doblemente lo que es esencial en nuestra vida, y lo que debe ser el centro de nuestra vida.
Llamada de Medianoche,  Agosto 2014

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