martes, 2 de diciembre de 2014

Doctrina. El Pecado (Parte III)

III.             REALIDAD DEL PECADO
La acción de Adán de Justificarse adjudicando la culpa a los demás (Génesis 3:12,13) está presente en la realidad humana. No nos gusta reconocer que somos pecadores y menos aún oír que estamos condenados al castigo eterno. Queremos luz, pero cuando la luz nos llega, la rechazamos porque muestra la cruda realidad de nuestro ser. Entonces, lo más simple es no reconocer que estamos en esta condición. Como el avestruz, escondemos la cabeza a espera que pase el peligro.  Ni hablar; no queremos oír que estamos perdidos en delitos y pecados. Decir  “el pecado no existe y Dios no existe”, es la justificación del hombre para no querer aceptar esta doctrina que están real como Dios lo es.
Desde un punto de vista mundano o “moderno” de ver el pecado, el hombree no le da el mismo carácter que Dios ve en él,  lo relativizan a conceptos que no hacen más  ocultar el verdadero sentido del pecado.  Que el hombre no le da  importancia alguna, lo podemos ver  en que[1]:

1.      La sociedad lo llama indiscreción, o “metida de pata” como se le conoce eufemísticamente.
2.      Los pensadores, profesores y líderes del conocimiento lo llaman ignorancia.
3.      Los evolucionistas lo llaman trato de bestias.
4.      Los científicos “cristianos” enseñan  que el pecado es la “ausencia de lo bueno”. 
5.      El hombre carnal lo excusa como “debilidad”, como un impulso.
6.      La juventud lo llama proeza.
7.      El transgresor lo llama audacia, cuando hace  lo que está contra la ley
8.      Los nuevos teólogos lo declaran como mero egoísmo.
Se podrían agregar más elementos a esta lista, pero con esos son suficientes para mostrar que el hombre siempre busca disfrazar aquello que está malo. Podemos observar que cada nueva generación llama bueno aquello que generaciones anteriores encontraban malo. Solo basta oír las noticias y ver con que desenfrenos realizan celebraciones, llegando a actitudes que riñen con la “moral y buenas costumbres”, entonces, con razón, los que somos viejos, decimos  que en nuestro tiempo todo era más sano, sin tener en cuenta que también transgredimos reglas que para nuestros padres era pecado.
El hombre ve así el pecado, porque siempre busca enmascararlo, suavizarlo, para no reconocer que está haciendo mal. Podemos tomar como ejemplo un accidente de tránsito simple. Siempre el infractor echa la culpa del accidente a la otra parte involucrada y no reconoce que por no haberse detenido ante la luz roja (o signo de detención) choca al otro vehículo que iba pasando en forma correcta. O cuando las personas quedan tiradas o arrumbadas en la acera por haber celebrado con alcohol la victoria de un equipo de futbol;  justifican la borrachera con la alegría de victoria, justifican los excesos (libertinaje) con celebración. Podemos preguntarle después que pase la borrachera porque lo hizo, porque bebió en exceso y tal vez les dirá que lo hizo porque mengano y zutano lo invitaron  o porque la celebración lo merecía, jamás reconocerán que es producto de su propia concupiscencia. Un enfermo no empieza a sanarse sino reconoce que está enfermo. De la misma manera es el hombre pecador, no reconoce que esta entero podrido y necesita ser curado (vea Isaías 1:6).
Esto en sí no es novedad. Se sabe por las Escritura que el hombre va en un camino descendente a la perdición y cuya culminación  será en tiempos del anti Cristo.
Ahora bien, no importa como la sociedad y el hombre quieran ver el pecado, lo importante es saber cómo ve Dios el pecado y que piensa de él. Si recurrimos a las Escrituras reveladas por Él mismo, podremos visualizar lo que  nos quiso transmitir acerca de este tema.
Dios nos muestra en ella lo que quiere decirnos del pecado:

1.      Cómo no lograr el nivel requerido por Dios.  
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,” (Romanos 3:23).  
2.     Cómo Trasgresión a la ley de Dios.  
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.” (I Juan 3:4).  
La trasgresión de la Ley puede ser casual o intencional (cf. Romanos 2:23; 5:14; Gálatas 3:19). En ambos casos es pecado.  
Había pecado antes de la Ley, pero no era trasgresión (Romanos 4:15b.  Vea también en  Números 4:15; Josué 7:11, 15; Isaías 24:5; Daniel 9:11; Oseas 6:7; 8:1).
3.      Cómo la distorsión de lo que es recto.  
“Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre.” (2 Samuel 24:17.  Ver también Romanos 1:18; 6:13; II Tesalonicenses 2:12; II Pedro 2:15; I Juan 5:17).
4.      Cómo rebelión contra Dios.  
Es pecado a Dios es ausencia de la ley (anomia) en el hombre (1 Juan 3:4); denota  sus obras caóticas  (Tito 2:14); que está sin ley y restricción (Mateo 24:12). “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.” (Isaías. 1:2; además vea  2 Tesalonicenses 2:4, 8).
5.      Cómo iniquidad.  
Esto significa un proceder equivocado ante el orden moral del universo.  “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gal. 5:19-21.  Ver también Colosenses 3:5-9; Marcos 7:19, 20).
6.      Cómo una deuda. 
“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (Mat. 6:12).  Ver también Lucas 11:4.  Las palabras “ordenado” (Lucas 17:10), “debéis” (Juan 13:14) y “debemos” (2 Tesalonicenses 2:13) provienen todas de una misma raíz en el griego que denota deuda.
7.      Cómo desobediencia.  
Pecado es una falta en responder a Dios. “en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,” (Ef. 2:2. Ver también Efesios 5:6; Juan 3:36).
8.      Cómo una desviación ante los requerimientos de Dios.  
Esto significa una caída; cada ofensa contra Dios es una caída.  Pecado es siempre una caída que hiere.  “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;” (Mat. 6:14.  Ver también Gálatas 6:1; Romanos 5:15-20)
9.      Cómo incredulidad.  
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.” (I Juan 5:10).
10. Cómo impiedad.  
“más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.” (Romanos 4:5).  “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.” (Romanos 5:6. Ver también 1 Timoteo 1:9; I Pedro 4:18; 2 Pedro 2:5, 7; Judas 4, 15).

11. Cómo principio dentro del hombre.
Entendamos  esta expresión no solo como hechos, sino como fuente interna al hombre.  Pablo hace una descripción de la lucha que hay en el hombre por causa del pecado (Romanos 7:14,17-25). Esta lucha a la que se enfrenta el hombre es por la naturaleza pecaminosa, la que la “Escritura encerró bajo pecado” (Gálatas 3:22). Y el mismo Señor Jesucristo  se refirió al pecado como una condición o cualidad característica del ser humano (cf. Juan 9:41; 15:24; 19:11).
12.Cómo actos violentos  contra Dios y el hombre.
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1:18). Esta declaración de Pablo a los creyentes de Roma nos indica que el hombre no cumple los mandamientos de Dios dados a Moisés (Éxodo 20:1-11) por causa del pecado. Además manifiesta el fracaso del hombre para vivir juntamente con sus congéneres (Éxodo 20:12-17).



[1] Adaptado del estudio de harmatología de BBN.

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